viernes, 21 de octubre de 2011

PERFECTO CAPITULO 9

Por la mañana, vi a mery. Y ella me vio.
Sé que lo hizo, porque ella me miró justo a mí. Después miró hacia otro lado,
como si hubiese olvidado todo otra vez.
Por un segundo, la odié. Quiero decir, realmente la odié. mery y yo habíamos
hablado, y pensaba que las cosas se habían arreglado, o al menos, más o
menos arreglado entre nosotras. Entonces ¿por qué ella estaba haciendo eso?
Fui a mi taquilla, metí mis libros e ignoré todo lo que había a mi alrededor.
No quería saber si la gente me estaba mirando o si estaban hablando de mí, y
cuando el timbre sonó y se vació el pasillo, también ignoré eso. mery podría
tener su nueva perfecta vida, para lo que me importaba. Era su pérdida.
Realmente.
Ahora, si sólo pudiese creérmelo.
—¿rocio?
Era mery. mery, justo detrás de mí, como ella andaba conmigo todo el
tiempo, y sentí cómo mi furia se evaporaba mientras la veía morderse el
labio, claramente enfadada.
—No tengas piedad de mí —ella dijo—. Vi tu cara cuando entraste. Quería
decirte algo, lo juro. Yo sólo...
Se rompió y miró hacia el suelo, y cuando volvió a hablar, susurró.
—Estoy aterrada, ¿okay? Sé que es estúpido, pero no paro de pensar ―¿qué
pasaría si pablo me viese como realmente soy?. Quiero decir, he perdido peso
y eso, pero realmente no me importan las reuniones vitales, y echo de menos
el coro y me pongo tan mal al oír sobre la nueva ropa de eugenia o a quién odia
hoy que a veces sólo quiero gritar.
—Yo creo que si pablo te oyese cantar, no le importaría que estés en el coro.
Ella me miró.
—Okay, a lo mejor le importaría un poco —dije—. Pero puedes hacer lo que
quieras, puedes ser lo que quieras. ¿Te acuerdas cómo antes lo solías decir?
—Sí, y mira qué bien me ha venido eso. —Su voz era plana. Enfadada.
—Sólo quería decir...
Ella negó con la cabeza. —No te preocupes por eso. Esta mañana está sólo
estresándome. Me perdonas, ¿verdad? ¿Por favor? No quiero que me odies.
Me volvería loca si no supiese que podría contar contigo y que estás ahí para
mí.
—¿Desde cuándo tú no has estado loca? —dije, sonriéndole, y me sonrió de
vuelta, sus ojos brillaron.
—Hablando de locuras, ¿hay algo que quieras decirme, de cierta fiesta y
cierto chico que creía que odiabas? ¿De verdad tú y gaston fueron sorprendidos...?
—¡No lo digas!
—¡Es verdad! ¿Por qué no me lo dijiste ayer?
—Iba a hacerlo, pero... —el timbre sonó, cortándome.
—Mierda. Bueno, los detalles después, porque ambas... bueno, hablaremos de
locuras, ¿verdad? —mery dijo mientras miraba al pasillo.
Asentí, aún sabiendo que no me veía, y me volví hacia mi taquilla, tratando
de ignorar la mezcla de sentimientos, el dolor y el enfado que sus palabras
me habían creado. mery me había hablado en el colegio. Ella me había dicho
que necesitaba saber si iba a estar allí para ella.
A lo mejor las cosas no habían vuelto a ser lo que eran, pero sabía seguro
que mery y yo éramos otra vez amigas, y eso era lo que quería. El último
timbre sonó, pero no me moví, estaba todavía procesando todo lo que había
pasado.
Y paralizada por lo que me temía que iba a pasar cuando finalmente termine
el primer período, donde tendría que hacer frente a gaston.
Mientras caminaba con dificultad hacia mi primer período de clases, mi
visión se puso borrosa y prácticamente podía escuchar a mi corazón golpear
fuertemente. Se hacía cada vez peor a medida que me acercaba más a la
clase, y para cuando lograra llegar, estaba convencida de que si gaston estuviera
tumbado en el suelo desnudo, no lo notaría porque estaría muy ocupada
muriendo.
Estaba equivocada.
Eso fue porque gaston no estaba en el salón. O desnudo. Estaba de pie en el
vestíbulo, escuchando a Jennifer T., quien claramente lo tenía acorralado.
Mientras Jennifer M. vigilaba, ella me vio y entonces le dio un codazo a
Jennifer T., todo mientras me movía para pasar por la derecha de ellos, hacia
el salón.
gaston claramente estaba intentando imaginar por qué lo tenían acorralado en
esa posición en contra de la puerta, mirando alrededor. Cuando me miró, se
veía casi tan extraño como yo me sentía. Como si estuviera pensando
claramente ―oh-mierda-en-qué-estaba-pensando-el-viernes-por-la-noche.
Genial. Ya sabía que los tenía, porque no me había llamado de vuelta, pero
aún así.
—Hola —me dijeron ambas Jennifers, y entonces retrocedieron hacia el salón,
dejándonos a gaston y a mí solos. Nos miramos por unos segundos.
Él fue el primero en hablar. —Hola.
—Hola —mi voz sonó con una relativa normalidad, y sentía mi corazón
retumbar incluso más fuerte. Tal vez no iba a cortarme. Tal vez iba a decir
algo increíble.
—¿Lista para el examen?
O no. —Supongo. ¿Y tú?
Podía ir más allá, pero no quise. Toda la conversación, la cual probablemente
duró unos largos diez segundos, pero se sintieron como si fuera una
eternidad, fue cortes e insípidamente dolorosa. Y entonces el profesor
apareció, oliendo a cigarrillos y preguntando encolerizadamente: —¿Han
notado que sus asientos están dentro del salón, verdad? —estaba feliz de
verlo.
Anduve a tientas a través de mi examen, intentando recordar lo que
supuestamente tenía que aprender, pero en su mayor parte estaba pensando
en lo que significaba la no-conversación que había tenido con gaston. Digo,
sabía que no había sido una buena conversación, pero me había hablado.
Claro que no fue como si tuviera mucha opción, considerando que Jennifer T.
y M. lo habían atrapado dando vueltas por ahí cuando yo había aparecido.
—Señorita, ¿su examen?
—¿Qué? —miré hacia arriba y vi al profesor esperando impacientemente en
mi escritorio.
—El timbre sonó. ¿Su examen?
Se lo entregué.
—Gracias, le sugiero que estudie un poco más en el futuro
Cogí mi mochila, teniendo cuidado de no mirar a gaston, o al menos de no
mirarlo de forma obvia.
—rocio —dijo mientras cogía sus cosas y caminaba hacia mí—. Siento lo de
antes. Las Jennifers en cierto modo me acorralaron, y sabes cómo es eso.
Me dirigí hacia la puerta. —Síp, vi tu cara. Deberías dar las gracias de que
nunca has ido de compras con ellas.
No sabes lo mucho que me costó decir eso, actuar como si no doliera no
mencionar lo del sábado por la noche, pero los años de desilusiones me
entrenaron bien, y no iba a abatirme otra vez. Gaston no iba a abandonarme,
porque yo iba a ir con cuidado, así de simple.
—¿Estás enojada? —dijo mientras me disponía a entrar en el vestíbulo.
—¿Qué? —¿De dónde vino eso?, nunca podría entender a los chicos—. ¿Sueno
enojada?
—Un poco.
—No lo estoy —dije apuradamente. ¿Por qué no se iba?, ya lo había alejado.
¿Qué más quería de mí?
—Oh, está bien. Es sólo que... nunca me llamaste de vuelta y tu abuela, quien
se ve realmente agradable, dijo que lo harías. —Buscó dentro de su mochila y
sacó una bolsa de compras de plástico—. Aquí está tu zapato.
—Gracias. —Lo apiñé dentro de mi mochila, mi mente corría. ¿La abuela le
había dicho que lo llamaría? Pensé que la cosa de ―Querida, llámalo había
sido un intento de consejo. ¿Por qué simplemente no dijo, ―Dijo que lo
llamaras, como una persona normal? —Ella no me dio tu mensaje
exactamente.
—Bien, le dije que tenía tu zapato y que si podías llamarme.
—¿Así que planteaste un rescate?
El rió —No. Pensé… —Habíamos caminado fuera del vestíbulo ahora, y podía
ver a la gente observándonos. Considerando al vernos si realmente estaba
empezando a salir con el deportista más popular .Vi que gaston miró alrededor, lo observé cuando notó que nuestra conversación
se había vuelto pública. Muy pública.
—Creo que el examen estuvo fácil —dijo, dos puntos rojos aparecieron en su
cara y arrojó un ―Después antes de alejarse.
Y así terminé de pie sola en el corredor, mirando sin duda cómo había sido
rechazada por un tipo del que estaba segura de que había unos rumores de
mí concibiendo trillizos con él. La peor parte, es que no había nada que
pudiera hacer sobre eso, y todavía tenía el resto del día por pasar. Diablos,
tenía el resto del año por pasar, sin mencionar el resto de la escuela
secundaria.
Incluso gaston me había rechazado, al menos eso había terminado. Habíamos
terminado. Me dije a mi misma que la sensación de ardor en mi garganta y
detrás de mis ojos, era por el examen que acabada de realizar, y no por
alguien más.
Logré hacerlo hasta el final del segundo período, pretendiendo que no veía a
nadie observándome, pero entonces me topé con gaston otra vez. Estaba en la
entrada del salón cuando terminó la clase. Se veía como si se hubiera peinado
con un tenedor, y hubiese dicho que él quería decir algo diferente antes.
—¿Oh? —dije, mi estúpido cerebro se agitaba con fantasías de él
enrollándome en sus brazos y besándome mientras la gente tiraba flores y
alguien me pasaba las llaves de un automóvil nuevo.
—Sí —dijo, y echó un vistazo alrededor. Una vez más, muchas personas
estaban mirando—. Así que... ¿cómo crees que te fue en el examen?
Si sólo el mundo se hubiese terminado entonces, pero no lo hizo, así que gaston
y yo abordamos lo del examen otra vez.
Y entonces, después del tercer período, lo vi una vez más. Esta vez él se veía
como si se hubiera peinado con un tenedor y tenía una mirada salvaje como
alguien que no hubiera dormido en tres días. ¿El tema de conversación? EL
CLIMA. Fue horrible.
Lo único bueno que vino de toda esta cosa, es que la gente ya no nos estaba
mirando más. Más bien todos, incluso las chicas, miraban a gaston como si se
hubiera vuelto un poco loco. Eso me habría hecho sentir mejor, pero cada vez
que él decía ―¿rochi?, mi corazón comenzaba a martillar, y comenzaba a
tener esperanzas de cosas que nunca pasarían.
Se suponía que la esperanza era algo bueno, pero la estaba comenzando a
sentir como una mala palabra que se supone no debes decir.
Sin embargo, no lo vi antes del almuerzo y después estaba segura de que no
lo vería otra vez. Me imaginé que finalmente se había cansado de lo que sea
que me estaba haciendo. Además, se había agotado cada estúpido tema de
conversación. Digo, ¿de qué más podríamos hablar luego de haber
conversado sobre el clima?
Del hecho que tenía arroz en mi pelo.
Sí, es verdad, aparentemente no había sido humillada lo suficiente en mi
vida, porque cuando vi a gaston mientras dejaba la cafetería. Realmente caminé
directamente hacia él.
—Hola —dijo—. Yo... me preguntaba si... ¿sabes que tienes arroz en tu
cabello?
—No —dije escuchando que mi voz se agrietaba y me odiaba por eso, por
dejarlo llevarme otra vez. Me dirigí al baño de mujeres, prácticamente
empujándolo del camino. Él miró tristemente, pero sabía que veía cosas. gaston
se veía divertido o adorable y a veces aburrido, y yo era la chica con arroz en
el pelo.
—. ¿Quieres que te preste esto?
Realmente habría cosido mis ojos cerrados, pero no rechazas la amabilidad
de chicas como Sarah. Bien, algunas personas lo harían. Personas que tenían
autoestima, por ejemplo. Pero acababa de perder mi cerebro y había tomado
el gesto de amabilidad de alguien así.
—Gracias —dije, y tomé el cepillo.
—Seguro —dijo Sarah—. Escuché que gaston dijo que regresó ahí. Y lo vi
hablando contigo en el segundo período también, Es una cosa para todos....
lo que sea, después que comenzaron a salir, está actuando muy extraño.
—Sí —dije y arrastré el cepillo por mi pelo tan rápido como podía, esperando
no discutir sobre lo que pasó el viernes en la noche con ella o nadie más—.
Gracias.
—De todas formas —dijo, metiendo su cepillo en su mochila y revisando su
maquillaje—. Lo que quiero decir es que a veces los chicos apestan,
¿entiendes?
—Lo hago —dije y entonces salí del baño y me sentí...
Casi me dio
pena las cosas que había pensado de ella antes. Sabía que una mejor persona
se sentiría apenada por eso, pero entonces la mejor persona probablemente
no había visto a Sarah restregándose contra el chico que me gusta.
Espera, solía gustarme. Y definitivamente no íbamos a hablar otra vez.
Pero cuando salí de mi última clase, gaston estaba ahí.
Salí caminando del vestíbulo y lo vi. Se veía como si estuviera a punto de
vomitar y claramente me estaba esperando porque dijo ―rochi, y entonces
cuando salí comenzó a caminar junto a mí.
No puedo decir lo horrible que se sintió saber que lo hacía verse como si
fuera a vomitar. La siguiente cosa que sabía, es que me iba a mirar e iba a
comenzar a convulsionarse. No podía esperar salir de la escuela y alejarme
de él, de forma que pudiera dar la vuelta y alejarme caminando.
—Oye —dijo siguiéndome—. Necesito hablar contigo.
Lo ignoré. O al menos pretendí hacerlo.
—En serio, rocio.
Comencé a caminar más rápido, pero me alcanzó, y anduvo a mi mismo paso
junto a mí.
—Mira, he intentado decirte algo todo el día, y si solo me dejas…
—Bien —me detuve a medio camino del vestíbulo, sin preocuparme de lo que
dijera la gente. Lo había tenido. Intentando, con dificultad, pretender que mi
vida no era una gran bola de mierda. Intentando con dificultad actuar como
si en cierta forma pudiera detener que se pusiera peor—. Di lo que sea que
quieras decirme ya, porque no puedo tener otra maldita conversación contigo
sobre el clima.
Su cara se puso roja otra vez. —Quería saber si te gustaría salir alguna vez.
Quiero decir, conmigo. Y sin… —El gesticuló alrededor de nosotros, con su
cara todavía roja, pero con una sonrisa asomándose—. Una audiencia.
Sí, mi cerebro gritó. ¡SI! pero sólo una parte de mi cerebro. El resto, la
pequeña parte racional, recordó cómo las personas nos miraban en el primer
período, y cómo sus expresiones cambiaban con cada ―conversación
nuestra. Cómo comenzarían a mirarnos
gaston se había hecho a sí mismo actuar como un tonto, y sabía que era lo
suficientemente inteligente para entender eso. Y qué mejor forma que
redimirse a sí mismo que preguntarme si quería salir, especialmente
considerando que nunca lo ha había preguntado antes. Él no quería una cita.
Todos sabían eso. Yo lo sabía.
Eso fue un gran gesto. Un gran momento. Podía adivinar por qué lo hacía. Y
entonces, por la esquina de mi ojo, vi a Sarah, sabía que se había marchado,
porque ella no me disparaba miradas de solidaridad. Ella miraba a Will, como
si estuviera haciendo algo increíble. Él había arreglado las cosas por su
cuenta. Todo lo que tenía que hacer era seguir la corriente y tener la cita de
mis sueños.
—No —dije.
—¿No? —él se vio alarmado, como confirmado lo que ya sabía, él
invitándome a salir, no era por mí del todo, peo aún así dolía. Dolía mucho.
—Así es —dije—. No quiero salir contigo. No quiero hacer nada contigo.
Tuvimos una aventura, y luego me humillaste. He tenido suficiente de ti.
Y así fue como dije mi punto, conseguí terminar algo antes de que terminara
conmigo.
No era lo que quería. Pero entonces, ¿qué había en mi vida que quería?
El trabajo estuvo raro.
—¿Cómo es que nunca me llevas al cine o me invitas a ir a cualquier lado
contigo durante las horas de trabajo? —dije yo, a mi papa
—Pues, yo… tú siempre estás haciendo la tarea o arreglando las cosas en el
área de almacenamiento. —Dijo papá, y yo aclaré mi garganta, avergonzada
de que él pensara que estaba trabajando tan duro cuando en verdad la mayor
parte del tiempo lo había pasado besándome con gaston.
—Además, cuando te invito a tomar café o a buscar algo para comer, siempre
me dices que te traiga algo o me dices que no tienes hambre o… —Ahora
papá se aclaro la garganta—.
me quedé sola. Saqué mi tarea
Fui a la plazoleta de comida en mi descanso para cenar, pero aunque me
senté en el centro, visible para todo el mundo, y me quedé por unos diez
minutos extra, no vi a gaston.
Fui a los cubos de basura antes del cierre del mall, para botar algunas
vitaminas que ya habían expirado sin ser vendidas, pero tampoco lo vi allí.
Me dije a mi mima que no iba a chequear nuestro espacio de
almacenamiento, pero lo hice, y me quedé parada allí por un momento, sola.
Supongo que gaston realmente había escuchado lo que le había dicho antes. Eso
estaba bien. Realmente lo estaba. Si no era más, ya era tiempo de que alguien
escuchara lo que yo tenía que decir. Que hubiera terminado las cosas antes
de que ellas se terminaran para mí.
Pero la cosa era que, aunque sí quería decirle lo que le había dicho, todavía
quería besarlo. Desearía no haber ido nunca a esa estúpida fiesta. Sabía por
qué me había preguntado si iba a ir. Deseaba que hubiera estado en la
plazoleta de comidas o detrás del centro comercial o esperándome en
nuestro espacio de almacenamiento.
Deseaba que realmente me hubiera querido.
Me fui a mi habitación y pensé en hacer la tarea. Aunque no me sentía con
ánimo de hacerla. Quería hablar con alguien sobre lo que había sucedido.
Quería hablar sobre la vida con la abuela y con vicco, sobre perder la casa,
sobre cómo había hecho una pirámide con catorce botellas de Gel de Ajo en
el trabajo y que esa había sido la única vez que papá realmente me sonrió en
toda la noche.
Extrañamente, la primera persona que se me venía a la mente para hablar
sobre todas estas cosas era gaston. Creo que lo que me sucedió en la escuela me
afecto más de lo que pensaba. Tal vez… tal vez sí había sido su intención
invitarme a salir. Tal vez…
No, no iba a caer en eso. Los había visto a todos mirándonos. Lo vi a él
viéndolo también. Había hecho lo correcto. Además, mery me había dicho
que gaston y yo juntos era algo demente. Estaba enojada y dolida cuando ella lo
dijo, pero tenía razón, ¿cierto? Ella había sabido lo que yo no había querido
ver. Debería decirle eso.
Así que lo hice.
Me quité los zapatos mientras la llamaba, acurrucándome en la cama.
—¿Hola?
—Hola —dije—. Soy yo. rocio, quiero decir.
—Lo sé, tonta. ¿Qué pasa?
Esto era familiar. Esta era la forma en que siempre hablábamos. —Odio las
vitaminas. También, me duelen los pies.
—Sabes a lo que me refiero —dijo ella—. ¿Qué pasa contigo y con gaston?
—Nada.
—Vamos, rocio. Él te invitó a salir en frente de media escuela, y tú lo
destruiste. Sara me lo contó todo.
Genial. Recordando la forma en que ella había estado mirando a gaston la
última vez que él me habló, sólo podía imaginarme lo que habría dicho. —¿Te
dijo que era obvio que me invitaba a salir porque mitad de la escuela lo vio
hablar conmigo sobre un montón de mierda y luego fugarnos todo el día?
—Ella no dijo eso, pero me imaginé que era lo que estaba pasando. Porque,
está bien, ¿gaston saliendo con alguien? Por favor. Es el rey de los empates.
—¿Así que sabías que lo hizo por lástima?
—Yo… mira, aun siendo así, ¿entonces qué? gaston está bien, pero no es nada
especial, ¿sabes? Quiero decir, él mandó a volar a Sarah por completo esta
tarde cuando ella fue a hablarle en el centro comercial, y es como, ¿quién se
cree que es?
—Yo… yo no lo sé —tartamudeé, porque estaba muy ocupada pensando en el
hecho que él había mandado a volar a Sarah, como para lograr ser
coherente—. Tal vez estaba muy ocupado para poder platicar.
—Por favor —dijo mery—. Sabes a que me refiero con ―hablar‖. ¿Y desde
cuándo gaston está demasiado ocupado para enrollarse con alguien?
Espera un minuto. No era sólo que gaston no hubiera hablado con Sarah, ¿no se
había enrollado con ella?
Mi mente estaba dando vueltas. —¿Te ha dicho pablo algo al respecto?
—No. gaston y pablo sólo pasan el rato porque… bueno, solían ser amigos, pero
entonces la mamá de gaston habló con la mamá de pablo para iniciar este
estúpido negocio, y ahora pablo dice que gaston lo acuso a él y a su papá de
tratar de impedirlo, lo cual es tan estúpido porque… espera un segundo. —
Esperé que mery hundiera el botón para pasar a la otra línea, pero en lugar
de eso la escuché bajar el teléfono y la apenas perceptible voz de su madre.
—Lo siento —dijo ella, levantando el teléfono otra vez—. Mama está teniendo
un mal día.
—¿Estás bien?
Ella se rió y suspiró. —Claro. Tengo que estarlo, ¿cierto?
—mery...
—No, está bien. No quiero convertirme en una chica depresiva. Tengo a pablo.
Quiero decir, yo, la gorda mery, está con pablo. Tengo la vida perfecta,
¿sabes? Y tengo el novio perfecto.
Aunque no sonaba como si en verdad creyese algo de eso. Sólo sonaba como
si quisiera creérselo, como si sintiera que debía hacerlo.
—Eso está… bien.
—¿Bien? —dijo en forma apretada, y luego suspiró—. Me conoces demasiado
bien, rocio. Las cosas no son totalmente perfectas. pablo… bueno, está bien,
primero, sus pies apestan, lo cual sólo… me parece que está mal. Además
estuvo tonteando con Tara durante el receso de invierno.
—¿Qué?
—Sí. —La voz de mery se quebró un poco—. No le he… tú eres la única
persona que lo sabe, ¿está bien? Tara me lo dijo hace un par de semanas,
toda ―Sí, pabloes genial, y después de enrollarnos durante el
receso de invierno, él dijo que realmente te amaba y pensé que eso era tan
dulce‖. Estaba tan alterada cuando se dio cuenta que yo no sabía nada al
respecto que casi me sentí mal por haberme enojado…
—¡mery!
—Piensas que lo hizo por perra, ¿cierto?
—Sí, lo digo porque casualmente mencionó que se metió con tu novio pero,
hey, por cierto, él te ama por completo, eso califica como perra. ¿Qué tenía
que decir el Sr. Perfecto al respecto cuando lo confrontaste?
Ella murmuró algo que sonó como: —No lo sé.
—No le has dicho nada, ¿cierto? —Dije—. mery
—No puedo decir nada,—Dijo ella. —Odia cuando me pongo celosa. Y él es
pablo. pablo.—
—Sé que es pablo, pero… está bien.
—pablo me ama, rocio —la voz de mery era cortante y fría—.
—Oh, vamos.
--Cuando todo el mundo sabe quién eres, existe toda esta presión y tienes que…
—mery, ¿realmente vas a sermonearme sobre cómo es de difícil ser bonita y
popular?
Ella se quedó en silencio por un momento, y luego se rió. —Está bien, lo
entiendo. Es sólo que… es difícil estar con pablo, pero no quiero renunciar a
él. Me siento especial cuando estoy con él. Soy especial cuando estoy con él.
—Serías especial sin él.
—No lo sería.
—Lo serías.
—No lo sería —dijo ella en voz baja—. La gente aún recuerda quién solía ser,
—Lo haces sonar como si fueras una enfermedad vomitiva o algo por el
estilo.
Espero que se ría, pero sólo vuelve a suspirar. —Mira, debo ir a verme una
película con mi mamá. Realmente tuvo un mal día. ¿Me llamas mañana?
¿Quería que yo la llamara? Me imagino que realmente volvíamos a ser
amigas. —Claro. ¿Te veo mañana?
—Sí —dijo ella, y yo escuché el ―pero‖ en su voz antes de que lo dijera, y
sentí algo marchitándose en mi interior. —Pero tengo que pasar el rato con
pablo y eugenia y todos los demás, ¿está bien? Y eso toma bastante tiempo. Lo
entiendes ¿cierto? Por favor, dime que lo haces, porque hablaba en serio esta
mañana. Si no supiera que estás allí siempre para mí, estaría perdida.
Realmente necesito saber que siempre puedo contar contigo.
—Puedes hacerlo —dije, y nos despedimos.
La cosa era que yo entendía a lo que se refería. mery estaba siendo amable
cuando me hablaba en la escuela, actuando como pablo, quien a veces le
hablaba a personas que se suponía él no debería notar, sólo que ella no tenía
una vida entera de popularidad como la de pablo, en la cual pudiera apoyarse.
pablo siempre había gustado, y hasta este año mery no era nadie, y la gente lo
sabía. Lo recordaba.
Realmente no había pensado en cómo era ahora su vida, porque había estado
muy ocupada preguntándome cómo le era tan fácil olvidarse de mí, pero
parecía que su vida perfecta no era para nada perfecta. Pensaba que lo era.
Parecía tan feliz. Enterarme que no lo era, que había conseguido la vida
genial y el chico genial pero que realmente no fueran tan geniales, era un
poco depresivo.
También era un poco anti-depresivo. Me sentía mal por pensar así, pero la
verdad era que estaba contenta de que mery no fuera totalmente feliz.
Estaba complacida de que ella sintiera que me necesitaba.

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