Justo después de llamar imbécil a gaston, la profesora pide que prestemos atención.
- Cada pareja elegirá un proyecto de los que hay en este sombrero -anuncia-. Todos presentan los mismos retos y tendrán que quedar fuera de clase para trabajar en él.
- Esto, señora no habrá uno sobre la cura de la esclerosis múltiple, ¿no? -pregunta gaston con esa actitud de chulo que me saca de quicio-. Porque no creo que baste un año de trabajo escolar entero para realizar un proyecto de esa envergadura.
Ya puedo ver el gran suspenso en mi boletín de notas. Consejero de admisiones le traerá sin cuidado que fuera mi compañero de laboratorio el responsable de que nos catearan el proyecto, A este no le importara.
- Tengo que ir a mear.
La profesora se lleva una mano a la cadera y, con una expresión ceñuda, le dice:
- Cuide su lenguaje. Y que yo sepa, no necesita sus libros para ir al cuarto de baño. Déjelos en la mesa.
gaston hace una mueca, pero coloca los libros en la mesa.
- Ya le dije que nada de accesorios relacionados con bandas en mi clase -dice mirando la bandana que tiene entre las manos. Tiende la mano y añade-: Démela.
Él mira a la puerta y después a la profesora.
- ¿Y qué pasa si me niego?
- gaston, no estire de la cuerda. Tolerancia cero. ¿Quiere que le expulsen? -le amenaza, agitando los dedos para que le entregue la bandana de inmediato.
Frunciendo el ceño, gaston coloca lentamente la bandana en la mano de la profesora.
se queda boquiabierta cuando finalmente se la arrebata.
- ¡Ay, madre! -grito al ver la enorme mancha que lleva en la bragueta.
Todos los estudiantes, uno a uno, estallan en carcajadas, pero la risa de pablo es la que más destaca.
- No te preocupes, gaston. Mi abuela tiene el mismo problema. Nada que no pueda arreglarse con un pañal.
Las palabras de pablo me impactan porque la mención de los pañales para adultos me recuerda inmediatamente a mi hermana. Reírse de los adultos que no pueden valerse por sí mismos no tiene ninguna gracia, porque mi hermana es una de esas personas.
gaston luce su enorme y arrogante sonrisa y le dice a pablo:
- Tu novia no podía apartar las manos de mis pantalones. Me estaba enseñando una nueva aplicación para los calentadores de manos, colega.
Esta vez ha ido demasiado lejos. Me pongo en pie. Mi taburete chirría contra el suelo.
- Ya te gustaría -le suelto.
gaston está a punto de decirme algo cuando la profesora grita:
- ¡gaston! -Y tras aclararse la garganta, añade-: Ve a la enfermería y arréglate. Coge tus libros porque después irás a ver al director. Te veré en su despacho junto a tus compañeros pablo y rocio.
gaston coge bruscamente los libros de la mesa y sale de clase. Vuelvo a sentarme con calma en el taburete. medito sobre mi efímero éxito al evitar a daniela. Si cree que represento una amenaza para su relación con gaston, los rumores que seguro acabarán extendiéndose pueden resultar mortales.
Vaya, esto sí que es fuerte. Estamos en el despacho del director. Aguirre y LA PROFESORA a un lado, y la señorita Perfecta y el gilipollas de su novio al otro... y yo plantado aquí, solo. Nadie está de mi parte, eso es obvio.
carraspea antes de aseverar:
- gaston, esta es la segunda vez en dos semanas que estás en mi despacho.
- Señor -digo. Le sigo el juego porque estoy harto de que la señorita Perfecta y su novio controlen a todo el jodido instituto-. He tenido un pequeño percance durante la comida y se me han manchado los pantalones de grasa. Pero en lugar de faltar a clase, he pedido a un amigo que me busque estos para cambiarme -le explico, señalando los vaqueros nuevos que ha conseguido encontrar en mi casa-. volviéndome hacia mi profesora de química-. No podía permitir que una pequeña mancha me obligara a perderme una de sus valiosísimas lecciones.
- No intente convencerme, gaston -resopla -. Está aquí por sus payasadas -continúa, alzando la mano al aire. A continuación, mira a rocio y a pablo como si les invitara a atacarme, hasta que finalmente añade-: Y no crean que ustedes dos han actuado mucho mejor.
rocio está conmocionada por la reprimenda, aunque parecía divertirse mucho cuando. me recriminaba a mí.
- No podemos ser compañeros -espeta la señorita Perfecta.
pablo da un paso adelante.
- Puede hacer el proyecto con mi compañera y conmigo. -Casi se me escapa la risa cuando veo la reacción de la profesora. ante el comentario de pablo. Se le han enarcado las cejas en un gesto tan exagerado que parece que, en cualquier momento, vayan a salírsele de la cara.
- ¿Y qué les hace creer que son tan especiales como para pensar que voy a cambiar la organización de mi clase?
- me encargo yo -interviene el director, Puedo aseguraros que mi principal objetivo como nuevo director es recomponer cualquier brecha que se haya abierto en la política del instituto y que amenace con invalidar ese lema.
- El director y yo estamos de acuerdo. Teniendo eso en cuenta... - -. gaston, deje de provocar a rocio -insiste, pero luego lanza la misma mirada a los dos chicos que están al otro lado del despacho-. rocio, deja de comportarte como una diva. Y pablo... ni siquiera sé qué pinta usted aquí.
- Soy su novio.
- Entonces les agradecería que mantuvieran su relación fuera de mi clase.
le corta en seco agitando una mano- Ya es suficiente. Nosotros hemos acabado y ustedes también.
pablo toma a su diva de la mano y los dos salen del despacho.
Justo cuando me propongo hacer lo mismo, me agarra del codo.
Me detengo y la miro a los ojos, reparando en la simpatía grabada en su expresión. No me hace nada de gracia.
- ¿Sí?
- Ya te he calado, ¿sabes?
Necesito borrarle esa mueca afectuosa de la cara. La última vez que un profesor me miró de ese modo, fue en primer curso, justo después de que le dispararan a mi padre.
- Solo llevamos dos semanas de clases, Quizás quieras esperar un mes o dos antes de hacer una afirmación como esa.
Ella suelta una risita y prosigue:
- No llevo mucho tiempo enseñando, pero he visto en mis clases a más gaston de los que verá la mayoría de los profesores en toda su vida.
- Pensaba que era único -digo, llevándome la mano al pecho-. Me ha ofendido,
- ¿De verdad quieres ser único, gaston? Pues termina el instituto, gradúate y ve a la universidad.
- Ese es el plan -digo,
- Todos dicen lo mismo al principio -confiesa ella, abriendo el bolso y sacando mi bandana-. No dejes que tu vida fuera del instituto dicte tu futuro -añade, esta vez muy seria.
- Ya sé lo que va a decir ahora... «Si alguna vez necesitas una amiga, gaston, puedes contar conmigo».
- Te equivocas, yo no soy tu amiga. Si lo fuera, no pertenecerías a una banda. Pero he visto las calificaciones de tus exámenes. Eres un chico inteligente, y puedes triunfar si te tomas en serio el instituto.
- ¿Puedo irme ya a clase? -pregunto porque no sé qué contestarle. Estoy preparado para aceptar que mi profesora de química y el nuevo director no estén de mi lado... aunque tampoco estoy muy seguro que lo estén del otro. Eso me rompe un poco los esquemas.
- Sí, ve a clase, gaston.
Todavía estoy pensando en lo que me ha dicho cuando la oigo gritar:
- Y si vuelves a tutearme, tendrás el placer de recibir otra papeleta de castigo, además de escribir una redacción sobre el respeto. Recuérdalo, no soy tu amiga.
Mientras camino por el pasillo, no puedo evitar esbozar una sonrisa.

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