jueves, 20 de octubre de 2011

RETORNANDO AL PARAISO CAPITULO 20

GASTON:
Se sintió increíble oír a ROCIO decirme ayer que me amaba. Pero ahora me siento tan impotente como el día en el que el juez dictó mi sentencia. Estoy sentado en la estación de policía en una remota sala de espera con mi hermana, mi papá, mi mamá, ROCIO, Julio, e incluso JAIME, quien dijo que quería venir porque ya se siente parte de la familia. Mi primo es abogado, y está aquí también. Él estará en la habitación con MERY cuando ella confiese haber golpeado a ROCIO..
. Mi historial será limpiado, a pesar de todo.
Mi rodilla esta temblando.
Miro a ROCIO, quien luce de nerviosa. Ella no tenía que venir, pero lo hizo. Demonios, si yo fuera ella estaría demandando que MERY sea encerrada por lo menos el mismo tiempo que yo, si no más.
Pero ROCIO no es como yo. Ella tiene un gran espíritu del perdón. Sólo estar a su alrededor me hace esforzarme para ser una mejor persona.
—Estoy lista —dice MERY con una débil sonrisa. Esto no puede ser fácil para ella, eso es seguro. Pero ella es más fuerte de lo que yo alguna vez le di crédito. Esta mañana cuando bajó por las escaleras, no vestía nada negro. Ella está usando pantalones blancos y una camiseta amarilla. Lucía tan diferente, tan… brillante.
—Buenos días, sol —mi papá le había dicho luego de darle un vistazo.
Pensé que todos estaríamos sombríos y llorando, pero nos hemos mantenido juntos hasta ahora. Cuando mamá llamó anoche y dijo que quería dejar la rehabilitación y venir con nosotros a la estación de policía, sentí como si MI FAMILIA estuviera comenzando a sanar.
Solo tenemos que sobrepasar este último obstáculo.

—Espera —dice CAMILO, deteniéndose—. ¿Tienen esas cartas para adjuntarlas con su declaración?
Después de que se las entregáramos, ROCIO saca una pieza de papel de su cartera y se la entrega. —MERY, sé que no estás haciendo esto por mí, pero… gracias.
Es un festival de abrazos ahora, todos nosotros esperando transmitir nuestra fuerza a MERY antes de su confesión.
MERY sigue abrazando a ROCIO —Nunca fue mi intención lastimarte, sabes eso ¿verdad?
—Te has disculpado como un millón de veces —dice ROCIO, con lágrimas en sus ojos—. No tienes que decirlo nunca más ¿de acuerdo? Te perdono. Ya pasó, fue un error.
Se abrazan de nuevo, y luego mi hermana se dirige por la pesada puerta de metal. En el otro lado de esa puerta ella se confesará. Entonces será fichada, con sus huellas dactilares y una foto.
—Oye, MERY —Julio grita.
MERY voltea
—Recuerda lo que te dije —él dice, luego le guiña un ojo.
Ella sostiene su cabeza en alto y le sonríe.

ROCIO:
Cinco exhaustivas horas después estamos de vuelta en casa. Ellos soltaron a MERY con una fianza de cinco mil dólares, así que estamos todos juntos. Estaba tan preocupada por MERY hoy, pero ella parecía estar bien con todo. Ella dijo que en realidad haber dicho la verdad finalmente la hizo sentir libre, lo que es raro porque ella quizá tenga que pasar algún tiempo en la cárcel. CAMILO dijo que iba a hablar con el fiscal, y tratar de convencerlo de no acusar a MERY. La mamá de GASTON decidió volver a casa, así que todos están felices pero definitivamente en el borde.
Caleb, JAIME y Julio se mudaron a la casa de la Señora Reynolds al final de la semana. GASTON y los chicos van a trabajar para el tío de él, quien posee una compañía constructora. Él dice que pondrá su vida de nuevo en marcha. La noche antes de que me vaya a España, GASTON y yo caminamos por el parque y nos paramos debajo del gran roble. Nuestro tiempo juntos está disminuyendo a cada minuto, y estoy nerviosa. —Desearía que pudieras venir conmigo. Él da una corta risa. —Yo también.
—Antes de que te vayas, tengo que sacar algo de mi pecho —él retrocede, se pasa una mano a través de su cabello—. Escucha, en realidad estoy jodidamente
asustado porque tú te vas. Lo siento por maldecir, pero es verdad. Aunque sé que puedo seguir sin ti, maldita sea, no quiero. Me he acostumbrado a tenerte en mi vida, y no será lo mismo sin ti.
Mi corazón esta latiendo rápido, me estiro para sostener su mano. —Qué estás diciendo?
—Estoy diciendo que te amo, ROCIO —me mira a través de sus claros ojos de cristal—, me estaba frenando y no quería decirlo, porque no quiero que pienses que lo digo como un truco para hacer que no salgas con otros chicos mientras estas en España.
—No quiero salir con otros chicos.
—Eso es lo que todas dicen, hasta que algún apuesto chico español se te acerca y te susurra alguna mierda romántica española en tu oído y te invita a salir.
Me rio. —No veo que eso ocurra.
—¿Y que si sí ocurre? ¿Qué tal si conoces a algún chico español y decides quedarte en España para siempre?
—Puedo decir lo mismo, GASTON. No sobre el asunto de quedarme en España, pero ¿Qué tal si tú conoces a otra chica mientras no estoy?
—No va a ocurrir —dice, repitiendo mis palabras.
Sé que no quiere forzarme a hacer un compromiso con él. La verdad es, que quiero ser libre este próximo año. Si podemos superar esto, sé que seremos lo suficientemente fuertes para durar para siempre si queremos. —Propongo esto —digo—, prometemos no buscar a alguien más, pero si pasa, pasa, y tenemos que ser honestos el uno con el otro sobre eso.
—Trato hecho. Ahora dejemos de hablar de eso antes de que decida convencerte de quedarte en Paradise.
—¿Qué es lo que quieres hacer? —pregunto—. ¿Besarme?
—Oh, sí. Quiero besarte.
Me jala hacia él y siento su cálido cuerpo contra el mío. GASTON me hace sentir feliz, protegida y amada, todo al mismo tiempo. Me besa, sus suaves labios haciendo temblar a mi cuerpo completo de emoción. No puedo imaginarme nada sintiéndose así de bien.
—Esto es perfecto —le digo.
Él pasa dulcemente sus labios sobre los míos. —Está bastante cerca.


9 MESES DESPUES
Bienvenidos al Aeropuerto Internacional. Por favor, esperen hasta que el avión haya parado por completo antes de descender del avión.
Mi corazón late con tanta furia en el pecho que me sorprende que los otros pasajeros no pueden oírlo. Recojo mi mochila cuando se detiene el avión y rápidamente cojeo hacia el reclamo de equipaje, ignorando el dolor en mi rígida pierna.
GASTON no está aquí. Mi mamá si lo está, sin embargo. Ella corre hacia mí y me abraza firmemente. Lou está con ella, así que espero que sea una buena señal. Ella no lleva su anillo, pero la última vez que hablé con ella me preguntó qué pensaba de las bodas en invierno. Mi papá me visitó en España para Año Nuevo, e hizo un montón de preguntas. Creo que estamos en vías de recuperación, y aunque él nunca será un padre cariñoso, me alegro de que hayamos empezado a resolver las cosas.
—¿Tuviste un buen vuelo? —Lou pregunta—. Apuesto a que tienes hambre de una buena comida americana.
—Definitivamente estoy hambrienta de uno de los pasteles que prepara en el comedor —le digo, y recibe una sonrisa como respuesta. Todo el mundo ama los pasteles, y he sido su degustadora desde que mi madre empezó a trabajar allí.
Cuando tenemos el equipaje y nos conducimos de camino a Paradise, mi mamá me pregunta si quiero levantar mi pierna. Yo le respondo, pero todo el tiempo en lo único en lo que puedo pensar es, ¿en dónde está GASTON?
El último correo electrónico que recibí de él, decía que se reuniría conmigo cuando volviera a casa. Eso fue hace casi tres semanas, sin embargo.
Es mucho lo que puede haber cambiado en tres semanas.
Me digo que estoy sobre pensando en las cosas. Uf, no puedo soportar el suspenso.
—¿Has oído hablar de GASTON? —pregunto, tratando de no sonar como que estoy desesperada por escuchar la respuesta.
—Él vino por la tarde y te dejó una nota en tu habitación —mi mamá dice.
Una nota. Las notas son malas. Las notas no pueden ser buenas.
—¿Te dijo algo cuando dejo la nota?
Mi madre niega con la cabeza. —No, sólo me preguntó si podía dejar una nota y me dijo que estaba bien. Estuvo en la casa menos de dos minutos.
Deseo que el viaje a casa no durara más de una hora. En el viaje de avión pensé en cientos de diferentes escenarios para nuestra reunión. Ninguno de ellos incluye una nota.
En mi casa, salgo del coche y entro en la casa después de que Lou insiste en llevar el equipaje arriba.
Arriba, mi habitación es la misma que dejé. Mi cama está hecha y en la parte superior de mi enorme edredón hay un sobre. En el frente, una palabra está escrita con el puño y letra de GASTON: ROCIO.
Tomo el sobre con dedos temblorosos y lo abro rasgando el sello. Yo despliego la nota lentamente. Cierro los ojos y respiro profundamente, y luego vuelvo a abrirlos y leo lo que dice:
¿Recuerdas el viejo roble? Ve allí, y espérame.
¿Eh? ¿El viejo roble en el parque de Paradise?
Le digo a mi mamá que volveré más tarde. Ella no discute, probablemente porque estoy prácticamente fuera de la puerta antes de que yo termine mi oración.
Es de noche ahora, pero el parque no está muy lejos. Me dirijo al roble. Nadie está aquí, a excepción de una ardilla corriendo por la hierba.
Espero diez minutos, mirando el árbol y me pregunto por qué quería que esperara aquí y cuánto tiempo quiere que yo espere. Justo cuando estoy empezando a sentirme insegura, veo una silueta que corre hacia mí.
Reconocería a GASTON en cualquier lugar. Mi corazón se dispara.
—¡ROCIO!
Se pone de pie frente a mí, dedo del pie-a-dedo del pie, totalmente fuera de la respiración. Lleva pantalones vaqueros rasgados y una camiseta blanca manchada. Parece que no se ha afeitado en una semana, y su pelo está desaliñado.

—Lo siento mucho pero se me hizo tarde —él extiende la mano y pone los dedos en mi cabello, que es largo ahora yo no lo he cortado en casi un año.
—Te ves genial, ROCIO. Diferente.
—Gracias —le digo—. Tú, también.
Volteo hacía arriba y pongo mis brazos alrededor de su cuello, sin importar que no me abrace. No quiero retenerlo. —Te extrañé —le digo.
Sus manos van alrededor de mi cintura y me aprieta junto a él. —Tengo tantas preguntas que hacerte. Pero primero...
Creo que vamos a besarnos, pero en cambio se saca algo del bolsillo y lo alza. Es un pañuelo.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Date la vuelta.
Frunzo una ceja.
—Confía en mí, ROCIO.
Hago lo que dice. —Yo iba a darte un beso —le digo.
Suavemente posiciona el pañuelo sobre mis ojos y lo ata por atrás. —Lo harás. Te lo prometo... sólo espera.
No soy paciente.
Mientras estaba en España, mis sentimientos por GASTON crecieron infinitamente haciéndose más fuertes. Yo tenía amigos mi compañera de habitación y yo salíamos con ellos, pero ninguno de ellos me hizo temblar de emoción. Me emociono sólo de pensar en estar en brazos de GASTON DE nuevo.
—No puedo ver nada —le digo mientras atravesamos el parque y entro en un coche.
—Eso es más o menos el punto, corazón.
Avanzamos a través de calles sinuosas hasta llegar a una parada. Él abre la puerta y me lleva fuera del coche. Él se ríe entre dientes mientras pone sus manos en mi cintura y me empuja hacia adelante a quién sabe dónde.
—¿Dónde estamos? —pregunto, preguntándome cuánto tiempo pasará antes de que el suspenso se acabe.
—Lo sabrás muy pronto. Bueno, basta.
—¿Puedo quitarme la venda de los ojos?
—No. Todavía no —en un rápido movimiento, GASTON me recoge y me acuna en sus brazos.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello por ayuda. —La última vez que me tenías así me sumergiste en el agua.
Camina hacia adelante. —Confía en mí, ROCIO.
—Sí. Pero tengo que ser honesta y decir que hueles a un hombre sudoroso después de estar en el gimnasio.
—He estado trabajando. Te prometo tomar una ducha después de mostrarte algo.
Camina un poco más, y de pronto se detiene. —Muy bien, quita la venda de tus ojos.
Cuando lo hago, me doy cuenta inmediatamente de dónde estamos. En el mirador de la Sra. Reynolds. Todo el piso está cubierto de cojines y lucecitas parpadeantes contornean el perímetro. En la parte superior de los cojines hay miles de pequeños pétalos de rosa blancos y rojos.
—Es perfecta —le digo sin aliento mientras deslizo mis pies fuera de mis sandalias y camino sobre los cojines—. ¿Dónde están JAIME y Julio? —pregunto. Sé que Lou sacó la casa del mercado y casi lo considera un refugio para GASTON y sus amigos. Siempre y cuando sean útiles y no se metan en problemas, tienen un techo sobre su cabeza.
—Los mande a dormir fuera. Esta noche yo quería estar a solas contigo.
Trago, con fuerza. —¿Solos? —tengo pensamientos subidos de tono, que una chica no debería tener. Sonrío—. ¿En serio?
—Sí. Ha pasado tanto maldito tiempo que me temía que ibas a volver a Paradise y me dirías que no querías volver a verme.
—Tenía miedo de lo mismo de ti —lo reconozco.
Los dos nos reímos, y por alguna razón me hace sentir mejor que los dos seamos cautos y estemos nerviosos.
—¿Has visto a EUGENIA, NICO y su nuevo bebé recientemente? —le pregunto. Me dijo que ha estado saliendo con NICO y sus compañeros de secundaria en ocasiones.
—Sí. Es adorable, aunque yo tengo un sentimiento de que EUGENIA va a criarla como una pequeña diva.
—¿Cómo es su relación? —le pregunto

—Inestable, pero están intentándolo. La última vez que vi a EUGENIA, casi no me hablaba. Sospecho que se dio cuenta de que no la miro como la diosa que quiere que todos piensen que es.
—Bien.
—ROCIO, quiero decirte algo —dice en tono serio, mientras se acomoda en los cojines de felpa.
Sacudo la cabeza. —No. Quiero decir lo que tengo que decir en primer lugar —esto no va a ser fácil. Puedo tomar una respiración profunda, recogiendo el valor de poner todo en la línea. Hay cosas que he frenado porque tenía miedo, pero aprendí algo en España este año. Uno de mis profesores decía que si te metes de puntillas en agua fría, estás perdiendo en la carrera de sumergirte de cabeza.
Me voy a hundir, sin preocuparme de las consecuencias. Miro a GASTON, a las luces brillantes, y los hermosos pétalos que nos rodean.
—He estado retrasándolo porque he tenido miedo. Puedes aplastar mi corazón como mi padre hizo con mi mamá. Tienes poder sobre mí —una lágrima se escapa de mi ojo—. Todavía te amo, GASTON. Caí enamorada de ti aquí en este patio trasero, y nunca deje de estarlo Además lo que siento no ha cambiado en nada en este año.
GASTON mira a su alrededor, como si estuviera pensando en algo que decir, pero no sabe cómo ponerlo en palabras. —Desde que nos quedamos encerrados en el ático de la Señora Reynolds, yo sabía que había estado perdiéndome de una chica que realmente se preocupaba por mí y no estaba absorta en sí misma. Yo estuve tan ciego durante tanto tiempo.
—¿Qué pasara cuando me vaya para la universidad en el otoño?
—Iré a visitarte cada vez que pueda. no está lejos —se toca la nariz—. Quiero besarte, pero tengo que tomar una ducha rápida primero —salta para arriba de los cojines, GASTON empieza a caminar hacia la casa—. Sólo espera aquí... y no te muevas hasta que yo vuelva. Tengo una sorpresa para ti —dice con un toque nervioso a su voz.
Estoy confundida, pero prometo no moverme hasta que él regrese. Me recuesto sobre los cojines. Estoy de vuelta en Paradise con GASTON DE nuevo. Sé que está trabajando en la construcción y tratando de ahorrar para la universidad. Él puede hacerlo. Estoy segura de ello.
Él viene de nuevo diez minutos más tarde, completamente limpio. Su camisa expone sus músculos de los brazos, que son más grandes desde la última vez que lo vi. Estoy segura de que es por trabajar en la construcción todo el día.
Me mira con una expresión intensa. En el pasado, cada vez que lo sorprendía mirándome de esa manera, quería pellizcarme. Pensé que la única manera de que

GASTON  me mirara así, fuera porque estuviera soñando o se hubiera alterado el día.
No sé cuando ocurrió el cambio. Creo que fue después de que EUGENIA se quedara hasta tarde en su casa, hablando. Después, él me dijo que confiara en él y me pidió que fuera su novia.
Ese fue el momento.
La esquina de su boca se movió hacia arriba cuando me preguntó—. ¿En qué estás pensando?
—En ti.
—Espero que sea algo bueno.
Sonrío. —Lo es —doy una palmadita en los cojines. Todavía no nos hemos besado, y yo no estoy interesada en ser paciente ahora. De hecho, en este momento yo no tengo ningún problema en besar a un sudoroso, robusto y maloliente GASTON—. Ven y siéntate conmigo.
En vez de sentarse conmigo, él tiende la mano. —Tengo una sorpresa para ti.
Él me ayuda y me da lo que parece un control remoto.
—No me vas a volver a vendar los ojos, ¿verdad? —pregunto.
—No —él me lleva detrás del garaje. Apenas puedo ver la silueta de algún tipo de estructura grande. No puedo entender lo que es. De pie detrás de mí, me abraza, GASTON susurra: —Presiona el botón.
Cuando lo hago, las luces de toda la estructura parpadean... es el esquema de... —¿Un castillo?
Un castillo. Una versión más grande de aquel castillo en el parque.
—Yo estaba terminando los toques de última hora cuando tu avión aterrizó y perdí la noción del tiempo —dice GASTON.
No puedo creer que no lo había notado antes. No sé qué decir... —Es un castillo. No puedo creer que me hayas hecho un castillo.
Toma mi mano y me lleva dentro de la estructura. Hay más pétalos esparcidos por todo el piso de madera, que rodean un montón de almohadas y mantas en el centro.
—Esto es como el cielo —me quejo cuando miro hacia el cielo abierto por encima de nosotros. Es como cuando estábamos en el parque, pero esto es mejor. Esta vez no estamos huyendo de algo o alguien.

GASTON se sienta en las almohadas. —El cielo, ¿eh?
—Definitivamente —estoy en shock cuando me hundo junto a él—. Esto es increíble, GASTON. ¿Lo has construido tu mismo?
—JAIME y Julio ayudaron, pero yo lo diseñe.
Miro al chico convertido en el hombre que es el amor de mi vida. Yo tomo una pequeña caja de mi bolso y se la doy. —Aquí. Es un regalo que traje para ti.
Cuando él quita la parte superior y saca el contenido del interior, agrego, —Yo tomé una clase de joyería —saca la cadena de cuero y el colgante adjunto—. Es una espada —le digo.
Se ríe. —Puedo decir lo que es. Es realmente genial. Me gusta —él se la cuelga alrededor del cuello. Me gusta que él esté usando algo que hice para él.
—Simboliza la fuerza —le digo—. Me recuerda a ti.
En una decisión sorpresiva, GASTON se arrodilla delante de mí. Mi corazón casi salta de mi pecho.
Se aclara la garganta.
Toma una respiración profunda y endereza los hombros. —Muy bien, aquí está el trato. Fue un infierno apartarme de ti el año pasado. Todos los días había algo que me hacía acordarme de ti.
Tengo la cara entre las manos. Cuando de mis labios sale un susurro hacía él, le pregunto: —¿Crees que lo lograremos, GASTON? ¿Crees que va a durar?
—Hemos estado en el infierno y hemos vuelto. Lo vamos a hacer. Te quiero, ROCIO, y siempre será así.
—¿Me lo prometes?
Nos tumbamos sobre las almohadas, y él da pequeños besos suaves y lentos a través de mi cuello. —Confía en mí —susurra contra mis labios—. ROCIO  tú eres mi paraíso.
FIN DEL LIBRO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario