Claramente, venía de trabajar, porque estaba en su uniforme
y traía a pablo consigo. Tú casi podías escuchar a todos quedar en
silencio por un momento, porque pablo no venía a fiestas como esta.
Me pregunté acerca de eso, pero sólo por
un segundo, porque Jennifer M. apareció tratando de actuar casual alrededor
de Sam y prácticamente arrojándose a sí misma a gaston, quien no parecía
notarme a pesar de que estaba básicamente en frente de él.
Mi plan era salir al patio por la puerta que había
utilizado para botar mi bebida antes, y luego rodear la casa para llegar al
frente y esperar a que mamá o papá llegara.
pablo y gaston también entraron a la cocina,
gaston se dirigió a una pizza que
Jennifer T. produjo milagrosamente a pesar del hecho de que le había dicho a
todo el mundo hace siglos que no había más comida.
Me dirigí hacia la puerta, alcanzándola justamente cuando oí a gaston decir:
―no, hombre, no he estado con nadie esta noche, pero quizás pueda
convencer a alguien de que se valla conmigo, sonriendo mientras los chicos
alrededor de él reían y algunas chicas, incluyendo a Jennifer M., sonreían y le
lanzaban miradas esperanzadas.
Me eché a reír, no lo pude evitar. gaston estaba lleno de mierda, y esta noche...
esta noche no podía terminar lo suficientemente rápido. Me había vestido y
había esperado y estaba tan cansada de hacerlo, tan cansada de soñar y ser
incapaz de evitarlo a pesar de que yo había visto, quizá mejor que cualquiera
aquí, lo que los sueños te pueden hacer. mery tuvo un sueño, se hizo
realidad, y ella ya no era mi amiga. Mi padre tuvo un sueño, y yo tengo que
vender vitaminas.
Un par de personas me escucharon y me miraron por encima, me encogí de
hombros, como si no me importara que la gente estuviera mirando, a pesar
de que lo hacía. Pero cuando comencé a dar la vuelta, vi a gaston mirándome
directamente, como si hubiera sabido dónde había estado todo el tiempo.
—De hecho —dijo sin dejar de mirarme—Sé con certeza que este uniforme —
se señalo a sí mismo—Vuelve a algunas mujeres locas... bésate-conmigodetrás-
del-centro comercial-locas.
pablo se echó a reír, y la mayoría de los demás también. gaston no lo hizo, y un
par de las chicas más observadoras tampoco. Vi la boca de Jennifer M.
abrirse y los ojos se le encendieron cuando lo que él estaba diciendo penetró,
y me sentí ruborizar cuando ella me miró, conectando los puntos de una
historia acerca de gaston y una chica fácil del centro comercial.
No creo que nunca había querido tanto que alguien muriera como quería que
gaston lo hiciera en ese momento. No sólo había básicamente dejado que todo
el mundo supiera que nos habíamos besado, lo había hecho sonar como si yo
estuviera tan loca por él que lo besaría en cualquier lugar. Él me había hecho
sonar como si fuera solamente una chica más en su desfile sin fin de chicas.
Me convirtió en lo que yo siempre había sabido que era para él: nada. Me
convirtió en lo que yo había sido tan estúpida como para pretender que no
era cierto.
Supongo que me vio darme cuenta, porque sonrió esa adorable sonrisa con
hoyuelos de la que me había enorgullecido ser inmune, cuando no había sido
inmune a ella en absoluto, y dijo: —Oye, rochi, ¿quieres un pedazo? —
sosteniendo un pedazo de pizza.
Quizás fuese una oferta de paz, o incluso su manera estúpida de disculparse,
pero todo lo que me recordó fue de antes. De él comprándome un pedazo de
pizza, de que yo pensara que su pregunta acerca del fin de semana
significaba algo. De mí pretendiendo que él me había invitado a salir.
Le tiré mi zapato. Habría escogido algo mejor, pero era todo lo que tenía para
trabajar. Al menos lo golpeé en la cabeza, mi zapato conectando un fuerte
golpe antes de rebotar y aterrizar en la pizza.
Gaston se quedó mirando la pizza en ruinas y luego me miró, con una mezcla de
asombro, dolor y furia en sus ojos. Luego cogió el zapato, se acercó a una
ventana y lo tiró afuera. Me di cuenta de lo que estaba haciendo tan pronto
como él lo recogió, pero cuando llegué a él, ya lo había tirado y la gente se
reía.
—Ese era mi zapato —dije
—¿No?, ¿De verdad?
—¿Sabes qué? —Dije, tan furiosa que las palabras simplemente salieron de
mí—Yo no iría por ahí diciendo que alguien quiere besarse contigo detrás del
centro comercial, porque, realmente, ¡qué tan loca por ti debería de estar!
Sólo piénsalo. Tú, y la parte trasera del centro comercial, donde guardan la
basura. Suena como si ella se hubiera dado cuenda de a dónde perteneces —
entonces me di la vuelta y me deslicé fuera. Al menos tanto como alguien se
puede deslizar con solo un zapato.
—¿Tú piensas que soy basura?
Miré tras de mí, él me había seguido fuera, su frente estaba un poco roja por
mi zapato y parecía enojado. Bien.
—Veamos, ¿tú vienes y anuncias que estás besándote conmigo detrás del
centro comercial porque estoy tan caliente por ti que no puedo evitarlo?
Supongo que podría haberte llamado el hombre más increíble jamás, pero de
alguna manera no me cuadra —dije y comencé a escarbar en los aparentes
millones de arbustos en el patio de Jennifer T.
—No te entiendo —dijo él— Un minuto estás metiendo tu lengua en mi
garganta y al siguiente me estás tirando zapatos.
—Mira quién está hablando. Me preguntas acerca del fin de semana pero no
me invitas a salir. Me preguntas si iba a venir aquí y luego no apareces por
siglos y luego, cuando lo haces, hablas acerca de irte con alguien más a casa
y luego me haces sonar como si —me interrumpí y deseé ser absorbida a otro
mundo a través de uno de los estúpidos arbustos. Un mundo en el que no
hubiera acabado de decir todas las cosas que dije. Un mundo donde no fuera
tan dolorosamente obvio que él me gustaba más de lo que yo le gustaba a él.
Él caminó hacia mí. —No pude llegar antes. Tenía que trabajar. Y cuando te
pregunté por el fin de semana, yo quería...
—No me importa.
—¿Entonces por qué traerlo a colación? ¿Y por qué no me dejas terminar de
decir na...?
—Lo hice para demostrar que eres un imbécil un ―oye, voy a besarme contigo
porque trabajas en el cetro comercial y no hay nadie más alrededor tipo de
imbécil. Un ―oye, ven a una fiesta para que puedas escucharme hablar acerca
de cómo puedo conquistar a alguien más tipo de idiota. Un ―hey, mírame
tirar zapatos alrededor tipo de imbécil. —Mi voz era temblorosa y me
quemaban los ojos, como si estuviera a punto de llorar. Me dije que era
porque me había enganchado un dedo en una rama.
—Espera ¿me lanzaste el zapato porque crees que te besé sólo porque
trabajas en el centro comercial? —dijo, y luego se rió.
Lo miré con incredulidad. ¿Se estaba riendo? ¿Ahora? Genial. Estaba tan
contenta de haber expulsado mis sesos.
—Tú eres la chica más extraña que conozco —dijo—. Ni siquiera me hablas
por más de diez segundos a no ser que estemos en el centro comercial, así
que ¿cómo podría besarte en algún otro lado? ¿Y de quién crees que estaba
hablando cuando dije que quería convencer a alguien de que se fuera
conmigo?
—Yo no soy extraña —le dije, enderezándome y limpiando la suciedad de mis
manos—Sólo porque no encuentro tu marca de mierda... Oh, ¿estabas
hablando de mí?
—¿Me viste viendo a alguien más? —dijo, y luego me besó.
Se me olvidó buscar mi zapato.
De hecho, me olvidé de todo, y terminamos en el suelo, enredados entre los
arbustos interminables de Jennifer T., y entre nosotros. Sólo abrí mis ojos
una vez, registrando las ramas y las sombras del rostro de gaston, la cabeza
echada hacia atrás mientras arrancaba los botones de su camisa, y la vista
era suficiente para deslumbrarme.
Bueno, eso y la luz brillante que de pronto bombardeó mis ojos, provocando
que gaston y yo nos congeláramos, parpadeando como gente topo.
—¿rocio, estás aquí afuera? —Dijo Jennifer M. sonando alarmantemente
cerca—. Jennifer T. dijo que debería salir a buscarte. Y, oye, si puedes
escucharme, ¿has visto a gaston? Porque él... oh... ¡OH!
—Hola —le dije, viéndola borrosa mientras bajaba mi camisa e intentaba
sacar todos los pedazos de cualquier planta en la que estaba acostada —sólo
estaba buscando mi zapato...
Jennifer, ahora entrando alarmantemente en foco, sostenía algo muy
parecido a un zapato. —Estaba por la puerta.
—Gracias —dije, tratando de no odiarla por mirar a gaston como si quisiera
deshacer todos los botones que él estaba re acomodando. (No es como si yo
quisiera hacer algo así. Por lo menos, no con ella cerca)
—Ah y tu hermano está aquí —dijo, mirándome distraída antes de mirar de
nuevo a gaston—. Está adentro.
Corrí dentro, sólo para encontrar a vicco hablando con Jennifer T., mirando a
su camisa mientras ella se inclinaba para mostrar su escote.
—¿Qué está mal? —dije. vicco me miró y empezó a reírse.
—Cómo te ves... —Él dijo
—Cállate —dije, mientras lo arrastraba por la puerta
—¿Qué va mal? —Pregunté de nuevo cuando estábamos afuera, golpeándolo
mientras él seguía riendo.
—Nada —dijo, sonriendo mientras llegábamos al carro y salíamos a la calle—.
Llegué a casa justo ahora para pedir dinero prestado a mamá y decir ―hola‖,
pero la abuela se me abalanzó tan pronto como entré y me dijo que te
recogiera. Genial el cabello, por cierto. ¿Y el look de un solo un zapato? Muy
lindo.
Hice una mueca y me desplomé en el asiento. Genial. Había dejado mi
zapato. Tal como cenicienta, sólo que yo no era una princesa. Y no había
estado en un baile. O con un príncipe. Había estado revolcándome entre los
arbustos con gaston.
Cuando llegamos a casa, la abuela estaba despierta
me miró a mí y soltó su revista.
—Lo sé, soy un desastre —dije incómoda bajo su mirada y el hecho de que
había dejado de lado la moda en favor de mí. Obviamente, ella sabía que algo
había pasado.
—¿Desastre? Sólo tienes un zapato —dijo vicco, golpeando su hombro contra
el mío y haciendo un gran esfuerzo sacando un pedazo de rama de mi
cabello, sonriendo mientras lo hacía—. Quizás deberías explicar de qué se
trata.
—Cállate —susurré.
—Buenas noches, vicco —dijo la abuela, levantándose del sofá y
señalándome para que la siguiera
Esperé a que dijera algo acerca de mi cabello o del zapato que faltaba, pero
ella sólo se sentó en la cama y me miró.
—¿Bien? —dije finalmente, sacudiendo mis manos contra mis piernas y
esperando que la abuela no notara los pedazos de mugre que se soltaron de
mí y se deslizaban al suelo.
—¿Bien, qué? —dijo—. Muévete un poco, cariño, así no riegas mugre en esas
bolsas a tu lado.
—¿No vas a decir nada?
—¿Qué quieres que diga?
—No sé —dije—, me refiero, tú debes de saber que yo... es decir, supongo que
tú probablemente vas a decir algo a.... —me desvié. No hay necesidad de
entrar en detalles, y definitivamente no hay necesidad de sugerir que la
abuela le mencione esto a nadie. Como, digamos, a mamá.
—Sospecho que lo que pasó está atado al hecho de que tu camisa está al
revés y de que, minutos antes de que llegaras a casa, tuve una agradable
conversación con un joven llamado gaston, quien me pidió que te dijera que
tiene tu zapato.
—Oh. —Yo ni siquiera había notado mi camisa.
—Él suena como un chico muy agradable, aunque quizás deberías
reconsiderar revolcarte en el suelo con él, querida. O por lo menos, cargar un
cepillo cuando salgas.
—Las cosas no son así.
—¿No lo son?
—Está bien, es algo parecido. Pero es... complicado —¿gaston había llamado?,
¿de hecho llamó?
—Las mejores cosas lo son usualmente —dijo la abuela, mirando de nuevo su
revista.
Me fui a la cama antes de colapsar y pedirle que me dijera exactamente qué
había dicho y cómo lo había dicho.
Me fui a la cama y pretendí que él le había dicho a ella que se asegurara de
decirme que llamaría de nuevo.
Cuando me desperté, mi reloj marcaba que eran después de las 10.
Mamá estaba sentada en la mesa.
Sus ojos estaban rojos, como si hubiera estado llorando.
—¿Mamá? —dije.
—Esto es difícil de decir —dijo mamá, y después habló de cómo las cosas
habían cambiado desde que papá había dejado el trabajo (como si no lo
hubiera notado), y cómo faltaba el dinero (como si tampoco lo hubiera
notado), y que, a veces, a pesar de tratar todo muy duro, cosas feas pasaban.
No dije que eso también lo sabía, porque tenía un presentimiento de que
hablaba de la visita de la abuela.
De hecho, una vez también tuve un presentimiento que mi vida se iba a
poner peor.
—Tendremos que mudarnos —dijo mamá, y empezó a llorar.
¿Mudarnos? ¿Dejar la casa? ¿Mi cuarto, el pasillo que había hecho hacia
abajo, el baño donde Mery y yo habíamos intentado aclararnos el cabello con
peróxido de hidrógeno, la cocina donde vicco y yo habíamos dicho quién iba
a tener la última pieza de pastel... dejar todo? ¿Perder todo eso?
No. No podía haber escuchado bien. Pero, al mirar a mamá, y viéndola llorar,
sabía que tenía que hacerlo.
me hizo darme cuenta que esto pasaría. No importaba si yo quería. No importaba si era justo. Lo que yo pensara o quisiera, no en esto.No en nada.
Me acosté sobre el sofá, mirando fijamente hacia el techo porque estaba
demasiado deprimida para incluso prender la televisión. Hoy ha sido un mal
día. Desearía poder salir y hacer algo, pero, ¿dónde podría ir?
¿Qué podría hacer? Nada. No había nadie que quisiera verme, excepto tal vez
gaston.
gaston. Me senté.
Gaston, quien tenía mi zapato. Gaston, quien me había llamado. Podía contar el
número de chicos que me habían llamado con una mano y, hasta ahora,
siempre había sido sobre tarea.
Podría llamarlo de regreso.
Podría, pero el pensamiento de hacerlo hacía que me doliera el estómago. ¿Y
si no estaba en casa? O peor, ¿y si estaba? Calculaba que podría idear un
―Hola, gaston por mí misma, pero todo lo demás tendría que escribirlo
primero, y luego practicarlo. Un montón.
Y qué si después de hacer todo eso y lo que él simplemente quería decir era:
―Dejaste tu zapato atrás, o peor, ―¿Qué? Oh, si, yo llamé. Le di tu zapato a
jeny y ella te lo entregará el lunes porque yo voy a estar realmente ocupado
besuqueándome con ella entre clases. Y oye, a propósito, ¿qué va a entrar en
nuestro examen de biología?
Me acosté de regreso en el sofá. No había manera de que lo llamara. Con mi
suerte, ¿para qué arriesgarme?
No, la vida ya era lo suficiente mala, y no necesitaba empeorarla. ¿Cierto?
Miré hacia el teléfono, después para otro lado y luego otra vez hacia el
teléfono.
—¿Hablaste con ese encantador joven que llamó anoche?__me pregunto mi abuela
No iba a contestar esa pregunta. No había manera de que quisiera discutir
acerca de gaston con la abuela.
Naturalmente, eso quería decir que la abuela regresó a la sala de estar y me
hizo sentar, entonces se sentó a mi lado en el sofá. —Entonces, ¿hablaste
con...?
—Sí, hablé con él. Nos vamos a casar mañana. No le digas a mamá.
La abuela le dio palmaditas mi rodilla. —Estoy segura de que las cosas
funcionarán.
—No hay nada que funcione. No me importa si hablo con él o no.
Ella me dio una mirada que no pude leer, y luego dijo. —Bueno, si él no te
aprecia, entonces es un perdedor.
—Tienes razón, abuela. Gracias.
—rocio, quise decir eso. No te definas a ti misma a través de algún chico, o a
través de cualquiera. No vale la pena. Nunca.
—Quieres decir como tú y...
—Sí, como yo y tu abuelo. Y tu madre y tu padre.
El teléfono sonó en ese momento. Nunca había estado tan feliz de
escucharlo, y eso incluía la vez que la abuela llamó después de que fallé mi
primer examen de conducir y puso a mamá tan molesta que ella olvidó que
me había dicho que no podía hacer el examen otra vez por otro año y me
dejó tomarlo el mes siguiente.
—Yo voy —dije, impaciente de alejarme de ambas, y ni siquiera pensé sobre
quién podría estar llamando hasta que ya lo había recogido. Y entonces
pensé, gaston. gastongastongastongaston
—¿Hola? —Por favor déjame sonar normal. Por favor deja que sea para mí.
Por favor deja que sea él.
—¿Está vicco?
Por supuesto. Todos querían hablar con vicco.
No fue hasta que había tomado el mensaje y colgado que me di cuenta que
no había ni siquiera pensado que podría haber sido mery la que estaba
llamando. No había esperado que fuera ella. No había pensado en ella ni
siquiera una vez hoy. No hasta ahora.
No sabía si era bueno o malo. Era como... era agradable en más de una forma,
de hecho.
Cuando me desperté a la mañana siguiente, miré alrededor de mi
habitación.
Vi las manchas en la pared, de donde Mery y yo habíamos practicado a
pararnos de manos y habíamos apoyado los pies, luchando por permanecer
levantadas antes de caernos. Vi la extraña grieta en la esquina del techo que
siempre pensé parecía la red de una araña. Vi las conchas que coleccioné el
verano en que mamá, vicco yo nos quedamos con la abuela en la casa de la
playa. Había olvidado lo mucho que amaba caminar por la playa con ella. Ella
jamás se enojó cuando quise parar y recoger algo. Decía que caminar
demasiado rápido era tonto, y que era importante ver todo lo que pudieras.
Traté de imaginarme mi escritorio y mi cama en una nueva habitación. Traté
de imaginarme a mí misma en una nueva habitación. No podía hacerlo, aun
sabiendo que eso iba a suceder.
Como no tenía que ir al centro comercial, me fui a caminar, sin siquiera
molestarme en tratar de hablar con mamá respecto a manejar. Yo sólo quería
estar lejos de casa, de todo lo que ya se había ido.
Terminé llegando a la casa de mery.
Estar caminando por su casa me hacía sentir mejor y peor. Mejor, porque
traía de vuelta tantos recuerdo. Peor, porque era todo lo que tenía.
Recuerdos.
Me detuve al borde de la entrada, observándola y deseando poder dirigirme a
la puerta de enfrente sin siquiera tener que pensarlo, en la forma que solía
hacerlo, cuando escuché a Anna decir: —¿rocio?
Alcé la mirada, avergonzada, y vi a Mery parada justo al interior de su casa,
mirándome desde la puerta abierta. La saludé con la mano, sintiéndome
como una idiota.
—¿Qué estás haciendo aquí? —No sonaba enojada, sólo sorprendida.
—Salí a caminar.
:—¿Quieres entrar?
Y así no más, mi amistad con mery volvió a comenzar. Era como un sueño,
pero mejor, porque era realidad, porque fuimos a su cuarto y nos sentamos
como siempre lo hacíamos, yo hecha un ovillo en la silla abollonada que la
mamá de mery había conseguido hace años en una venta de garaje, y que
mery había decorado con stickers de mariposas que yo le había regalado
cuando cumplió once años. Se sentía como llegar a casa, de la mejor manera.
Los stickers se habían ido, pero la silla seguía allí, sólida y familiar, y Mery se
recostó en el suelo como siempre lo hacía, descansando los pies sobre la
cama, y me lo contó todo sobre pablo.
—Entonces, así fue como pasó. —Dijo mucho después, su voz ligeramente
ronca por haber hablado tanto tiempo. —pablo y yo. Nuestra historia. Wow.
Nuestra historia. Suena increíble, ¿cierto? Quiero decir, si me hubieras dicho
el año pasado que yo sería su novia… —Levantó sus brazos y los abrió hacia
los lados, luego se rió tontamente y los cruzó sobre su pecho, como si se
estuviera abrazando a sí misma—. Soy tan afortunada.
—Lo eres. —Y lo era. Estar con un tipo como pablo era el equivalente de la
secundaria a estar con una estrella de cine.
La cosa era que yo estaba un poco cansada de escucharla hablar de pablo.
mery había hablado en anteriores ocasiones sobre él, por supuesto, pero
nunca había sido de lo único que hablaba.
—¿Extrañas el coro? —Dije—
—¿El coro? —Dijo Mery —. Te lo juro rocio, que olvidé por completo siquiera
que fui parte de él. En esa época era la más grande perdedora del mundo.
¿No te parece?
Ella se rió. Yo no lo hice. Mery parecía diferente, no sólo en la forma que se
veía, sino también la forma en que hablaba. Era como si mery estuviera allí,
pero como si también estuviera alguien más en una capa encima de ella.
Alguien nuevo.
Alguien a quien no le importaba ninguna de las cosas que alguna vez lo
habían hecho, a excepción de pablo.
—Creo que sí extraño un poco cantar, pero luego podré hacerlo en serio,
¿sabes? —dijo—. Estaba hablando con euge sobre Nueva York, y... bueno,
puedo verme por completo cantando en ese lugar, ¿sabes?
—¿Nueva York?
—Sí, eugenia quiere ir y ella va entrar por completo porque su tío o
alguna otra persona trabaja allí, y como no hay dinero para que yo vaya a la
universidad, voy a ir con ella y tendremos un apartamento y conseguiré un
trabajo cantando. —Apuntó los dedos de los pies arriba en el aire, rebotando
los tacones en la cama—. Tal vez termine en algún famoso musical o algo así.
¿No sería eso grandioso?
—Grandioso —dije, pero salió plano, un sonido estrangulado. mery se iba a
mudar a Nueva York e iba a vivir con euge. Nosotras solíamos hablar sobre
irnos a vivir a Nueva York. ¿Cómo lo había olvidado? Habíamos hablado al
respecto por años y ahora... ahora era como si nada de eso hubiera pasado.
—Está bien, algo está pasando —dijo ella—. Lo puedo decir porque tienes ese
aspecto de estar-pensando-demasiado en tu rostro. ¿Qué pasa?
¿Por dónde iba a comenzar? ¿Ella? ¿Papá? ¿La abuela? ¿Todd y su nuevo
trabajo? ¿Mamá? ¿Enterarme sobre la casa? ¿gaston?
gaston, que pasaba el rato con pablo.
—Estaba pensando en pablo —dije, rodando los ojos cuando ella me golpeó
con un pie—. No de esa forma. Lo vi el viernes por la noche. En una fiesta,
quiero decir. ¿Estabas tú allí con él? No te vi, pero había muchísima gente, y
terminé marchándome algo así como apurada.
—¿Fiesta? —Dijo mery, sonando sobresaltada.
—La de Jennifer T.
—Oh —dijo ella, notoriamente relajada—. Esa cosa. Pensé que estabas
hablando de… olvídalo.
—¿Hablando de qué?
—Nada. —Me ondeó una mano, sonriendo alegremente.
La miré fijamente. Ella estaba haciendo un gran esfuerzo por intentar verse
casual. Demasiado grande. Además, su sonrisa se vía como la de papá
cuando la abuela se encontraba cerca, demasiado amplia y falsa.
—¿En serio?
—Sí. Sólo tengo muerte cerebral por todo lo que está pasando con mamá,
¿sabes? —dijo ella—. Pero, en todo caso, definitivamente yo no estaba en lo
de Jennifer. euge y yo salimos esa noche,
pero ella llamó a última hora y dijo que sería sólo para
un par de personas.
—Oh —dije yo, confundida por no entender en qué se relacionaba esto con
pablo.
Ella se rió, pero era un sonido vacío. —Lo olvide, tú no sabes que pablo y ella
pasan el rato juntos a veces. Verás, él me juró que no iría, pero pensé que
podría haberse pasado a saludar rápidamente. Pero en lugar de eso fue a lo
de Jennifer. Apuesto que a ella le encantó.
La miré, escuchando algo que se me hacía extraño en el tono quebradizo de
su voz. —¿Tú y Sam están bien?
—Claro. —Apartó la mirada de mí, mirando fijamente hacia el techo—.
Y pablo dice
que me ama, pero yo... yo creo que sigo pensando que es un sueño, y al
despertar me voy a dar cuenta que sigo sin ser nadie.
—Espera un minuto. ¿pablo dijo que te amaba? —WOW, no podía imaginar a
nadie diciéndome eso, jamás, y mery lo acababa de decir como si no fuera
gran cosa. Pero yo sabía que debía de serlo.
—Sí —dijo ella, su voz era tímida y un poco aturdida, y allí alcancé a
vislumbrar a la mery que yo conocía, la que soñaba con pablo y una vida
perfecta
—Dios, ella es tan
patética. Apuesto que gaston fue el que lo convenció de ir por alguna razón.
Probablemente por alguna chica.
¿Yo? ¿Lo había gaston convencido a ir por mí?
—Por cierto, ahora comprendo totalmente por qué fue que nunca te gustó —
mery continuó—. ¿Sabes, como a veces que se riegan rumores sobre pablo
emparejándose con chicas al azar? Todo es porque gaston se mete con
cualquier cosa que respire, y es tan molesto porque es obvio que pablo tiene
estándares, ¿sabes?
Asentí, ardida, el breve avance que había llegado a lograr se había ido. Yo
había escuchado rumores sobre pablo, pero no había forma alguna en la que él
besaría a una chica como yo, y yo lo sabía. Pero gaston sí lo haría. Lo había
hecho.
Y ahora no quería saber lo que mery iba a pensar al respecto.
Así que no dije nada más sobre esa noche o de gaston, y luego me fui de su
casa. Sentía... sentía como que las cosas entre nosotras no habían vuelto por
completo a la normalidad. Aunque sí creía que podrían llegar a hacerlo. Eso
esperaba. Que lo hicieran.
En casa, había un gran ―en venta clavado en el jardín, y nadie me había
llamado.
Nadie me llamó en toda la noche.
Sabía que podía haber llamado a gaston, pero estaba asustada, y no como antes,
cuando tenía miedo de no saber qué decir, o de lo que él diría. Ahora tenía
miedo de todo.
La fiesta de Jennifer T había cambiado las cosas. Sabía que ella le iba a contar
a todo el mundo lo que había visto, y no había ninguna forma de poder
escapar del hecho de que la gente sabría que gaston y yo éramos… lo que sea.
Pero realmente no había entendido lo que eso significaba. Todo el mundo lo
sabría. mery lo sabría. ¿Qué sería lo que iba a pensar?
Después del día de hoy, tenía miedo de pensar al respecto.
Y él no había llamado. Cuando me fui a la cama, tratando de dormirme pero
mirando fijamente mi silencioso teléfono, en todo lo que podía pensar era en
que, que todos se enteraran, significaba desastre a escala épica. Yo quería
tener lo que fuera que teníamos gaston y yo en silencio. Mío. Quería que el final,
que sabía que estaba por venir, fuera privado.
Sabía el significado del silencio de gaston, y odiaba que mañana todos también
lo fueran a saber. Sólo una vez, quería perder algo sin que todo el mundo
estuviera mirando.
y traía a pablo consigo. Tú casi podías escuchar a todos quedar en
silencio por un momento, porque pablo no venía a fiestas como esta.
Me pregunté acerca de eso, pero sólo por
un segundo, porque Jennifer M. apareció tratando de actuar casual alrededor
de Sam y prácticamente arrojándose a sí misma a gaston, quien no parecía
notarme a pesar de que estaba básicamente en frente de él.
Mi plan era salir al patio por la puerta que había
utilizado para botar mi bebida antes, y luego rodear la casa para llegar al
frente y esperar a que mamá o papá llegara.
pablo y gaston también entraron a la cocina,
gaston se dirigió a una pizza que
Jennifer T. produjo milagrosamente a pesar del hecho de que le había dicho a
todo el mundo hace siglos que no había más comida.
Me dirigí hacia la puerta, alcanzándola justamente cuando oí a gaston decir:
―no, hombre, no he estado con nadie esta noche, pero quizás pueda
convencer a alguien de que se valla conmigo, sonriendo mientras los chicos
alrededor de él reían y algunas chicas, incluyendo a Jennifer M., sonreían y le
lanzaban miradas esperanzadas.
Me eché a reír, no lo pude evitar. gaston estaba lleno de mierda, y esta noche...
esta noche no podía terminar lo suficientemente rápido. Me había vestido y
había esperado y estaba tan cansada de hacerlo, tan cansada de soñar y ser
incapaz de evitarlo a pesar de que yo había visto, quizá mejor que cualquiera
aquí, lo que los sueños te pueden hacer. mery tuvo un sueño, se hizo
realidad, y ella ya no era mi amiga. Mi padre tuvo un sueño, y yo tengo que
vender vitaminas.
Un par de personas me escucharon y me miraron por encima, me encogí de
hombros, como si no me importara que la gente estuviera mirando, a pesar
de que lo hacía. Pero cuando comencé a dar la vuelta, vi a gaston mirándome
directamente, como si hubiera sabido dónde había estado todo el tiempo.
—De hecho —dijo sin dejar de mirarme—Sé con certeza que este uniforme —
se señalo a sí mismo—Vuelve a algunas mujeres locas... bésate-conmigodetrás-
del-centro comercial-locas.
pablo se echó a reír, y la mayoría de los demás también. gaston no lo hizo, y un
par de las chicas más observadoras tampoco. Vi la boca de Jennifer M.
abrirse y los ojos se le encendieron cuando lo que él estaba diciendo penetró,
y me sentí ruborizar cuando ella me miró, conectando los puntos de una
historia acerca de gaston y una chica fácil del centro comercial.
No creo que nunca había querido tanto que alguien muriera como quería que
gaston lo hiciera en ese momento. No sólo había básicamente dejado que todo
el mundo supiera que nos habíamos besado, lo había hecho sonar como si yo
estuviera tan loca por él que lo besaría en cualquier lugar. Él me había hecho
sonar como si fuera solamente una chica más en su desfile sin fin de chicas.
Me convirtió en lo que yo siempre había sabido que era para él: nada. Me
convirtió en lo que yo había sido tan estúpida como para pretender que no
era cierto.
Supongo que me vio darme cuenta, porque sonrió esa adorable sonrisa con
hoyuelos de la que me había enorgullecido ser inmune, cuando no había sido
inmune a ella en absoluto, y dijo: —Oye, rochi, ¿quieres un pedazo? —
sosteniendo un pedazo de pizza.
Quizás fuese una oferta de paz, o incluso su manera estúpida de disculparse,
pero todo lo que me recordó fue de antes. De él comprándome un pedazo de
pizza, de que yo pensara que su pregunta acerca del fin de semana
significaba algo. De mí pretendiendo que él me había invitado a salir.
Le tiré mi zapato. Habría escogido algo mejor, pero era todo lo que tenía para
trabajar. Al menos lo golpeé en la cabeza, mi zapato conectando un fuerte
golpe antes de rebotar y aterrizar en la pizza.
Gaston se quedó mirando la pizza en ruinas y luego me miró, con una mezcla de
asombro, dolor y furia en sus ojos. Luego cogió el zapato, se acercó a una
ventana y lo tiró afuera. Me di cuenta de lo que estaba haciendo tan pronto
como él lo recogió, pero cuando llegué a él, ya lo había tirado y la gente se
reía.
—Ese era mi zapato —dije
—¿No?, ¿De verdad?
—¿Sabes qué? —Dije, tan furiosa que las palabras simplemente salieron de
mí—Yo no iría por ahí diciendo que alguien quiere besarse contigo detrás del
centro comercial, porque, realmente, ¡qué tan loca por ti debería de estar!
Sólo piénsalo. Tú, y la parte trasera del centro comercial, donde guardan la
basura. Suena como si ella se hubiera dado cuenda de a dónde perteneces —
entonces me di la vuelta y me deslicé fuera. Al menos tanto como alguien se
puede deslizar con solo un zapato.
—¿Tú piensas que soy basura?
Miré tras de mí, él me había seguido fuera, su frente estaba un poco roja por
mi zapato y parecía enojado. Bien.
—Veamos, ¿tú vienes y anuncias que estás besándote conmigo detrás del
centro comercial porque estoy tan caliente por ti que no puedo evitarlo?
Supongo que podría haberte llamado el hombre más increíble jamás, pero de
alguna manera no me cuadra —dije y comencé a escarbar en los aparentes
millones de arbustos en el patio de Jennifer T.
—No te entiendo —dijo él— Un minuto estás metiendo tu lengua en mi
garganta y al siguiente me estás tirando zapatos.
—Mira quién está hablando. Me preguntas acerca del fin de semana pero no
me invitas a salir. Me preguntas si iba a venir aquí y luego no apareces por
siglos y luego, cuando lo haces, hablas acerca de irte con alguien más a casa
y luego me haces sonar como si —me interrumpí y deseé ser absorbida a otro
mundo a través de uno de los estúpidos arbustos. Un mundo en el que no
hubiera acabado de decir todas las cosas que dije. Un mundo donde no fuera
tan dolorosamente obvio que él me gustaba más de lo que yo le gustaba a él.
Él caminó hacia mí. —No pude llegar antes. Tenía que trabajar. Y cuando te
pregunté por el fin de semana, yo quería...
—No me importa.
—¿Entonces por qué traerlo a colación? ¿Y por qué no me dejas terminar de
decir na...?
—Lo hice para demostrar que eres un imbécil un ―oye, voy a besarme contigo
porque trabajas en el cetro comercial y no hay nadie más alrededor tipo de
imbécil. Un ―oye, ven a una fiesta para que puedas escucharme hablar acerca
de cómo puedo conquistar a alguien más tipo de idiota. Un ―hey, mírame
tirar zapatos alrededor tipo de imbécil. —Mi voz era temblorosa y me
quemaban los ojos, como si estuviera a punto de llorar. Me dije que era
porque me había enganchado un dedo en una rama.
—Espera ¿me lanzaste el zapato porque crees que te besé sólo porque
trabajas en el centro comercial? —dijo, y luego se rió.
Lo miré con incredulidad. ¿Se estaba riendo? ¿Ahora? Genial. Estaba tan
contenta de haber expulsado mis sesos.
—Tú eres la chica más extraña que conozco —dijo—. Ni siquiera me hablas
por más de diez segundos a no ser que estemos en el centro comercial, así
que ¿cómo podría besarte en algún otro lado? ¿Y de quién crees que estaba
hablando cuando dije que quería convencer a alguien de que se fuera
conmigo?
—Yo no soy extraña —le dije, enderezándome y limpiando la suciedad de mis
manos—Sólo porque no encuentro tu marca de mierda... Oh, ¿estabas
hablando de mí?
—¿Me viste viendo a alguien más? —dijo, y luego me besó.
Se me olvidó buscar mi zapato.
De hecho, me olvidé de todo, y terminamos en el suelo, enredados entre los
arbustos interminables de Jennifer T., y entre nosotros. Sólo abrí mis ojos
una vez, registrando las ramas y las sombras del rostro de gaston, la cabeza
echada hacia atrás mientras arrancaba los botones de su camisa, y la vista
era suficiente para deslumbrarme.
Bueno, eso y la luz brillante que de pronto bombardeó mis ojos, provocando
que gaston y yo nos congeláramos, parpadeando como gente topo.
—¿rocio, estás aquí afuera? —Dijo Jennifer M. sonando alarmantemente
cerca—. Jennifer T. dijo que debería salir a buscarte. Y, oye, si puedes
escucharme, ¿has visto a gaston? Porque él... oh... ¡OH!
—Hola —le dije, viéndola borrosa mientras bajaba mi camisa e intentaba
sacar todos los pedazos de cualquier planta en la que estaba acostada —sólo
estaba buscando mi zapato...
Jennifer, ahora entrando alarmantemente en foco, sostenía algo muy
parecido a un zapato. —Estaba por la puerta.
—Gracias —dije, tratando de no odiarla por mirar a gaston como si quisiera
deshacer todos los botones que él estaba re acomodando. (No es como si yo
quisiera hacer algo así. Por lo menos, no con ella cerca)
—Ah y tu hermano está aquí —dijo, mirándome distraída antes de mirar de
nuevo a gaston—. Está adentro.
Corrí dentro, sólo para encontrar a vicco hablando con Jennifer T., mirando a
su camisa mientras ella se inclinaba para mostrar su escote.
—¿Qué está mal? —dije. vicco me miró y empezó a reírse.
—Cómo te ves... —Él dijo
—Cállate —dije, mientras lo arrastraba por la puerta
—¿Qué va mal? —Pregunté de nuevo cuando estábamos afuera, golpeándolo
mientras él seguía riendo.
—Nada —dijo, sonriendo mientras llegábamos al carro y salíamos a la calle—.
Llegué a casa justo ahora para pedir dinero prestado a mamá y decir ―hola‖,
pero la abuela se me abalanzó tan pronto como entré y me dijo que te
recogiera. Genial el cabello, por cierto. ¿Y el look de un solo un zapato? Muy
lindo.
Hice una mueca y me desplomé en el asiento. Genial. Había dejado mi
zapato. Tal como cenicienta, sólo que yo no era una princesa. Y no había
estado en un baile. O con un príncipe. Había estado revolcándome entre los
arbustos con gaston.
Cuando llegamos a casa, la abuela estaba despierta
me miró a mí y soltó su revista.
—Lo sé, soy un desastre —dije incómoda bajo su mirada y el hecho de que
había dejado de lado la moda en favor de mí. Obviamente, ella sabía que algo
había pasado.
—¿Desastre? Sólo tienes un zapato —dijo vicco, golpeando su hombro contra
el mío y haciendo un gran esfuerzo sacando un pedazo de rama de mi
cabello, sonriendo mientras lo hacía—. Quizás deberías explicar de qué se
trata.
—Cállate —susurré.
—Buenas noches, vicco —dijo la abuela, levantándose del sofá y
señalándome para que la siguiera
Esperé a que dijera algo acerca de mi cabello o del zapato que faltaba, pero
ella sólo se sentó en la cama y me miró.
—¿Bien? —dije finalmente, sacudiendo mis manos contra mis piernas y
esperando que la abuela no notara los pedazos de mugre que se soltaron de
mí y se deslizaban al suelo.
—¿Bien, qué? —dijo—. Muévete un poco, cariño, así no riegas mugre en esas
bolsas a tu lado.
—¿No vas a decir nada?
—¿Qué quieres que diga?
—No sé —dije—, me refiero, tú debes de saber que yo... es decir, supongo que
tú probablemente vas a decir algo a.... —me desvié. No hay necesidad de
entrar en detalles, y definitivamente no hay necesidad de sugerir que la
abuela le mencione esto a nadie. Como, digamos, a mamá.
—Sospecho que lo que pasó está atado al hecho de que tu camisa está al
revés y de que, minutos antes de que llegaras a casa, tuve una agradable
conversación con un joven llamado gaston, quien me pidió que te dijera que
tiene tu zapato.
—Oh. —Yo ni siquiera había notado mi camisa.
—Él suena como un chico muy agradable, aunque quizás deberías
reconsiderar revolcarte en el suelo con él, querida. O por lo menos, cargar un
cepillo cuando salgas.
—Las cosas no son así.
—¿No lo son?
—Está bien, es algo parecido. Pero es... complicado —¿gaston había llamado?,
¿de hecho llamó?
—Las mejores cosas lo son usualmente —dijo la abuela, mirando de nuevo su
revista.
Me fui a la cama antes de colapsar y pedirle que me dijera exactamente qué
había dicho y cómo lo había dicho.
Me fui a la cama y pretendí que él le había dicho a ella que se asegurara de
decirme que llamaría de nuevo.
Cuando me desperté, mi reloj marcaba que eran después de las 10.
Mamá estaba sentada en la mesa.
Sus ojos estaban rojos, como si hubiera estado llorando.
—¿Mamá? —dije.
—Esto es difícil de decir —dijo mamá, y después habló de cómo las cosas
habían cambiado desde que papá había dejado el trabajo (como si no lo
hubiera notado), y cómo faltaba el dinero (como si tampoco lo hubiera
notado), y que, a veces, a pesar de tratar todo muy duro, cosas feas pasaban.
No dije que eso también lo sabía, porque tenía un presentimiento de que
hablaba de la visita de la abuela.
De hecho, una vez también tuve un presentimiento que mi vida se iba a
poner peor.
—Tendremos que mudarnos —dijo mamá, y empezó a llorar.
¿Mudarnos? ¿Dejar la casa? ¿Mi cuarto, el pasillo que había hecho hacia
abajo, el baño donde Mery y yo habíamos intentado aclararnos el cabello con
peróxido de hidrógeno, la cocina donde vicco y yo habíamos dicho quién iba
a tener la última pieza de pastel... dejar todo? ¿Perder todo eso?
No. No podía haber escuchado bien. Pero, al mirar a mamá, y viéndola llorar,
sabía que tenía que hacerlo.
me hizo darme cuenta que esto pasaría. No importaba si yo quería. No importaba si era justo. Lo que yo pensara o quisiera, no en esto.No en nada.
Me acosté sobre el sofá, mirando fijamente hacia el techo porque estaba
demasiado deprimida para incluso prender la televisión. Hoy ha sido un mal
día. Desearía poder salir y hacer algo, pero, ¿dónde podría ir?
¿Qué podría hacer? Nada. No había nadie que quisiera verme, excepto tal vez
gaston.
gaston. Me senté.
Gaston, quien tenía mi zapato. Gaston, quien me había llamado. Podía contar el
número de chicos que me habían llamado con una mano y, hasta ahora,
siempre había sido sobre tarea.
Podría llamarlo de regreso.
Podría, pero el pensamiento de hacerlo hacía que me doliera el estómago. ¿Y
si no estaba en casa? O peor, ¿y si estaba? Calculaba que podría idear un
―Hola, gaston por mí misma, pero todo lo demás tendría que escribirlo
primero, y luego practicarlo. Un montón.
Y qué si después de hacer todo eso y lo que él simplemente quería decir era:
―Dejaste tu zapato atrás, o peor, ―¿Qué? Oh, si, yo llamé. Le di tu zapato a
jeny y ella te lo entregará el lunes porque yo voy a estar realmente ocupado
besuqueándome con ella entre clases. Y oye, a propósito, ¿qué va a entrar en
nuestro examen de biología?
Me acosté de regreso en el sofá. No había manera de que lo llamara. Con mi
suerte, ¿para qué arriesgarme?
No, la vida ya era lo suficiente mala, y no necesitaba empeorarla. ¿Cierto?
Miré hacia el teléfono, después para otro lado y luego otra vez hacia el
teléfono.
—¿Hablaste con ese encantador joven que llamó anoche?__me pregunto mi abuela
No iba a contestar esa pregunta. No había manera de que quisiera discutir
acerca de gaston con la abuela.
Naturalmente, eso quería decir que la abuela regresó a la sala de estar y me
hizo sentar, entonces se sentó a mi lado en el sofá. —Entonces, ¿hablaste
con...?
—Sí, hablé con él. Nos vamos a casar mañana. No le digas a mamá.
La abuela le dio palmaditas mi rodilla. —Estoy segura de que las cosas
funcionarán.
—No hay nada que funcione. No me importa si hablo con él o no.
Ella me dio una mirada que no pude leer, y luego dijo. —Bueno, si él no te
aprecia, entonces es un perdedor.
—Tienes razón, abuela. Gracias.
—rocio, quise decir eso. No te definas a ti misma a través de algún chico, o a
través de cualquiera. No vale la pena. Nunca.
—Quieres decir como tú y...
—Sí, como yo y tu abuelo. Y tu madre y tu padre.
El teléfono sonó en ese momento. Nunca había estado tan feliz de
escucharlo, y eso incluía la vez que la abuela llamó después de que fallé mi
primer examen de conducir y puso a mamá tan molesta que ella olvidó que
me había dicho que no podía hacer el examen otra vez por otro año y me
dejó tomarlo el mes siguiente.
—Yo voy —dije, impaciente de alejarme de ambas, y ni siquiera pensé sobre
quién podría estar llamando hasta que ya lo había recogido. Y entonces
pensé, gaston. gastongastongastongaston
—¿Hola? —Por favor déjame sonar normal. Por favor deja que sea para mí.
Por favor deja que sea él.
—¿Está vicco?
Por supuesto. Todos querían hablar con vicco.
No fue hasta que había tomado el mensaje y colgado que me di cuenta que
no había ni siquiera pensado que podría haber sido mery la que estaba
llamando. No había esperado que fuera ella. No había pensado en ella ni
siquiera una vez hoy. No hasta ahora.
No sabía si era bueno o malo. Era como... era agradable en más de una forma,
de hecho.
Cuando me desperté a la mañana siguiente, miré alrededor de mi
habitación.
Vi las manchas en la pared, de donde Mery y yo habíamos practicado a
pararnos de manos y habíamos apoyado los pies, luchando por permanecer
levantadas antes de caernos. Vi la extraña grieta en la esquina del techo que
siempre pensé parecía la red de una araña. Vi las conchas que coleccioné el
verano en que mamá, vicco yo nos quedamos con la abuela en la casa de la
playa. Había olvidado lo mucho que amaba caminar por la playa con ella. Ella
jamás se enojó cuando quise parar y recoger algo. Decía que caminar
demasiado rápido era tonto, y que era importante ver todo lo que pudieras.
Traté de imaginarme mi escritorio y mi cama en una nueva habitación. Traté
de imaginarme a mí misma en una nueva habitación. No podía hacerlo, aun
sabiendo que eso iba a suceder.
Como no tenía que ir al centro comercial, me fui a caminar, sin siquiera
molestarme en tratar de hablar con mamá respecto a manejar. Yo sólo quería
estar lejos de casa, de todo lo que ya se había ido.
Terminé llegando a la casa de mery.
Estar caminando por su casa me hacía sentir mejor y peor. Mejor, porque
traía de vuelta tantos recuerdo. Peor, porque era todo lo que tenía.
Recuerdos.
Me detuve al borde de la entrada, observándola y deseando poder dirigirme a
la puerta de enfrente sin siquiera tener que pensarlo, en la forma que solía
hacerlo, cuando escuché a Anna decir: —¿rocio?
Alcé la mirada, avergonzada, y vi a Mery parada justo al interior de su casa,
mirándome desde la puerta abierta. La saludé con la mano, sintiéndome
como una idiota.
—¿Qué estás haciendo aquí? —No sonaba enojada, sólo sorprendida.
—Salí a caminar.
:—¿Quieres entrar?
Y así no más, mi amistad con mery volvió a comenzar. Era como un sueño,
pero mejor, porque era realidad, porque fuimos a su cuarto y nos sentamos
como siempre lo hacíamos, yo hecha un ovillo en la silla abollonada que la
mamá de mery había conseguido hace años en una venta de garaje, y que
mery había decorado con stickers de mariposas que yo le había regalado
cuando cumplió once años. Se sentía como llegar a casa, de la mejor manera.
Los stickers se habían ido, pero la silla seguía allí, sólida y familiar, y Mery se
recostó en el suelo como siempre lo hacía, descansando los pies sobre la
cama, y me lo contó todo sobre pablo.
—Entonces, así fue como pasó. —Dijo mucho después, su voz ligeramente
ronca por haber hablado tanto tiempo. —pablo y yo. Nuestra historia. Wow.
Nuestra historia. Suena increíble, ¿cierto? Quiero decir, si me hubieras dicho
el año pasado que yo sería su novia… —Levantó sus brazos y los abrió hacia
los lados, luego se rió tontamente y los cruzó sobre su pecho, como si se
estuviera abrazando a sí misma—. Soy tan afortunada.
—Lo eres. —Y lo era. Estar con un tipo como pablo era el equivalente de la
secundaria a estar con una estrella de cine.
La cosa era que yo estaba un poco cansada de escucharla hablar de pablo.
mery había hablado en anteriores ocasiones sobre él, por supuesto, pero
nunca había sido de lo único que hablaba.
—¿Extrañas el coro? —Dije—
—¿El coro? —Dijo Mery —. Te lo juro rocio, que olvidé por completo siquiera
que fui parte de él. En esa época era la más grande perdedora del mundo.
¿No te parece?
Ella se rió. Yo no lo hice. Mery parecía diferente, no sólo en la forma que se
veía, sino también la forma en que hablaba. Era como si mery estuviera allí,
pero como si también estuviera alguien más en una capa encima de ella.
Alguien nuevo.
Alguien a quien no le importaba ninguna de las cosas que alguna vez lo
habían hecho, a excepción de pablo.
—Creo que sí extraño un poco cantar, pero luego podré hacerlo en serio,
¿sabes? —dijo—. Estaba hablando con euge sobre Nueva York, y... bueno,
puedo verme por completo cantando en ese lugar, ¿sabes?
—¿Nueva York?
—Sí, eugenia quiere ir y ella va entrar por completo porque su tío o
alguna otra persona trabaja allí, y como no hay dinero para que yo vaya a la
universidad, voy a ir con ella y tendremos un apartamento y conseguiré un
trabajo cantando. —Apuntó los dedos de los pies arriba en el aire, rebotando
los tacones en la cama—. Tal vez termine en algún famoso musical o algo así.
¿No sería eso grandioso?
—Grandioso —dije, pero salió plano, un sonido estrangulado. mery se iba a
mudar a Nueva York e iba a vivir con euge. Nosotras solíamos hablar sobre
irnos a vivir a Nueva York. ¿Cómo lo había olvidado? Habíamos hablado al
respecto por años y ahora... ahora era como si nada de eso hubiera pasado.
—Está bien, algo está pasando —dijo ella—. Lo puedo decir porque tienes ese
aspecto de estar-pensando-demasiado en tu rostro. ¿Qué pasa?
¿Por dónde iba a comenzar? ¿Ella? ¿Papá? ¿La abuela? ¿Todd y su nuevo
trabajo? ¿Mamá? ¿Enterarme sobre la casa? ¿gaston?
gaston, que pasaba el rato con pablo.
—Estaba pensando en pablo —dije, rodando los ojos cuando ella me golpeó
con un pie—. No de esa forma. Lo vi el viernes por la noche. En una fiesta,
quiero decir. ¿Estabas tú allí con él? No te vi, pero había muchísima gente, y
terminé marchándome algo así como apurada.
—¿Fiesta? —Dijo mery, sonando sobresaltada.
—La de Jennifer T.
—Oh —dijo ella, notoriamente relajada—. Esa cosa. Pensé que estabas
hablando de… olvídalo.
—¿Hablando de qué?
—Nada. —Me ondeó una mano, sonriendo alegremente.
La miré fijamente. Ella estaba haciendo un gran esfuerzo por intentar verse
casual. Demasiado grande. Además, su sonrisa se vía como la de papá
cuando la abuela se encontraba cerca, demasiado amplia y falsa.
—¿En serio?
—Sí. Sólo tengo muerte cerebral por todo lo que está pasando con mamá,
¿sabes? —dijo ella—. Pero, en todo caso, definitivamente yo no estaba en lo
de Jennifer. euge y yo salimos esa noche,
pero ella llamó a última hora y dijo que sería sólo para
un par de personas.
—Oh —dije yo, confundida por no entender en qué se relacionaba esto con
pablo.
Ella se rió, pero era un sonido vacío. —Lo olvide, tú no sabes que pablo y ella
pasan el rato juntos a veces. Verás, él me juró que no iría, pero pensé que
podría haberse pasado a saludar rápidamente. Pero en lugar de eso fue a lo
de Jennifer. Apuesto que a ella le encantó.
La miré, escuchando algo que se me hacía extraño en el tono quebradizo de
su voz. —¿Tú y Sam están bien?
—Claro. —Apartó la mirada de mí, mirando fijamente hacia el techo—.
Y pablo dice
que me ama, pero yo... yo creo que sigo pensando que es un sueño, y al
despertar me voy a dar cuenta que sigo sin ser nadie.
—Espera un minuto. ¿pablo dijo que te amaba? —WOW, no podía imaginar a
nadie diciéndome eso, jamás, y mery lo acababa de decir como si no fuera
gran cosa. Pero yo sabía que debía de serlo.
—Sí —dijo ella, su voz era tímida y un poco aturdida, y allí alcancé a
vislumbrar a la mery que yo conocía, la que soñaba con pablo y una vida
perfecta
—Dios, ella es tan
patética. Apuesto que gaston fue el que lo convenció de ir por alguna razón.
Probablemente por alguna chica.
¿Yo? ¿Lo había gaston convencido a ir por mí?
—Por cierto, ahora comprendo totalmente por qué fue que nunca te gustó —
mery continuó—. ¿Sabes, como a veces que se riegan rumores sobre pablo
emparejándose con chicas al azar? Todo es porque gaston se mete con
cualquier cosa que respire, y es tan molesto porque es obvio que pablo tiene
estándares, ¿sabes?
Asentí, ardida, el breve avance que había llegado a lograr se había ido. Yo
había escuchado rumores sobre pablo, pero no había forma alguna en la que él
besaría a una chica como yo, y yo lo sabía. Pero gaston sí lo haría. Lo había
hecho.
Y ahora no quería saber lo que mery iba a pensar al respecto.
Así que no dije nada más sobre esa noche o de gaston, y luego me fui de su
casa. Sentía... sentía como que las cosas entre nosotras no habían vuelto por
completo a la normalidad. Aunque sí creía que podrían llegar a hacerlo. Eso
esperaba. Que lo hicieran.
En casa, había un gran ―en venta clavado en el jardín, y nadie me había
llamado.
Nadie me llamó en toda la noche.
Sabía que podía haber llamado a gaston, pero estaba asustada, y no como antes,
cuando tenía miedo de no saber qué decir, o de lo que él diría. Ahora tenía
miedo de todo.
La fiesta de Jennifer T había cambiado las cosas. Sabía que ella le iba a contar
a todo el mundo lo que había visto, y no había ninguna forma de poder
escapar del hecho de que la gente sabría que gaston y yo éramos… lo que sea.
Pero realmente no había entendido lo que eso significaba. Todo el mundo lo
sabría. mery lo sabría. ¿Qué sería lo que iba a pensar?
Después del día de hoy, tenía miedo de pensar al respecto.
Y él no había llamado. Cuando me fui a la cama, tratando de dormirme pero
mirando fijamente mi silencioso teléfono, en todo lo que podía pensar era en
que, que todos se enteraran, significaba desastre a escala épica. Yo quería
tener lo que fuera que teníamos gaston y yo en silencio. Mío. Quería que el final,
que sabía que estaba por venir, fuera privado.
Sabía el significado del silencio de gaston, y odiaba que mañana todos también
lo fueran a saber. Sólo una vez, quería perder algo sin que todo el mundo
estuviera mirando.

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