—Sí —dice cande después de que la recojo y le cuento todo acerca de pablo y las galletas de animalito.
—¿Sí, significa algo así como que le gusto, o sí, entiendo que él me dio comida?
—Vamos, rocio. ¿Recordó algo que dijiste hace días y lo compró para ti? Ese es el último comportamiento de un chico adorable.
—Mira, eso es todo. pablo es adorable todo el tiempo. Así que, ¿sólo está siendo tan adorable como siempre, o es extra adorable de la manera “me gustas”?
—¿Tienes que analizar exageradamente todo? —cande dice, apoyando sus pies sobre el salpicadero—. Si algún chico guapo me comprara algo. Seria... bueno, yo no estaría consiguiendo llegar a casa contigo, eso es seguro.
—Sí, lo harías.
Ella suspira.
—Tienes razón, soy una cobarde. También se supone que averigüe una forma de vender veinte pares de jeans mañana por la noche. ¿Cómo puedo hacer eso? ¡No puedo obligar a la gente a comprar cosas!
--Te traeré algo de dinero mañana para la gasolina, sé que te debo.
Agito la mano hacia ella.
—Tengo suficiente en el montón de chatarra para algunos viajes más. Además, no es como si vivieras a miles de millas lejos de mi casa.
—Y sin embargo, nunca he ido a tu casa.
—Conoces mis reglas. Nadie entra en la casa, ni siquiera tú. Lo último que necesito es gente que vea a mamá en su… estado natural.
—¿Es tan malo?
—¿Quisieras ver a tu madre caminando en ropa interior todo el tiempo?
—Buen punto —cande dice—. Oye, ¿qué dijo gaston sobre el asunto de las galletas de animalitos?
—Oh, fue él mismo como siempre. Además, aún está recordándome sobre la ocasión en que tuvo que recargar la batería de la camioneta. Todas las noches dice: “¿Crees que tu carro arrancará?”
—mis padres están esperándome —dice cande, mirando por la ventana—.Ahora, dime lo que vas a decirle a pablo en el trabajo mañana.
—¿Gracias por las galletas de animalito?
—¿No dijiste eso ya?
—Sí, dos veces. Soy patética.
—No eres patética. —cande dice—. ¿Por qué no le preguntas qué hará el fin de semana?
Estoy en silencio por un segundo mientras me detengo cerca de su casa y luego la miro.
Las dos estallamos en carcajadas.
—Oh, sí —digo—. ¡Y entonces le daré mi número de teléfono! ¡Y le diré que me llame! Por favor.
—Vale, vale —dice cande—. ¿Qué tal…? ¡Oh! ¡Lo sé! ¿Qué le gusta comer?
—Mocha latte de cuatro dólares.
—Consíguele uno. Como, cómprate uno y luego un segundo, y dile que estabas comprándote uno y pensaste en él, como él lo hizo contigo.
—Ooooh, me gusta eso —le digo—. Pero yo odio el café. Tú lo sabes.
—Deja de ser tan torpe a propósito. Cómprate un chocolate caliente o algo.
—Pero ¿y si…?
—¿Qué? ¿Si te invita a salir? ¿Si dice que le gustas? ¡Oh, no!
—Muy bien, muy bien. Le voy a comprar el café.
—Vaya, mírate hablando de algo que quieres hacer. ¡Es un milagro!
—Ja, ja. —Le doy un codazo.
Me sonríe, y se baja del carro, y después se vuelve hacia mí.
—¡Lo digo en serio! ¡Cómprale café!
Me despido con la mano mientras me alejo, y trato de imaginarme comprándole café a pablo. Puedo verme a mí misma haciéndolo, más o menos.
¿Pero en realidad darle el café? Eso no puedo verlo. ¿Qué tal si él dice que no lo quería? Entonces, me vería como una idiota.
.
Tengo una clase con pablo, y esa es la mejor parte de mi día.
Desearía tener todas mis clases con él, así me podría sentar cerca de él, y mirar su nuca y después imaginar que se giraba, se levantaba, venía hacia mí y...
De cualquier manera, sólo tengo una clase. Gobierno.
Hoy, pablo está escribiendo. Si me sentara inclinada hacia delante y todo hacia la derecha, de manera que estuviera poniéndome al borde de mi escritorio, podría sólo divisar un pedacito de la pagina de su cuaderno.
No es la posición más cómoda, pero puedo ver palabras reales, y él parece estar escribiendo sobre el amor porque veo palabras como “corazón” y “mente”.
Además, veo la palabra “Fyodor”, lo que me confunde hasta que recuerdo que pablo estuvo leyendo Los hermanos Karamazov. Yo en realidad compré una copia después de la primera vez que lo vi con él, pensando que yo lo leería y podríamos hablar acerca del libro.
Pero no llegué muy lejos. Las letras eran pequeñas y lo que leía parecía entre una especie de historia y una especie de demasiados pensamientos acerca de complicadas cosas como la naturaleza humana. Honestamente, no lo vi como algún tipo de historia de amor, pero entonces pablo lee una gran cantidad de libros pesados regularmente, y yo no.
Y lo que pablo escribe... bueno, nunca lo he visto, más que simples vistazos que obtengo en clase, pero puedo decir que es poesía porque él nunca escribe más de una página, y un par de veces he divisado palabras que riman.
¿Puede ser más perfecto? Inteligente, dulce, sexy, ¿y escribe poesía? Tengo que comprarle hoy un café. No será tan difícil.
Escribo en mi cuaderno “¡COMPRAR CAFEEE!”, para hacerlo más real, y una bola de papel aterriza en mi escritorio. No tengo que adivinar de quién es. Me siento en la parte de atrás de la clase, en la última silla a la izquierda de la habitación (es mi lugar favorito para sentarme en todas las clases).
Pero en esta, gaston se sienta al otro lado de mí.
Desearía que se sentara adelante, donde un par de idiotas y seguidores de idiotas se sientan, pero no, él está aquí y ha estado desde que fue cambiado de lugar por hablar, alrededor de una semana después de que empecé a trabajar en BurgerTown.
Su papelito dice: “¿Qué estás haciendo?”. gaston solía tratar de hablarme fuera del trabajo algunas veces, solía acercase a mí, aquí en la escuela, pero se ponía todo rojo y a mí me molestaba que se avergonzara por estarme hablando, y me alejaba para no abofetearlo, y después de un tiempo, se dio por vencido.
Entonces, empezaron las notas. Al principio, me volvía loca porque escribía cosas como: “Oye, ¿en realidad estás tomando notas?”, como si él me conociera o algo. Como si le importara o lo que sea.
Le ignoraba, pero las notas continuaban llegando, y la quinta nota que él alguna vez me lanzó fue una lista de todos los códigos de órdenes de BurgerTown. Nuestro jefe había dicho que me daría una lista en mi primer día (aún no he visto en realidad una lista oficial), y si no hubiera sido porque gaston enlistó que “CC” significaba “efectivo” y “CD” significaba “tarjeta de crédito”, yo estaría aún jodiendo los pedido.
Así que el día después de que él me dio los códigos, cuando me aventó un pedazo de papel que decía: “Te apuesto 10 dólares a que mery no se presenta hoy a trabajar”, le respondí: “Veinte a que ella realmente no existe. P.D. Gracias por los códigos”.
Él realmente me hizo pagarle los veinte cuando mery apareció en el trabajo durante diez minutos la siguiente semana, pero me los devolvió cuando terminamos el turno, diciendo que ya que mery no había en realidad hablado, su existencia estaba aún en duda o, en sus palabras:
—¿Viste que ella no habló? Estoy pensando que probablemente es un fantasma. O una complicada animación por computadora. Oye, ¿quieres estas galletas que compré? Pensé que eran de chispas de chocolate, pero son de chispas de nuez, y yo odio las nueces.
—Los fantasmas y las animaciones por computadora difícilmente usarían tanto perfume como ella —dije, el rió y felizmente recibí de vuelta mis veinte dólares, y las galletas.
El dinero había estado un poco reducido entonces, y yo había estado comiendo sándwiches de pan con mostaza en el trabajo. Y en la escuela. Y en casa. Sabían tan mal como suenan, pero mamá había estado teniendo problemas de dinero porque algo había ido mal con su sistema de pago en línea y se tardó unos días en ser reparado, y yo había estado esperando aún mi primer cheque de BurgerTown.
Ahora escribo en respuesta: “Estoy aquí sentada. ¿Qué es lo que parece que estoy haciendo?”
“Teniendo una convulsión. No sabía que el cuello de un humano pudiera moverse así”
“Divertidísimo”, le respondo, y después la campana suena.
Café, me recuerdo mientras me dirijo al pasillo, moviéndome rápido de manera que pueda darle un rápido y último vistazo a pablo antes de que se desvanezca por el pasillo. (Bueno, realmente en brazos de lali, pero lo bastante cerca).
Un moca latte. Eso es todo. Puedo hacerlo. Lo haré.
Lo haré.
Excepto que no lo hago.
Tengo intención de hacerlo, realmente, pero cuando la escuela termina y manejo hacia el trabajo, no puedo detenerme en la cafetería a la que sé que pablo va.
Quiero decir, podía detenerme, los frenos de mi camioneta funcionan. La mayoría de las veces. Pero la idea de llevarle el café y decirle: “pablo, traje esto para ti”… ¿Qué tal si ya tiene café? ¿Y si ya no bebe moca latte? ¿Y si le compro uno, se lo ofrezco y él me dice: “No gracias, no lo quiero”?
Entonces, yo sabría que no le gusto.
Y, de acuerdo, mientras estoy bastante segura que no le gusto, por lo menos hasta ahora puedo fingir que podría gustarle (y me encantaría aferrarme a ello).
Sin embargo, pablo no tiene café cuando llego a trabajar, e incluso dice:
—Hombre, desearía haberme detenido a comprar un moca latte antes de venir. Odio que las maquinas despachadoras no tengan nada que no esté lleno de azúcar y químicos.
—Yo también —digo, ahora deseando tener una maquina del tiempo para poder regresar y comprar el café después de todo, y entonces me doy cuenta que mi lata de soda “llena de azúcar” está puesta justo encima de mi terminal. Me inclino un poco, tratando aparentar una especie de postura casual, y bloqueo el refresco de su vista. O, al menos, espero estarlo bloqueando.
—Sí tienen agua —dice gaston—, nada objetable en eso, ¿correcto?
—Sigue siendo dinero forrando los bolsillos de una corporación adinerada.
—Cierto —dice gaston—. No como esos combativos artistas en Coffe Inc., con sus tiendas cada tres pasos y todo.
—Ellos se lo regresan a la comunidad —dice pablo, sacudiendo la cabeza hacia gaston que resopla pero dice:
—Está bien, hombre, como sea.
Tomo ventaja del momento y muevo mi soda al piso, y entonces digo:
—Me gustan los muffins de Coffe Inc. —Porque quiero que pablo continúe hablando y porque sé que los muffins definitivamente ayudan a gente necesitada. La caja tiene un pequeño mensaje junto a ellos que dice que el 10% del costo será donado a los niños de la caridad. candedice que imagina que esa es la razón por la que te cobran $3.75 por ellos.
—Están buenos —dice pablo—, aunque ni remotamente tan buenos como las galletas de animalitos.
Eso significa algo, ¿cierto? Yo pienso que sí.
Y luego él sonríe.
En mis adentros todo se derrite y prometo que le compraré un café mañana, seguro. Y le preguntaré lo que hará el sábado, y…
Y entonces, él toma su libro y empieza a leer.
Olvida el café. Interpreto demasiado todo. pablo estaba simplemente hablando, lo cual la mayoría de gente hace, y tengo que recordar eso. Suspiro.
¿Por qué es todo esto tan difícil? ¿Por qué él tiene que ser tan perfecto y dulce? ¿Por qué?
¿Por qué yo no puedo gustarle?
—Todavía leyendo sobre los tipos rusos, ¿verdad? —dice gaston.
—Por segunda vez —dice pablo, dirigiéndole a gaston una mirada paciente—. Dice tanto que tienes que leerlo más de una vez para entenderlo.
—Oh, cierto, como… Espera —dice gaston, y toma un pedido. Yo tomo uno también, y cuando termino, prácticamente me arranco el auricular porque pablo está hablando otra vez y sé que está diciendo algo intenso. Puedo notarlo porque su frente está toda arrugada. Él sólo hace eso cuando está hablando sobre algo serio.
Apuesto a que se ve así cuando lee su poesía. Apuesto a que lali consigue escuchar su poesía. Desearía ser ella.
—Es sobre un montón de cosas —está diciendo pablo—. Es... la agenda de temas universales. Eso es lo que hace que sea literatura de la buena.
—Totalmente —digo, porque incluso si yo no entendí el libro (ni leí la mayor parte de él), sé que él debe tener razón.
pablo me sonríe otra vez.
—¿Lo has leído?
Asiento, y espero que no me pregunte sobre él. O al menos de nada de lo que pasa después de las primeras 15 páginas.
—Oh, entiendo lo que estás diciendo ahora —dice gaston—. ¿Como cuando la esposa de Fyodor muere, hay esa línea completa sobre cómo algunas personas lo ven haciendo una cosa, y otras lo ven haciendo otra, pero sólo una cosa es verdad?
—Exactamente —dice pablo, y yo lo miro fijamente porque recuerdo esa parte y no es lo que yo pensé que sucedía en absoluto. Después de que la mujer de Fyodor muere, algunas personas lo ven haciendo una cosa (estando triste) y otras lo ven haciendo otra (siendo feliz) y ambas cosas pueden ser verdad porque él estaba contento por estar libre de ella y lamentaba que ella hubiera muerto.
Entendí esa parte porque sonaba exactamente como algo que Jackson haría.
—No sabía que hubieses leído el libro —dice pablo sonando sorprendido.
—Sé leer —dice gaston—. A veces incluso puedo deletrear palabras complicadas como f-a-r-s-a-n-t-e.
Verás, aquí es cuando yo gritaría. Pero pablo no. Él sólo sonríe, un poco con sarcasmo, pero ¿quién puede culparle?, y dice:
—Así que, ¿cuál emoción crees que era la verdadera?
—Las dos —dice gaston después de un momento—. Está todo ese asunto sobre la gente que es más ingenua y de corazón simple de lo que pensamos, ¿verdad?
pablo se encoge de hombros y se vuelve hacia su terminal, su expresión parece preocupada, y puedo notar que sabe que gaston tiene razón.
—Toma —dice gaston, recogiendo mi soda del suelo y dándomela.
—Eso no es mío —digo.
—Sí, lo es. Te vi llegar con ella y ponerla…
—No, no es mía —digo, mirando a pablo. Por favor no dejes que él vea esto.
—Oh —dice gaston, y pone la soda otra vez en el suelo. Lo miro (está bien, pablo ni siquiera está mirándome), y gaston frunce el ceño y se vuelve a su terminal.
En cierto modo me esperaba más de una pelea por parte de gaston porque los dos sabemos que sí es mi soda, pero está bien. Muy bien, incluso. Y cuando le llega un cliente, yo deslizo mi silla hacia la de pablo.
—Hola —digo, y me mira.
—Hola. —Él aún parece un poco alterado.
—Yo sólo… Creo que es realmente genial que leas, ¿sabes? En público, quiero decir. Todos los chicos de por aquí, todo sobre lo que hablan es de deporte y de sus coches y cosas así. Tú hablas sobre cosas reales.
—Gracias —masculla pablo, y entonces me sonríe. Una preciosa sonrisa que hace que mis rodillas se debiliten aunque estoy sentada—.
—rocio, tienes un pedido.
¿Por qué tiene gaston que trabajar aquí? ¿Por qué?
—Lo sé —digo a través de los dientes apretados, aunque no lo sabía, y me deslizo de nuevo a mi terminal.
. Cuando he finalmente terminado y levanto la vista de mi terminal, Josh se ha ido de la habitación.
—Volverá —dice gaston—. Tuvo que ir a conseguir un poco de café. Y probablemente a buscar a alguien que le explique el libro que supuestamente está leyendo, de manera que pueda “divagar” sobre explorar la vida o lo que sea.
—¿Así que ahora escuchas mis conversaciones?
—Nos es que tenga a alguien más a quien escuchar —dice gaston, pero su cara se está poniendo roja—. Y mira, entiendo que te gusta o lo que sea, pero sabes que sólo actúa como si le importaran las cosas, ¿verdad? Si a él realmente le importaran, ¿no haría algo más que sentarse por aquí y beber café?
—Él hace cosas —digo—. Va a reuniones.
—¿Reuniones? Oh, ¿te refieres a que va y bebe café, y habla sobre lo mucho que se preocupa por las cosas y sobre el gran misterio de la vida? Tienes razón. Él es prácticamente un santo.
—Y tú estás haciendo mucho para ayudar con… ¿Qué es, de nuevo? Oh, es verdad. Nada.
—Oye —dice, inclinándose hacia mí—. Puedes preocuparte sin decírselo a todos. Quiero decir, ¿no te parece que realmente preocuparse por alguien o algo se trata de en verdad hacer cosas y no sólo hablar de ello?
—Seguro. Pero tú…
—rocio —dice—, ¿realmente crees que no puedo preocuparme por cosas? ¿Por las personas?
—Yo… —digo, de pronto muy consciente de lo cerca que está y cómo estamos totalmente solos, y cómo, de cerca, sus ojos son mas claros. Y cómo mi cuerpo no parece notar que no estoy mirando a pablo, mi alma gemela, sino a gaston, que me vuelve loca.
—rocio —dice otra vez, y yo nunca había notado la boca de gaston (bueno, tal vez un poco), pero es una boca bonita, especialmente cuando está curvada como lo está ahora, como si él pudiera estar pensando en mi boca, como si él pudiera estar…
—Oigan, tenemos pedidos retrasados —dice pablo, y lo veo parado en la puerta, pareciendo un poco enfadado.

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