dos días después del juego estoy de pie delante de la puerta del dormitorio de mi hermana.
--tenemos que hablar. Tienes que confesarles todo a mamá y papá —ya está, lo dije—. Ya he terminado de asumir la culpa. No fue sólo decirle a los policías que yo era el que estaba conduciendo. No fue sólo declararme culpable y ser encerrado en la cárcel durante casi un año. Nuestra mentira es como un jodido cáncer que se extiende a cada área de nuestras vidas —señalo los posters en la pared—. Date cuenta que este es tu grito de ayuda. Es una mierda enfermiza, mery. .
Yo no estoy muerto. No quiero estar muerto. No quiero que mi hermana este muerta. Y seguro como el infierno que no quiero ser atormentado por el pasado nunca más.
—Lo prometiste —ella dice con una voz extrañamente tranquila—. Cuando te conté sobre el accidente, dijiste que te encargarías de eso.
—Estaba borracho, mery. Apenas sabía lo que estaba haciendo, y para cuando me di cuenta que no debería haberle mentido a la policía, ya era demasiado tarde.
—Estaba asustada.
—¿Y yo no lo estaba? —contesto bruscamente. Pero tal vez ella no sabía cómo me sentía, porque enmascaré todas las emociones que tuve después de que fui arrestado. Respiro hondo y vuelvo a intentarlo—. Es hora de decirle a mamá y papá.
Levanto la mirada y veo la imagen de un esqueleto con sus dientes hundidos en un corazón y no puedo soportarlo más... barro mis dedos a través de la pared y las rompo todas.
—Ya he terminado contigo luciendo como si la muerte te abrigara. Odio lo que le hiciste a rocio. Lo odio, y te odio por hacerme prometer que me llevaría nuestro secreto a la tumba y luego darme la espalda por ser un recluso de mierda.
—gaston, déjala en paz.
Me vuelvo para ver a Julio de pie en la puerta.
—Mantente fuera de esto, Julio —digo gruñendo.
En lugar de escucharme, Julio entra en la habitación y se para junto a mi hermana.
—Dije que la dejes en paz.
¿Está bromeando? —Esto no tiene nada que ver contigo.
—Sí, lo hace—, mery murmura. Ella me mira con los ojos llenos de lágrimas—. Porque anoche Julio y yo nos quedamos despiertos toda la noche y hablamos. Él me convenció de que me entregara.
¿Eh?
No me esperaba eso. Me esperaba un montón de cosas saliendo de la boca de mi hermana, pero no eso.
El alivio inunda todos mis sentidos, seguido por preocupación y miedo. ¿Qué pasará cuando ella se entregue? ¿Tendrá que cumplir una condena? Dichas cuestiones habían estado pasando por mi cabeza cada vez que pensaba en lo qué pasaría si mery confesaba.
¿Cómo fue que Julio la convenció para confesar todo?
—mery es más fuerte de lo que ella piensa —Julio dice mientras pasa el brazo alrededor de sus hombros—. Ella puede hacer esto —aprieta sus hombros y la mira a los ojos—. Puedes hacer esto.
—Has conocido a mi hermana por menos de tres días, Julio.
—Sí, y apuesto a que la conozco mejor que tú.
Justo cuando estoy a punto de reírme de tan ridículo comentario, mery, dice: —Julio tiene razón. Durante mucho tiempo quise decirte cómo me sentía, pero no pude. Tú estabas triste o enojado o molesto... y yo tenía miedo de lastimarte otra vez.
Mi hermana contiene las lágrimas y corre a mis brazos.
—Siento mucho lo que te hice. Julio me contó cómo fue estar en la cárcel para los dos, y estoy tan... lo siento mucho —se seca los ojos y dice—: Creo que tenemos que llamar a papá para que se reúna con nosotros en el centro de rehabilitación. Si mamá se da cuenta o no, ella necesita a su hijo de vuelta.
Una hora más tarde estoy sentado en la sala de espera del Centro de Recuperación Nuevos Horizontes.
Mamá se detiene en seco cuando me ve dar un paso hacia ella. —¿Por qué estás tú aquí?
—Volví. rocio me dijo que ustedes me necesitaban. Al principio no quería creerle...
—Me dejaste. Un buen hijo no deja a su madre.
Sus palabras cortan profundo. Oh, hombre, nunca debí haberme ido. Pensé que sería lo mejor, que todo estaría bien si el . Me equivoqué. Me las he arreglado para arruinar tanto en tan poco tiempo.
—Lo siento, mamá.
—Lo siento, también — mery dice—.Tengo que pedirles perdón a todos en esta familia.
Mi hermana me mira y pone su mano en mi rodilla. Yo pongo mi mano encima de la suya.
Siento su vacilación y miedo como si fueran míos. Pero también siento su determinación para corregir los errores del pasado.
—Mamá, papá —mery dice después de que asiento hacia ella, dándole apoyo silencioso—. Fui yo quien golpeó a rocio la noche del accidente.
Observar el cambio de expresión en los rostros de mis padres es una verdadera tortura. Al principio ladean la cabeza al lado como si hubieran escuchado las palabras erróneas. Cuando mery no dice otra cosa, la realidad de lo que ella dijo comienza a ser asimilada.
—No —mi mamá susurra, sacudiendo la cabeza—. No. No.
—¿Qué estás diciendo, mery? —mi papá le pregunta, con la voz a punto de quebrarse—. ¿Qué. Estás. Diciendo?
Un torrente de lágrimas comienzan a fluir por el rostro de mery.
—Yo estaba en la fiesta. Había tomado quizás dos cervezas. Cuando me dirigía a casa, me desvié bruscamente para no golpear a una ardilla. No era mi intención golpear a rocio —ahora se ahoga en sus lágrimas, y miro hacia el techo en un intento de mantenerme a raya.
No está funcionando.
Maldita sea.
Las lágrimas comienzan a formarse en mis ojos. Trato de contenerlas, pero es inútil. Ver a mi hermana tan alterada, y ver a mi papá y mamá paralizados en estado de shock, y saber que una fatídica noche destruyó a mi familia y dañó permanentemente la pierna de rocio es demasiado para mí.
Froto suavemente mis propias lágrimas e intento dar una explicación.
—Cuando mery volvió a la fiesta totalmente enloquecida, le dije que me encargaría de eso —les digo—. Estaba tan borracho aquella noche, que no estaba pensando con claridad. Cuando la policía preguntó quién estaba conduciendo, les dije que era yo.
—Oh, Dios, gaston, lo siento mucho —mery grita—. No sé cómo pudiste perdonarme. No merezco perdón por el infierno que te hice pasar.
Ella hunde la cabeza entre sus manos.
—No puedo creer que esto esté ocurriendo —mi papá dice—. Esto no puede estar sucediendo.
—No —mi mamá dice de nuevo.
Asiento con la cabeza. —Es verdad —hombre, siento un tipo de libertad que no he sentido en mucho tiempo. Quiero compartir esto con rocio. Supongo que ahora es tan buen momento como cualquier otro para decir la otra noticia que he estado guardando.
—Sé que esto es otra bomba que estoy dejando caer, pero rocio y yo estamos saliendo. No era mi intención que esto sucediera. Lo negué durante mucho tiempo, luego lo oculte por un corto tiempo... y ya no voy hacer eso.
—¿Ella sabe...? —mi papá dice, con su voz desvaneciéndose poco a poco. Sé que está a punto de romper a llorar. Puedo verlo en sus labios y manos temblorosas.
—Sí, lo sabe —miro a mery—. rocio sabe todo.
Mi mamá me mira. Es la primera vez que me mira sin desprecio o desdén desde que fui detenido. Ella sigue moviendo la cabeza, como si estuviera tratando de envolver su cerebro alrededor de esta nueva y totalmente inesperada información.
—mery, ¿Cómo pudiste? —mamá pregunta, sus palabras saliendo lentamente—. ¿Cómo pudiste mantenerte al margen y dejar que tu hermano fuera a la cárcel por algo que tú hiciste?
—No sé, mamá. No sé. Pero voy a hacer lo correcto —sus ojos hinchados e inyectados en sangre se encuentran con los míos.
—Me voy a entregar mañana.
Rocio:
--rocio, ¿puedo ir? —era la voz de gaston por el teléfono. No sonaba feliz.
—Seguro. ¿Qué está mal?
—Te lo diré cuando llegue allí.
Mi mamá y Lou estaban justamente abajo. No le había dicho lo de gaston. Quería hacerlo. Para ser honesta. He estado reteniéndome porque lo último que quiero es molestarla cuando todavía está tratando de resolver las cosas con mi papá y Lou. Es hora de confesarle a mi mamá la verdad sobre mí y gaston.
Ella hizo a mi padre posponer su mudanza aquí… indefinidamente.
—Mamá, ¿puedo hablar contigo?
Mi mamá, con harina en su cabello y una zanahoria en la mano, levanta la vista de la tabla de cortar. —¿Hay algo mal?
—No. Es solo que… si no fuera por gaston, podría haber renunciado a la vida.
Mi mamá para de cortar. —¿Qué?
—Después del accidente, fue gaston quien me hizo comprender que la vida valía vivirla.
—rocio, eso es un puñado de tonterías.
—No, mamá, no lo es. ¿Quieres saber por qué?
—Estoy segura de que me lo vas a decir sin importar lo que diga.
No sé cómo va a reaccionar. No está exactamente feliz, pero al menos está escuchando.
—Porque él me sacó de mi depresión. Ni siquiera lo viste porque estabas tan feliz de que estuviera en casa y no viviendo en hospitales. Pero no era feliz. Era miserable hasta que gaston regresó de la cárcel y me ayudó a entender que yo valía algo aunque tuviera una discapacidad.
—¿Por qué me estás diciendo esto ahora? —pregunta mi mamá.
—Porque viene para acá, y quiero que estés preparada… —sonó el timbre—. Ese es él, mamá. Solo, se agradable y no lo juzgues hasta que yo te cuente todo.
Me apresuro para abrir la puerta. Los ojos inyectados en sangre de gaston me saludan. No dice nada; solo me acerca y me abraza con fuerza justo en las escaleras de la parte de delante de mi casa.
—Hoy vi a mi mamá —murmura en mi cabello—. Oh, Dios, rocio, fue tan horrible. mery les dijo a nuestros padres que fue ella quien te golpeó.
Sé que eso probablemente fue la cosa más difícil que mery haya hecho nunca.
—¿Cómo está ella?
—Estaba llorando. Un montón —se aleja, pero sostiene mis manos—. Está decidida a entregarse. No sé qué va a pasar. Acabo de llamar a camilo. Va a venir mañana para aconsejarnos que hacer.
Toqué la frente de gaston con la mía. Puedo ver en su cara cuánto lo está despedazando esto. —Lo siento. Iré contigo. Lo que sea que pueda hacer para ayudar, lo haré.
—¿Qué está pasando? —pregunta mi mamá, confundida—. No sé porque estás aquí —le dice a gaston—, y por Dios, ¿porqué están tomados de la mano?
Tomo una inhalación profunda y aprieto la mano de gaston. Vamos a hacer esto juntos. Lo guío dentro de mi casa y me paro frente a mi mamá y Lou.
—gaston y yo tenemos algo que decirles —miro a gaston a través de mis ojos llorosos—. Sé que esto va a ser una sorpresa, pero traten de entender…
Este tiene que ser uno de los días más duros en la vida de gaston. Mientras se está liberando de la culpa, la realidad incrimina a su hermana a la misma vez. —No fui yo quien golpeó a rocio —dice.
Se aclara su garganta.
—Uhm… —sostiene mi mano con fuerza—. Fue mery.
—Estás mintiendo.
—No lo hace, mamá —le digo.
—¿Por qué? —pregunta mi mamá, lágrimas están cayendo por su cara. Estoy llorando, también.
gaston se encoge de hombros. —Pensé que podría manejarlo mejor que mery. Pensé que le estaba evitando pasar algo que la arruinaría. Yo podría manejar ir a la cárcel, pero mi hermana no. Todo esto se volvió como un espiral fuera de control, y me di cuenta de que estaba equivocado, pero ya era demasiado tarde —él me mira—, y rocio quedo atrapada en medio de toda esta situación.
. —Esto es mucho para asimilarlo rocio, ¿sabías sobre esto?
Asentí.
—¿Cómo pudiste no decirme nada? Soy tu madre.
—No lo averigüé hasta justo antes de que gaston se fuera. No dije nada porque quería que gaston fuera el que lo revelara. De algún modo sentía que ese era su secreto y que él tenía que contarlo. Además, estaba desesperada por parar de revivir el accidente. Quería que se acabara. Tenía que seguir adelante por mi propia cordura —miré al chico que llenó el vacio en mi vida—. gaston me ayudó a entender que no podía dejar de vivir por mi discapacidad.
Mi mamá sacude su cabeza. —Necesito tiempo para digerir esto. Es solo que es… demasiado para mí. Necesito estar sola ahora mismo.
—Lo siento. No quise molestarla.
—Lo sé. Creo que le tomará un tiempo asimilarlo. Dale un poco de tiempo y se recuperará —Lou se gira hacia gaston—. fuiste muy valiente al volver aquí.
—No me siento valiente ahora mismo. Mi vida familiar es un desastre, y tengo a dos tipos quedándose en la casa de mis padres conmigo porque están lidiando con la misma clase de secuelas con las que estoy lidiando yo.
Lou se detiene por un momento, entonces sonríe.
—Tengo una proposición para ti —le dice a gaston—. La casa de mi madre está vacía. Si tú y tus amigos quieren quedarse ahí por un tiempo, y pagan suficiente alquiler para cubrir las utilidades y los impuestos de la propiedad, es tuya.
—¿Habla enserio, señor? —pregunta gaston, completamente sorprendido.
Lou asiente. —Sé que mi madre pensaba que eras un buen chico y quería ayudarte. Creo que es el destino; es de la forma en que mi madre lo hubiera querido. ¿Qué dices?
gaston sacude la mano de Lou enérgicamente.
—Diría que ha hecho un trato.
Cuando estoy caminando con gaston de regreso a su casa así podríamos pasar tiempo con mery y darle las buenas noticias a jaime y Julio, gaston dice: —Lou es un buen tipo.
—Lo sé. Espero que mi mamá supere el miedo a amar a otro hombre que no sea mi papá.
—¿Cuáles son tus miedos? —pregunta—, sobre nosotros, quiero decir.
—Después de hoy no tengo ninguno, porque… —le doy la respuesta honesta, la que he guardado durante mucho tiempo—, porque te amo.

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