Solo disponemos de media hora en el gimnasio. Mientras me pongo la ropa de deporte, pienso en lo que ha ocurrido en el despacho La PROFESORA nos ha culpado de lo sucedido tanto a gaston como a mí. Gaston está echando a perder mi último curso nada más empezar.
Mientras me subo los shorts de gimnasia, el sonido de unos tacones me advierte de que no estoy sola en los vestuarios. Me cubro el pecho con la camiseta y veo aparecer a daniela. ¡Ay, madre!
- Debe de ser mi día de suerte -dice, mirándome fijamente como un puma dispuesto a atacar. Aunque los pumas no tienen el pelo moreno, liso y largo... sí que tienen garras. Y las garras de daniela están pintadas de color rojo.
Se acerca a mí.
Siento el impulso de dar un paso atrás. En realidad, lo que me gustaría es echar a correr. Pero no lo hago, básicamente porque creo que me seguiría de todos modos.
- ¿Sabes? -añade, con una sonrisa malvada-. Siempre me he preguntado de qué color sería el sujetador de rocio. Rosa. Te va que ni pintado. Apuesto a que te ha costado tanta pasta como lo que te cobraron por teñirte el pelo.
- No has venido aquí para hablar de sujetadores y tintes, daniela -respondo mientras me meto la camiseta por la cabeza. Trago saliva con fuerza antes de añadir-: Sino para pegarme.
- Cuando una lagartona se insinúa a mi hombre, me sale mi lado territorial.
- No estoy interesada en tu hombre, daniela. Ya tengo uno.
- Venga ya. Las chicas como tú quieren que todos pierdan la cabeza por ellas, así podéis disponer de ellos cuando os apetezca -añade, cada vez más furiosa. Estoy metida en un buen lío-. He oído que vas criticándome por ahí. Crees que lo eres todo, señorita Engreída. Veamos qué cara se te queda cuando te deje el labio partido y el ojo morado. ¿Vendrás al instituto con una bolsa de basura sobre la cabeza? ¿O te quedarás encerrada en tu enorme casa y no saldrás nunca?
No aparto la vista de ella mientras sigue acercándose. La miro fijamente. daniela tiene claro que para mí la imagen que doy lo es todo, y a ella le da igual que la expulsen... o que la echen definitivamente.
- ¡Contéstame! -grita, y me da un empujón en el hombro, que acaba impactando contra la taquilla que está situada a mi espalda.
- ¿No crees que el entrenador vendrá a buscarme? ¿Quieres que te expulsen? -pregunto pese a saber que son razones de poco peso. Sin embargo, intento ganar algo de tiempo.
- Me importa una mi*da que me expulsen -dice entre risitas.
No parece haber funcionado, aunque merecía la pena intentarlo.
En lugar de encogerme de miedo junto a la taquilla, me enderezo. daniela intenta empujarme otra vez por el hombro, pero esta vez me las apaño para apartarle el brazo de un manotazo.
Estoy a punto de enzarzarme en mi primera pelea. Una pelea en la que seguramente saldré perdiendo. El corazón me late con fuerza, como si fuera a salirme del pecho. Me he pasado toda la vida intentando evitar situaciones como esta, pero esta vez no tengo elección. Me pregunto si puedo disparar la alarma de incendios para librarme de ella, como he visto alguna vez en el cine. Pero, por supuesto, no veo ninguna de esas cajitas rojas cerca. - daniela, déjala en paz.
Ambas nos volvemos hacia el sonido de una voz de chica. Es cande. Una «no amiga». Pero una no amiga que acaba de evitar que me partan la cara.
- cande, no te metas en mis asuntos -gruñe daniela. Cande se acerca a nosotras. Lleva el pelo recogido en una alta cola de caballo que se balancea a medida que camina. - No le pongas la mano encima, daniela. - ¿Por qué no? -pregunta ella-. ¿Acaso crees que serás su amiga del alma ahora que estáis juntas en esa estupidez de las animadoras?
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- Estás colada por gaston,daniela. Esa es la razón por la que te comportas como una pirada.
Al escuchar el nombre de gaston, daniela se pone rígida.
- Cállate. No tienes ni idea.
nte.
El entrenador aparece detrás de daniela.
- ¿Estáis dando una fiesta y no habéis invitado al resto de la clase?
- Estamos charlando un poco -dice daniela, sin sobresaltarse en absoluto y actuando como si fuéramos tres amigas pasando el rato.
- Bueno, pues os sugiero que charléis después de clase. Señoritas.
daniela me señala con su uña pintada de rojo.
- Nos veremos después -me advierte, y sale de los vestuarios después de que cande se haga a un lado.
- Gracias -le digo en voz baja a cande.
Ella me responde con un asentimiento de cabeza.

Una Apuesta, pantalines manchados, despacho del director, la profesora grosa.. COMBINACIÓN PERFECTA!!!
ResponderEliminarDe verdad que me encantó la historia y no, no me la pases sufriré aquí en el blog sigo.