No puedo hacerme a mí misma detenerme y comprar el café de pablo (otra vez) así que termino llegando al trabajo antes, donde mis opciones son sentarme en el montón de chatarra y fingir que no estoy aquí en el estacionamiento esperando para trabajar (Bien podría llevar un tatuaje que dijera “Hola, no tengo vida” en mi frente) o ir al trabajo y esperar en el cuarto de descanso a que termine el turno actual.
Elijo el cuarto de descanso, donde me puedo sentar sola sin ninguna posibilidad de que alguien me vea sentándome sola. Como, digamos, pablo cuando llegue al trabajo. Además, ya que no he comenzado a trabajar oficialmente, no estoy perdiendo nada de mi sueldo, y… bueno, eso es todo por lo que elegí sentarme aquí. El cuarto en sí mismo es tan deprimente como siempre, paredes de bloques de hormigón, sillas desgastadas, odioso sofá naranjo con gaston…
Con gaston recostado sobre él, leyendo un denso libro con una de esas cubiertas que te dicen “¡Soy un clásico!”. (Tú sabes a las que me refiero, todos tienen fondos oscuros con una fotografía de una anciana o flores o algo. Nunca nada bueno.)
—¿Estás leyendo? —digo. No es que piense que gaston no sea capaz de leer ni nada, pero es sólo… bueno, no es lo que esperaba ver. Me imaginaba que gaston pasaba su tiempo libre haciendo lo que sea que los chicos que no son pablo hacen cuando no están en la escuela..
—Trata de no parecer tan sorprendida —dice gaston—. Leo. Puedo contar hasta 10. A veces incluso puedo escribir mi propio nombre.
—Te he visto escribiendo, así que no estoy tan segura sobre lo último.
—Graciosa —dice él, y deja el libro a un lado—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Alistándome para el trabajo. ¿Por qué estás sentado aquí leyendo…? —le echo un vistazo a la cubierta del libro—. ¿Los Hermanos Karamazov 1? ¿El libro del que hablábamos el otro día? ¡Eso es lo que pablo está leyendo! ¿Por qué lo estás leyendo?
—Bueno, eso es lo que pasa cuando estás en el la misma clase de Inglés.
—Tú no estás en su clase —digo, y luego me doy cuenta de lo que he dicho.
gaston se ríe, maldito sea.
—Vaya, eres una acosadora. No sabía que tenías algo de eso dentro de ti. Pero hay más de una sección de Inglés Avanzado, sabes.
—Lo sé —digo yo, y lo sí lo sé, o algo así.
Yo no tenía idea que gaston estuviera en nada avanzado, sin embargo.
—Séptimo periodo —dice gaston—. En caso de que decidas acosarme.
—Ya he visto suficiente de ti —digo, y golpeo sus pies para que los quite del sofá y poder sentarme—. ¿Cómo es que pablo no sabe que estás en IA también?
—Bueno, yo sigo esperando que él se aparezca durante nuestras charlas diarias… —Él pone sus pies en mi regazo—. Tú novio y yo no pasamos mucho el rato, obviamente.
—Él no es mi lo que sea.
—Sin embargo, desearías que lo fuera —dice gaston—. ¿No es cierto?
—Así que tú, ¿qué, te escabulles a trabajar antes y hacer tu tarea? —Golpeo sus pies, cuando no los mueve, los empujo abajo de mi regazo—. Espera, ¿estás escondiendo tu ingenio del mundo para que así tus amigos no se burlen de ti?
—Sí, es exactamente eso —dice él—. Tú sabes cómo es con tipos como yo. Al minuto en que puedes deletrear palabras de más de dos sílabas, eres golpeado por que te gustan libros para aprender y tales cosas.
—Ooooh, sarcasmo. Ahora sé que debes ser súper inteligente.
—El comal le dice a la olla —dice él con una amplia sonrisa, y se sienta—. ¿Ves lo perfectos somos juntos?
—Oh, cállate —digo—. Es sólo que no pensaba que tú fueras la clase de persona que… tú sabes. No hablas sobre estar en clases avanzadas.
—¿Qué se supone que debo decir?
—No lo sé —digo, pensando sobre pablo y cómo yo siempre sé cuál es su tarea porque siempre la saca a relucir por lo menos una vez durante el turno—. Yo estaría corriendo alrededor agitando esos libros de veinticinco kilos en las caras de las personas, eso es seguro.
—No, no lo harías —dice él—. Tú nunca hablas sobre ti misma. Yo ni siquiera sabía que pudieras hablar hasta que comenzaste a trabajar aquí, e incluso entonces tomó algún tiempo que comenzaras a decir cualquier cosa.
—Tú ni siquiera sabías quién era yo antes de que comenzara a trabajar aquí.
—¿Cómo lo sabes?
Me río, pero el sonido sale extrañamente tembloroso, casi sin aliento.
—De acuerdo, tenías tus ojos en mí desde que me mudé a la ciudad en noveno grado. ¿Mejor?
Entonces, él me mira, y yo siento el mismo extraño tirón que sentí alrededor de él antes. La misma extraña y alarmante sensación donde yo me fijo en gaston. Como, realmente fijándome en él.
—Bueno, no quiero molestarte mientras estás leyendo —digo, sintiéndome un poco asustada, y me levanto—. Te veo en el trabajo.
—rocio —dice él, y yo considero mirar de vuelta hacia él, y me refiero a que, realmente lo considero. Pensando en lo que podría llegar a suceder si lo hiciera.
Pero no. Sólo salgo a mi camioneta y me digo a mí misma que cualquier cosa que sintiera en la sala de descanso era probablemente el resultado de humo del antiguo y espantoso sofá.
Veo a pablo meterse al aparcamiento, e inmediatamente me deslizo hacia abajo para que no me pueda ver. Debería salir e intentar tropezarme con él, pero… bueno, no quiero precipitar las cosas. Quiero llegar a conocerlo. Me estoy tomando mi tiempo, eso es todo.
Pero tengo miedo de pablo. No de él, porque nunca podría hacerle daño a nadie. Puedo decirlo de sólo mirarlo, y cuando finalmente entro al trabajo y lo veo sentado en su terminal, su oscuro cabello cayendo sobre su frente, sé que tengo miedo porque, bueno, ¿por qué a alguien como él le gustaría alguien como yo? Y pensar sobre ello, afrontarlo, da asco.
—Hola —dice pablo, levantando la mirada y sonriéndome. Señala al montón de libros que tiene repartidos por el suelo—. No te creerías la cantidad de deberes que tengo.
—Lo siento —digo, y me siento enfrente de mi monitor. Luego intento pensar en algo más que decir. ¿Por qué es tan difícil hablar con él? ¿Debería ser tan difícil?
Ojalá supiera algo más sobre estas cosas. Pero aparte de cande, ¿a quién tengo para preguntar? Nadie. (Aunque, extrañamente, pienso en gaston por un momento).
Y hablando de gaston, cuando entra, se sienta y me mira. Su pelo rubio tiene pequeños trozos de pelusa del sofá en él. Sonrío por eso, y sus ojos se ensanchan antes de que me devuelva la sonrisa y susurra:
—¿Qué pasa?
—Tu pelo —le digo, y me inclino para quitarle los pequeños trozos naranjas.
—Oh, gracias —dice, y luego mira a pablo.
—Así que, pablo, rocio y yo estábamos hablando sobre amor antes —dice, y me quedo mirándolo.
¿Qué está haciendo?
—¿En serio? —dice pablo, no sonando muy interesado, y se me cae el alma al suelo.
—Sí. Rocio no cree en él, pero yo creo que es posible.
—¿No crees en el amor? —dice pablo, mirándome—. ¿En absoluto? —Suena interesado ahora.
—Creo en el amor —digo.
—De acuerdo, entonces di a alguien que ames —dice gaston—. Te reto.
Voy a asesinarlo.
—Mi madre —digo con los dientes apretados, luego miro a pablo—. Lo siento. gaston está siendo… bueno, él mismo.
—No, es genial —dice pablo—. En realidad, estaba hablando sobre esto con lali ayer, porque no nos ponemos de acuerdo en lo que es el amor es en absoluto. Yo creo que es sobre la libertad y ser quien eres, y ella cree que es una cosa muy restrictiva, donde sólo tienes que estar con una persona. —Mira hacia sus pies—. Tuvimos una especie de gran pelea sobre eso, y dijo que no soy el indicado para ella.
¿Ya no está con lali? Vaya. VAYA. De acuerdo, tengo que decir algo, e intentemos que sea algo bueno.
—Lo siento. —Oh, excelente. Un material de sobresaliente, rocio, en serio.
—Gracias —dice, y levanta la mirada, con una tímida sonrisa en su cara.
¡Está sonriendo!
¡No está con lali!
¡Me está sonriendo!
—¿Así que te dejó? —dice gaston—. Eso es rudo, hombre. ¿Es eso por lo que te vi con esa amiga suya, eugenia, el otro día?
—Estábamos hablando sobre lali, sí —dice pablo, y él y gaston se miran entre ellos un momento antes de que gaston niegue con la cabeza y diga:
—Supongo que no tendrás que comprarle a lali un regalo de cumpleaños ahora, ¿eh?
—gaston, acaban de dejarlo… es decir, han roto con él. Es decir… lo siento —le digo a pablo, y le pongo una cara a gaston mientras le pregunto—. ¿Cómo sabes cuándo es el cumpleaños de lali, de todos modos?
—Está en mi clase de inglés —dice gaston—. Se sienta a mi lado. Y tú dijiste que nunca hablo sobre el colegio.
pablo suspira y me vuelvo hacia él.
—¿Estás bien?
pablo intenta encogerse de hombros, pero termina pareciendo todo roto y triste. Sé que esto es terrible, pero se ve increíble cuando está abatido. También parece como si necesitara a alguien que lo ayudara a ponerlo todo junto de nuevo, y yo quiero que ese alguien sea yo.
—Todavía le voy a dar un regalo —me dice, como si gaston no estuviera en la sala—. Todavía está en mi corazón, y los mejores regalos salen de ahí.
—No quieres decirlo literalmente, ¿verdad? —dice gaston—. Porque no creo que nadie quiera un corazón real. O nada que esté dentro de él.
—Se refiere a algo como un poema, idiota —digo con irritación, y gaston me guiña un ojo, luego se pone de color rojo brillante.
—Estoy pensando en una canción, en realidad —dice pablo—. He estado escribiendo unas cuantas últimamente para mi banda. —Se inclina cerca, lo cual es agradable, pero, ¿una canción? ¿Él escribe canciones?
—O quizás plante un árbol en su nombre —dice pablo—. Algo que sea muy significativo. Algo que ayude a los demás.
—Como una estrella —digo, pablo sonríe.
—¿Te refieres a esos certificados que dice que una estrella lleva tu nombre? A lali le encanta reírse de ese tipo de cosas cursis. Gracias, rocio.
—Ella no estaba bromeando —dice gaston en voz baja, y digo tan uniformemente como puedo:
—Cállate, por supuesto que sí. —Y veo a pablo sonreírme.
Pero la cosa es, que gaston tenía razón. No estaba bromeando.

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