jueves, 20 de octubre de 2011

RETORNANDO AL PARAISO CAPITULO 14

ROCIO:
--mamá, no es para tanto.
—¿Cómo puedes decir eso, rocio? Claro que es para tanto.
He estado sentada en la mesa de nuestra cocina por los últimos veinte minutos sin ser capaz de comer algo de la comida puesta delante de nosotros porque estoy demasiado ocupada siendo sermoneada por mi madre sobre los peligros de estar en el viaje de Nuevo Comienzo con gaston. Anoche ella apenas habló conmigo. Ahora está dándome un sermón.
—Estoy consternada de que el coordinador del programa permitiera que esto pasara.
Mamá…
—Pudo haberte lastimado.
Mamá…
—Si piensas que el gaston que viste en ese viaje es el mismo chico que vivió junto a nosotras cuando estabas creciendo, piénsalo de nuevo.
Mamá…
—¿Cómo puedo confiar en que tomarás la decisión correcta cuando estés a cuatro mil millas de distancia en España, rocio? Si crees que está bien viajar por todo el Medio Oeste con ese chico, ¿qué otras decisiones irresponsables vas a tomar? —Agarra el tenedor y pincha la pechuga de pollo—. Para ser honesta, esperaba que cuando se fuera, sería para nunca más volver.
—Se fue para no volver, mamá —le dije—. Ni siquiera pensó que sería recibido de vuelta en Paradise, y le dije que estaba equivocado. Le dije que las personas le darían otra oportunidad y no lo juzgarían —tomé la servilleta de mi regazo y la puse sobre la mesa —. Supongo que estaba equivocada.
—¿Por qué te has vuelto tan rebelde repentinamente? —pregunta ella cuando me levanto y agarró mi bolso.
Suspiro.
—No lo estoy, mamá. Sólo estoy frustrada. Te quiero, pero en algunas ocasiones tienes que confiar en mí.
—No puedo. No cuando se trata de gaston. Su familia sigue luchando para recuperarse del dolor y sufrimientos que él nos causó a todos nosotros. Fuiste físicamente lastimada por su estupidez temeraria. ¿Cómo puedes protegerlo? ¿Porque es un chico guapo? Afuera está lleno de chicos así, cariño. Confía en mí.
Ya no puedo seguir escuchando.
—Volveré más tarde —digo mientras salgo caminando de la cocina. Me doy la vuelta antes de salir y digo. Te quiero, mamá. Lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé. Te quiero, también.
—Entonces confía en mí. No defiendo a gaston porque sea guapo. Lo defiendo porque no se merece todas las cosas malas que le han pasado —levanto mi mano cuando creo que ella va a interrumpirme—. Cometió un error. Mamá, todos cometemos errores. ¿No merecemos todos una segunda oportunidad?
Me dirijo a la casa de la sra reynolls en el Cadillac que me dio en su testamento. La extraño tanto. Ella fue la persona que me instó a perdonar a gaston, y tenía razón. Al principio yo no quería. El simple hecho de mirar a gaston cuando regresó de la cárcel hacía a mi pulso acelerarse y a mi cuerpo temblar de ansiedad.
Pero entonces hablamos. Mucho. Antes de que me enterara de que él no era quien me golpeó, lo perdoné. Y me enamoré de él.
Me detuve en la casa, esperando que estuviera desocupada. Lou, el hijo de la Sra. Reynolds y el novio de mi mamá, está parado regando el césped. Hay un cartel de Se Vende en el frente.
—Hola, rocio—dice—. ¿Qué te trae a este lado de la ciudad?
—Quería revisar los narcisos de la parte de atrás —le digo.
—. El Mercado está muerto por acá, así que probablemente no voy a poder venderla pronto —suspira. Sé que creció en esta casa y que tiene un valor sentimental para él. Su mamá, la Sra. Reynolds, se fue, pero su espíritu aún permanece aquí—. ¿Dónde está tu mamá? —pregunta.
—En casa —supongo que debo contarle sobre el drama al volver a casa—. Se volvió loca porque no le conté que gaston se había unido al viaje de Nuevo Comienzo.
—Me llamó por eso hace unas cuantas horas —me dice—. ¿Quieres hablar de eso?
—Supongo —caminamos al patio trasero, lado a lado. Mi papá nunca caminó conmigo en ningún lugar. Nunca se interesó por mí, o mamá. Solía rezar para que volviera. La última vez que hablamos fue hace meses. Dijo que vendría a verme graduar de la escuela secundaria, pero nunca lo hizo.
Ni siquiera llamó para felicitarme el día de la graduación.
.
Si la Sra. Reynolds estuviera viva, le encantaría. Ella me dio instrucciones meticulosas de cómo plantar cada bulbo, Deseo que gaston estuviera aquí para verlas. Él hizo el gazebo mientras yo plantaba los bulbos de los narcisos, ambos trabajando como esclavos para complacer a la Sra. Reynolds.
—Mi mamá está loca porque no me bajé del viaje cuando descubrí que gaston estaba en él —le digo a Lou.
—Tienes que admitir que ella tiene rezones para desconfiar de él.
—Lo entiendo, pero… —no sé cuanto contarle. Si descubre que gaston no me golpeó con el auto, tendrá que decirle a mamá. Si ella lo sabe, intentará averiguar quién me golpeó en realidad. Y el círculo vicioso se repetiría.
No quiero que pase. Ya que gaston no quiere volver a Paradise, no vale la pena el caos que causaría.
—No es como si fuera volver a Paradise. Él no lo hará.

—¿Cómo te sientes con respecto a eso?
—No lo sé —miro a Lou, meciéndose a lo lejos. Me recuerda a su madre. Nos acercamos en el viaje. Fue agradable.
—¿Debería preguntar cuan cerca?
—Probablemente no.
—La quería —le digo. Trato de no pensar demasiado en su pérdida, o me quebraré y lloraré. La Sra. Reynolds fue una dama fuerte y no querría que llorara por ella. Aunque me hizo trabajar como esclava, la apreciaba. Fue la primera persona después que llegué a casa tras el accidente que no me trató como si tuviera una discapacidad.
—Ella te quería, también. Y supongo que le gustaba gaston—dice él, señalando al mirador que sabía que gaston había construido por sí solo. Él había sido asignado a trabajar aquí para terminar su servicio obligatorio a la comunidad—. Mi mamá siempre decía que yo no guardara rencores. Decía que habían arruinado su vida.
—Me gustaría que mi mamá pensara del mismo modo.
—¿Quieres que hable con ella de eso? —me pregunta—. Tal vez pueda suavizar las aguas un poco.
—Eso sería estupendo.


Aclara su garganta y dice:
—He tenido la intención de preguntar esto hace un tiempo, pero no tuve el valor suficiente antes de que dejaras el programa de Nuevo Comenzar y ahora que estás aquí…
Aclara su garganta nuevamente.
—Me gustaría pedirle a tu madre que se casara conmigo. ¿Estaría bien para ti, rocio?

GASTON:



camino hacia mi casa, la más grande de toda la cuadra. La casa de rocio, al lado, es prácticamente eclipsada por la nuestra.
Mi casa luce familiar y sin embargo… de alguna manera totalmente extraña para mí.
¿Cómo vuelves a casa luego de haber huido? Si abro la puerta y solo entro como solía hacerlo, ellos pensarán que soy un intruso. Un extraño.
¿Me tratarán como uno una vez que me hayan dado un vistazo?
Miro atrás hacia la calle, preguntándome si debería retirarme y olvidar volver a casa. Puedo volver sobre mis pasos y desaparecer de nuevo. Nadie lo sabría, y sería más fácil que lidiar con el drama apunto de desarrollarse. Pero desaparecer sería la manera cobarde de salir.
No soy un cobarde.
Ya no más, al menos.
Pongo mi mochila abajo y toco el timbre. Mi pulso se acelera un billón de veces por segundo, como si acabara de haber corrido una maratón. Diferentes escenarios de cómo mis padres y mi hermana reaccionarían, están volando por mi cabeza.

Escucho pasos. ¿Es mi mamá, mi papá o mery? No tengo tiempo de pensarlo mucho porque la puerta se abre y mi hermana está parada enfrente de mí.
Mi hermana.
Por la que fui a la cárcel. Todavía tiene su cabello teñido de negro, de color marrón claro en las raíces, pero su ropa no es tan extraña como cuando me fui.
Mi garganta se seca al mismo tiempo que las lágrimas inundan sus ojos.
—gaston —ella lloriquea—. Volviste.
—Por un rato, al menos —me las arreglo para decir.
—rocio dijo que te iba a instar a volver a casa, pero no le creí —sus manos están rígidas a sus costados—. No puedo creer que estés aquí.
—Bueno, créelo —estiro mi cabeza para ver si hay alguien más en casa–. Sí, entonces, eh… ¿puedo entrar?
Ella abre más la puerta y retrocede.
—Sí —dice lentamente—, uhm, papá no está en casa. Fue a visitar a mamá.
—¿Visitar a mamá? ¿Está en rehabilitación ahora? —oh, demonios. Tal vez sea peor de lo que pensaba.
—Ha estado ahí por un tiempo. No es su primera vez.
—Invité a un amigo a quedarse —digo.
— ¿Quién?
—Su nombre es jaime.
— ¿A dónde vas? —mery pregunta, su voz claramente en estado de pánico.
—A mi habitación.
—¡Espera! —mery grita, pero es muy tarde.
Abro la puerta de mi habitación. O lo que solía ser mi habitación. Ha sido convertido en una oficina. No hay cama, no hay cortinas, no hay armario lleno de ropa. Wow, hasta se deshicieron de mis trofeos. Ninguna señal de mí por ninguna parte.
En ocho meses toda evidencia de mi vida ha sido borrada.
Tengo la sensación de que volver aquí fue el mayor error de mi vida.
ROCIO:
mi madre se va a casar.. Quiero escribir una carta a Vanessa. No quiero que ella piense que me olvidé de la promesa de escribirle.
Me siento apoyándome en el gran árbol en el parque donde gaston y yo nos besamos por primera vez. Me siento en paz aquí, y me pregunto si gaston lo está haciendo bien en Arizona o dondequiera que esté.
Escribo sobre el viaje de Re-COMENZAR, y le digo a Vanessa sobre cómo Lou me pidió permiso para casarse con mi mamá. Pensé en escribirle una pequeña nota, pero al final me dejo llevar. Le hablo de gaston luna jaime... para entonces he llenado el anverso y reverso de tres páginas.
Cuando llego a casa, vicco me llama. Él está muy nervioso acerca de ver a su novia de nuevo.
—Te necesito como un parachoques —dice vicco—. Mi ex aceptó salir conmigo mañana por la noche. Te necesito allí.
—No voy a ser el tercero en discordia, vicco —eso es lo último que quiero.
—Las cosas con ella han estado tensas desde el accidente. Sé que ustedes dos se llevaran bien... sólo... vamos, rocio. Es necesario que me ayudes a romper el hielo. Porfaaaa. Ya sé que no te vas a ir a España, hasta dentro de un par de semanas. ¿Qué otra cosa estás haciendo aparte de estar de mal humor por gaston?
—No estoy enfadada.
Se ríe.
Está bien, quizás vicco tiene razón. Debo salir con él y su ex mañana, y demostrarme a mí misma que no estoy viviendo en el pasado.
—Está bien, está bien —le digo a vicco—. Pero, ¿a quién encontraré para salir conmigo?
—Sé aventurera —dice vicco, totalmente emocionado—. Te voy a encontrar una cita. Dame tu dirección y estate lista para salir mañana a la noche a las seis.
Después de colgar, me voy a mi habitación. Hay una nota en mi cama. Es de mi mamá, que me decía que mi papá llamó y quiere hablar conmigo. Hago una bola con la hoja de papel, la tiro a la basura, y me siento en mi cama mirando el bote de basura. ¿Qué es tan importante que quiere hablar conmigo ahora?
Odio a mi papá, pero aún lo quiero. Sé que no tiene sentido, pero de nuevo, no hay nada en mi vida que tenga sentido últimamente.
Me siento como una hipócrita diciéndole a mi mamá sobre darle otra oportunidad a gaston cuando no estoy dispuesta a darle a mi padre otra oportunidad. Cojo el

teléfono y marco el número de mi padre. Aguanto la respiración cada vez que el teléfono suena.
—Cariño, ¿eres tú. Me mudaré de nuevo contigo y tu mamá.
¿Qué?
No.
Es un error.
Debo haber oído mal.
—¿Vas a volver? ¿A nuestra casa?
—Sabía que estarías emocionada.
—¿Lo sabe mamá?
Él da una risa nerviosa.
—Por supuesto que ella sabe, tonta. ¿rocio no son grandes noticias? Vamos a ser una familia otra vez.

—Sí —digo sin emoción. Estoy aturdida, y siento que todo mi mundo se acaba de inclinar sobre su eje—. Eso es, uhm… genial.
—Volaré el jueves, y los de la mudanza llegarán el viernes Adiós, cariño.
Espero con impaciencia hasta que mi mamá llega a casa a las seis. Antes de que pueda quitarse el uniforme de camarera. La acorralo en el pasillo.
—¿Por qué dejas que papá venga a vivir aquí?
—Lo llamaste —dice ella, señalando lo obvio. Poco a poco se quita el delantal y las cosas de su brazo.
—Porque se está divorciando y quiere volver a intentarlo.
—¿Así que vas a dejarlo? Nos dejó, mamá. Nos dejó y no miró hacia atrás.
—Él está mirando hacia atrás ahora. .
—¿Qué pasa con Lou?
Empieza a subir las escaleras.
—Lou es genial, pero él no es tu papá. Siempre dijiste que querías que fuéramos una familia otra vez, rocio. Tu papá es el hombre con el que me casé.
—Él es el hombre que se divorció de ti. Y te sustituyó.
—No me faltes al respeto. Tu padre ha cometido un error. Él quiere hacer las cosas bien.
Tengo lágrimas en los ojos.
—Lou ha hecho más de padre que mi propio padre. Él te hace feliz. Él nos hace felices. No lo entiendo, mamá. Simplemente no tiene sentido.
—Rompí con Lou esta noche. Le dije que tu padre regresaba. Terminamos.
—Sólo quiero que seas feliz, mamá.
Ella me abraza y me aprieta fuerte. Está llorando también.
—Yo también quiero ser feliz.
. Cuando suena el timbre, nos asustamos.
—¡Lou! —dice, sorprendida.
Lou sostiene un enorme ramo de rosas rojas en una mano y una caja de anillo en la otra. Se arrodilla en el porche, y noto que sus ojos están enrojecidos e hinchados como si hubiera estado llorando.
—Cásate conmigo, Linda —abre la caja del anillo y toma la mano de mi mamá con suavidad con la suya—. Por favor, dime que no llego demasiado tarde.

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