viernes, 21 de octubre de 2011

PERFECTO CAPITULO 12

Esperaba que la abuela se me echara encima tan pronto como yo entrara,
especialmente desde que la había visto en la cocina, pero la casa estaba
tranquila y oscura cuando entré, y la puerta de la abuela estaba cerrada, no
había luz brillando por debajo de ella.
Así que, libre de discutir dónde había estado y con quién, me fui a la cama.
Estaba más que feliz, porque quería pensar sobre gaston y todo lo que había
sucedido esta noche por siempre. Especialmente esos últimos minutos en el
coche. Habían sido maravillosos. Toda la tarde lo había sido...
Tenía la sensación de que esta clase de noche podía cambiar tu vida.
Me dormí feliz, con la promesa de ver a gaston otra vez mañana quemando
dentro de mí.
Me desperté justo antes de que mi alarma se suponía sonara, y se escuchó un
golpe sordo en el pasillo.
—Chicos, ¿qué está pasando? —dijo vicco, y él sonaba más asustado que
antes.
—Pregúntale a tu madre —dijo papá, y a pesar de que él no estaba gritando,
estaba hablando más fuerte que como lo hacía normalmente—. ¡Ella es la que
ha decidido que ya no soy apto para vivir con ustedes!
Esas últimas palabras salieron como un grito. Me congelé por un momento,
atontada por lo que había dicho —y por cómo lo había dicho—Y entonces
corrí hacia la sala de estar.
De algún modo, quería que alguien viniera detrás de mí y me dijera que
todo estaría bien, o por lo menos tan bien como puede estarlo cuando tus
padres se están separando, pero nadie lo hizo.
Me habría
gustado hablar con alguien, me habría gustado poder contarle a gaston lo que
había sucedido.
Podría llamarlo. Ir a casa, encerrarme en mi habitación, y llamarle. Salvo que
tendría que lidiar con mis padres y mi abuela, además de que gaston estaría
probablemente de camino a su trabajo ahora.
Además, estaba bastante segura de que todo lo que le quería decir no era el
tipo de cosas que le cuentas a alguien después de haber tenido sólo una cita.
Todavía tenía ganas de llamarlo, sin embargo. Pero ¿cómo iba incluso a
iniciar la conversación? ―Oye, lo pasamos muy bien anoche, y por cierto, me
levanté esta mañana y mi madre le pidió a mi padre que se fuera. ¿Cómo
estás?
No, no podía llamarlo. Por lo menos no con eso como mi línea de apertura.
Pero... Podría preguntarle a mery qué hacer. Podría decirle todas las cosas
terribles que acababan de suceder. Después de todo, nos volvíamos a hablar
de nuevo.
—Hola —dije—. ¿Qué estás haciendo?
—¿Qué está mal?
—Papá se está yendo —le dije, y mi voz sonó débil y tambaleante.
—Oh, rocio —dijo mery, y envolvió un brazo alrededor de mis hombros de la
manera en que lo solía hacer cada vez que yo estaba disgustada por algo, y
me llevó dentro.
—¿Cómo sabías que había pasado algo? —Le pregunté mientras
caminábamos y ella cerraba la puerta, con cuidado de cerrarla
silenciosamente.
—Bueno, tu cabello está, umm, un poco más desordenado que de costumbre
—dijo ella, sonriendo—. Además, tú lucías igual que cuando te enteraste de
que vicco se iba a mudar a tu casa de nuevo, ¿te acuerdas?
—Salvo que entonces yo estaba enfadada y ahora... —dije, mi voz se quebró
mientras caminaba
—Aquí —dijo mery
mery lo cogió de mi mano y me pasó un pote de helado, abierto con una
cuchara ya plantada en el interior. Lo tomé y me senté en el sofá de forma
automática, el lugar donde habíamos hablado siempre de nuestros
problemas más grandes, los que no queríamos que su madre oyera.
—Cuéntamelo todo —dijo mery, y así lo hice.
—¿Necesitas algo? —Llamó ella de vuelta hacia el dormitorio de su madre,
mery salió de la habitación, regresó unos minutos después, sonriendo brillantemente, pero mordiéndose el labio.
—¿Qué está mal? —Dije.
—Nada.
—Te estás mordiendo el labio.
Ella suspiró y se dejó caer en el sofá junto a mi. —Me conoces demasiado
bien. ¿Puedes alejar el helado de mi camino?
—Acabo de recibir a un gran manojo de chispas de chocolate —le dije, y le
sonreí, ofreciéndole una cucharada.
—No puedo —dijo ella, mirándome—. Sentarme alrededor a comer helado era
mi problema antes, ¿recuerdas?
—Lo siento —dije, el dolor y odio en la forma en que me miraba, hablaba de
cómo de horrible lo pasó ella en el pasado—. Voy a dejarlo a un lado.
luego apoyó la cabeza en mi hombro. —No me hagas caso, ¿vale? Llegué
tarde a casa la noche anterior y mamá había estado esperándome porque
quería hablar de un tipo que había conocido, y entonces ella se enfadó por
estar soltera y sin trabajo y ahora ella es... es un desastre. ¿Qué pasa si
termino como ella, rocio?
--nunca construirías toda tu vida alrededor de otra persona —
dije—. Eres muy fuerte, sabes lo que quieres, y como salir y conseguirlo.
—Perdí todo ese peso —dijo lentamente—. Y tengo a pablo. Y voy a ir a Nueva
York con eugenia. Siempre quise mudarme a Nueva York.
—¿Ves? —Dije, ignorando el pinchazo de dolor por la forma en que yo
todavía no era la persona con la que quería mudarse a Nueva York—.
—Bueno, la vida de nadie es perfecta —dijo—. Las cosas malas suceden, ya
sabes.
—De acuerdo —dije despacio—. Pero este año ha sido realmente malo. Me
refiero, en primer lugar no me hablas durante meses, y luego mi padre
renuncia a su trabajo. Además, mamá trae a la abuela con nosotros...
—Espera un minuto. ¿Qué yo no te hablé durante meses? ¡Tú nunca
intentaste hablarme!
—Lo hice, y me ignoraste por completo. ¡Actuaste como si no existiera! —No
había querido gritar, pero ¿cómo podía decir que no lo hice? ¿Cómo podía
actuar como si yo no hubiera tratado de ser su amiga?
—Lo hice una vez, quizá dos veces, y quizá esto tendría que ver con que
había cambiado mucho y que mi mamá estaba molesta porque yo había
estado fuera durante mucho tiempo y yo... yo sólo estaba tratando de hacerle
frente, ¿sabes?
—Pero te veías feliz y tú... dijiste que hablaríamos pronto y entonces era
como si nunca me hubieras conocido en lo absoluto, además hiciste cosas
como reírte de mí cuando eugenia habló de mi padre.
—Está bien, no soy perfecta —murmuró—. Lo entiendo. Tú y pablo podéis
formar el club ―mery Apesta.
—No pienso que apestes, sólo... ¿Estás llorando?
—No —replicó ella, frotándose los ojos, y después suspiró—. Estoy siendo
una perra total, ¿no? Sólo estoy cansada y anoche pablo coqueteó con algunas
estúpidas estudiantes de primer año justo frente a mí y... —Ella emitió un
sonido ahogado y se secó los ojos de nuevo—. ¿Por qué no me quiere lo
suficiente como para estar sólo conmigo? Sé que esto es porque solía ser
gorda. Si tan sólo pudiera hacerle olvidar y a todos los demás lo que solía
ser, entonces las cosas serían perfectas.
—Creo... Creo que ese tipo, pablo, es un idiota —dije—. Quiero decir, sé que
lo amas, pero te trata tan mal...
—No lo entiendes —dijo mery—. Sé que estás tratando de ser agradable, pero
simplemente... no lo entiendes.
—¿Eres feliz con él? —Mi garganta se sintió apretada por las lágrimas y algo
más, algo que se sentía como rabia.
—Él es pablo.
—Sí, pero ¿eres feliz?
—Podría serlo —dijo ella—. Es sólo... que puedo sentir a la chica gorda que
solía ser siguiéndome, ¿sabes? Me gustaría poder deshacerme de ella.
—Pero lo haces.
—No —dijo, mirándome directamente—. No lo hago. Sigo siendo yo, rocio. Lo
sabes. En el fondo, sigo siendo yo.
—Pero eres genial.
Ella negó con la cabeza. —No quiero hablar de esto. ¿Qué hiciste anoche?
—Yo... fui a una cita. —Demasiado para mí que no sé nada de chicos, pensé, y
miré su rostro, sin saber cuál sería su reacción
—¡rocio! —Me agarró las manos, sonriendo—. ¿Por qué estábamos hablando
de mí? ¡Cuéntamelo todo! ¿Qué te pusiste?
Esta era la mery que conocía. Le devolví la sonrisa. —Unos jeans azules y mi
camisa.
—Oh, eso está bien. ¿El pelo?
—Como éste. Bueno, quiero decir que lo cepillé y esas cosas.
—¿A dónde fuisteis?
—Al parque.
Sus ojos se ampliaron.
—No para eso —dije, y reí mientras ella se aguantaba la risa—. ¡De verdad!
Sólo hablamos, te lo prometo. Gaston y yo hablamos por horas, en realidad.
Bueno, y comimos tacos. Y nos besamos un poco.
—¿gaston?
Asentí con la cabeza. —Sé que solía decir que era un imbécil, y sé que el año
pasado él...
—¿Conectó con casi todo el mundo?
—Sí, pero él...
—No es sólo el año pasado, rocio. Este año he escuchado tantas cosas...
Negué con la cabeza. —¿Con cuántas chicas le has visto actualmente?
—Algunas —dijo mery, sonriendo como lo hacía cuando estaba enfadada—.
¿Por qué estás tratando de defenderle? Conseguiste gustarle, pero tipos
como él no cambian, y todo el mundo sabe que él se pierde con cualquiera
que tenga pulso.
—¿Al igual que todo el mundo sabe cómo de perfectos y felices sois tú y
pablo?
—Bueno, algo así —dijo mery, su sonrisa se apagó y su expresión estaba
completamente cerrada, como se ponía cuando estaba muy molesta.
—No te enfades. Es que gaston es realmente agradable, y creo que tal vez...
—No —dijo ella, sacudiendo la cabeza. No parecía que estuviera enfadada,
sólo triste, como si supiera algo que yo no—. Sé que piensas que estuviste
con él, pero una cita real es más que ir al parque y...
—Sé lo que es una cita, lo creas o no. Salimos, mery, y hablamos. Realmente
hablamos, y me gusta. Incluso iba a llamarle y decirle lo de mamá y papá esta
mañana, pero...
—Está bien, tienes que parar. No voy a discutir sobre la cosa de la cita
contigo nunca más, pero prométeme que no harás eso.
—¿Por qué?
—Porque no vas por ahí hablando con chicos como gaston o pablo, cosas como
esa, nunca. Ellos no saben qué hacer y les hace actuar raro y luego ellos te
plantan por estar de mal humor o lo que sea que quieran decir. ¿Crees que
pablo lo sabe todo sobre mi madre? Los chicos no pueden manejar cosas
difíciles.
—¿Así que ahora pablo y gaston se encuentran en la misma categoría? Eso es una
sorpresa, quiero decir, que con gaston podría ser terrible y todo. Y sólo porque
pablo no te eche una mano... —Me callé cuando los ojos de mery se redujeron.
Nos miramos la una a la otra por un momento, y luego su teléfono sonó.
Ella lo miró, y luego a mí, y sabía que no debería contestar. No cuando
estábamos hablando de cosas como estas, reales. No cuando nos estábamos
diciendo cosas que teníamos que habernos dicho hace años.
Pero lo hizo.
Ella contestó su móvil y despareció, volviendo a su dormitorio, dejando
fácilmente nuestra conversación atrás. Dejándome a mí fácilmente atrás. Me
senté allí, en shock y herida.
Y enfadada.
—No, yo no estoy haciendo nada —la escuché decir—. ¡Por supuesto que
quiero que vengas! ¿Ya no lo hemos hablado? Síp, tan pronto como puedas.
¿Qué? No, tú lucías grandiosa la noche pasada. Esos jeans son increíbles.
Desearía tener un par.
Ella debe de estar hablando con eugenia, y aún cuando he escuchado a mery
burlándose de lo obsesiva que era eugenia, sonaba como si eugenia fuera su
mejor amiga. Y también sonaba como…
Bueno, ella sonaba como el tipo de persona de la que se hubiera podido
burlar el año pasado.
—Lo siento —ella dijo, volviendo al salón—. Tengo algunas cosas que
necesito hacer así que…
—Así que quieres que me vaya de aquí antes que venga eugenia y me vea.
—¿Has estado escuchando mi conversación? —mery parecía furiosa.
—No, quiero decir, he escuchado algo, pero yo no tenía la intención hacerlo.
—Eso es un poco feo. No, realmente, es horroroso.
—¿Piensas que quiero escucharte hablando con eugenia? —Dije—. Oh, eugenia,
¡eso suena grandioso! ¡Oh, luces increíble! ¡Estoy totalmente de acuerdo con
todo lo que dices porque yo no pienso por mi misma!
—Wow —Dijo mery, cruzando sus brazos sobre el pecho—. Gracias por venir
y burlarte de mí. Deseo que todos mis amigos sean tan buenos como tú.
—Pero tú… tú no estás actuando como la Mery que yo conozco. Has hablado
con eugenia exactamente como decías que las personas solían hablarle a ella…
y como tú nunca lo harías. ¿Recuerdas? Tú dijiste que ellos eran estúpidos, y
que tú nunca querías ser como ellos.
—Correcto, porque es muy divertido ser gorda y desagradable y no tener
amigos. ¿Por qué quiero ser bonita e ir a fiestas y tener un novio y salir con
personas que importan? Una cosa era cuando yo era como t… —Se contuvo,
mirando hacia su móvil y mordiéndose el labio.
—Era una cosa cuando tú eras como yo —dije tranquilamente—. Así que cada
vez que dijiste que la popularidad era una broma, y que tú nunca quisiste ser
como eugenia o, peor, ser su amiga, ¿no lo decías en serio?
me miró. —Lo dije en serio. Odiaba el instituto, odiaba a las personas
como eugenia, odiaba la idea de la popularidad. Pero yo… yo también lo quería.
Yo quería ser alguien. Dije que no, que no importaba, pero nunca lo creí. En
realidad. No.
—Yo lo hice.
—Síp, pero esto no es acerca de ti. Nadie te llamaba ―trasero gordo‖ o ―carga
ancha‖ o se reían cuando entrabas a algún aula. Las personas iban a tus
fiestas de cumpleaños y tú tienes una casa, un hogar normal para ir cada día.
Yo tengo que ir a casa y cuidar de las personas que se suponen que deben
cuidarme a mí. Has ido de compras conmigo a todas las tiendas de chicas
gordas, pero tú nunca has tenido que comprar esas ropas, y cuando salimos
a comprar, nadie te mira cuando sacudes tu cabeza disgustada por esperar la
comida. ¿Por que querría yo ser esa chica otra vez?
—Pero yo… —Hice una pausa, sorprendida por lo enojada que ella estaba—.
Parecías siempre tan feliz. Tan segura de ti misma.
—¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Ser la chica gorda que siente lastima de si
misma? Ya he visto como eso tiene a mi madre.
—Si tú me hubieras dicho algo a mí…
—Claro. Porque cada vez que yo trataba de hablarte de cómo lucia, me
mentías y me decías que yo estaba bien.
—Pero yo no…
—¿Qué? —Dijo, elevando su voz—. ¿No lo decías en serio? ¿Sólo
estabas siendo amable?
—No, lo decía en serio. —Dije—. Tú eras mi mejor amiga y a mí no me
importaba como…
—¿Qué, cómo era mi aspecto? Bien, eso es noble por tu parte, pero a mí sí —
dijo—. Mira, tengo que estar lista para cuando venga eugenia, así que…
—¿Así que es eso? ¿Tengo que irme porque eugenia quiere venir a pasar el
rato? ¿Me echas de un lado porque no te dije lo que querías escuchar antes
del último verano, y porque tú piensas que no tenías ningún valor antes de
perder peso?
—Exacto, porque yo no estoy saliendo contigo en este momento ni nada. —
Ella sacudió su cabeza, ceñuda—. ¿Debería dejar de salir con todos y pasar
todo mi tiempo contigo? Te he dicho que tú eres la persona con la que puedo
contar porque sé que siempre estarás ahí para mí. ¿Que más quieres de mí,
rocio? Mira, está bien —dijo ella—. ¿Me llamas mañana?
Asentí con la cabeza, aun cuando las cosas no estaban bien para mí. Pero ella
acababa de decir que contaba conmigo, me recordé a mí misma. Eso significa
mucho.
¿Verdad?
—Hey —me llamó cuando me iba, me paré en el camino de su entrada y me
volví para mirarla.
—Si pablo me bota y eugenia deja de hablarme y me vuelvo gorda otra vez, tú
aun serás mi amiga, ¿verdad? —dijo ella.
—Siempre seré tu amiga —dije, y ella me sonrió, entonces se volvió y entró.
Empecé a caminar hacia casa. Sin mirar hacia delante o con lo que podría
encontrarme, por lo fui capaz de alejarme un poco. Estaba contenta de que
aún podía contar con mery.
mery, quien no había pedido que viniera o incluso que fuera por el trabajo
cuando estaba en el centro comercial después de aquella vez. mery, que
nunca llama a menos que llame yo primero. mery, quien no me quiere
alrededor de su nueva vida y amigos. mery, quien parece odiar todo acerca
de su vida y a ella misma este año, y quien me ha olvidado, a menos… bueno,
a menos que ella necesite a alguien que esté allí para ella.
mery, quien nunca dirá que lo siente por todo lo que ha pasado. Por cómo
nuestra amistad terminó anteriormente, por olvidarme. Por nada.
Me volví y caminé hacia la casa de mery.
Ella estaba sentada afuera cuando llegué, acostada en una de las 2 sillas de
jardín que ella había creado. Me acordé de cuando las obtuvo. Fue justo
cuando ella había cumplido los once años, y que había hablado con su mamá
para comprarlas para su fiesta de cumpleaños. Ella había invitado a todos en
nuestra clase, pero solamente aparecí yo. Pero al final la pasamos bien,
porque la mamá de mery nos dejó comer todos los bizcochos que había
comprado y luego nos sentamos en las sillas, agitando bengalas, mery y yo
escribimos nuestros nombres en el aire viendo las letras en llamas para luego
desaparecer.
eugenia estaba en la silla próxima a la de ella,
Parecieron no verme, aun habiendo pasado a mi lado.
eugenia levantó la vista, sonriendo, y agitó la mano hacia el coche. Ella me vio y
su sonrisa se desvaneció por un momento, luego afilando al tipo de sonrisa
que te hace doler el estómago. Vi como ella se volvió a mery, diciéndole algo.
mery, quien estaba mirando una revista, levantó la mirada.
Me miró. Sonreí y la saludé con la mano, y dije: —Sólo caminaba por aquí —
porque yo no la quería avergonzar ante eugenia.
Ella no dijo nada, ni siquiera saludó con la mano. Me miró y luego se volvió a
eugenia, y señaló algo en la revista.
—Hey, tú —dijo eugenia, y yo la miré—. Dile a tu padre que mi madre ya no
quiere catálogos de Perfect You, ¿entendido? Ella dijo que las notas que él ha
colocado acerca de su estúpida tienda son patéticas. —Ella se rió, y después
de un momento, mery también.
mery se rió de mí. Una vez más.
—¿mery? —dije.
—Oh, mira, rocio está molesta —Dijo eugenia—. Lo siento, cariño, no me he
dado cuenta que tú también estabas con el tema de las vitaminas. —Su voz
era alegre, pura maldad endulzada. ¿Era esto lo que mery quería ser?
La miré nuevamente, esperando que ella me mirara. Con la esperanza de que
dijera algo para demostrar que era mi amiga. Lo que fuera.
Pero ello no lo hizo, y allí parada, recordé algo más del décimo-onceavo
cumpleaños de mery. Ella había llorado. Había llorado porque ninguna de
esas chicas de las que todos querían ser amigos había ido, luego se secó los
ojos y dijo que los odiaba, antes de sollozar: ―¿Por qué no me quieren?‖
Ella siempre quiso estar donde está ahora. No vi cuándo y por cuánto tiempo.
No había visto lo infeliz que era. No lo había visto.
Ella no iba a mirarme. Ella no iba a hablarme. Ella puede haber dicho que aun
quería que yo fuera su amiga, y tal vez lo había dicho en serio, pero
realmente no quería ser la mía.
No pensé que ella fuera a decir algo cuando me volví para irme, y no lo hizo.
Y eso era. Nuestra amistad había terminado.
Quería sentirme libre. Quería sentirme orgullosa de mí misma por finalmente
poder ver lo que era tan obvio. Pero no me sentí ni libre ni orgullosa. Quería
volver atrás. Quería que fuéramos amigas como solíamos ser. Quería saber
por qué las cosas tienen que cambiar.
Quería saber por qué ella no me necesitaba. Por qué yo era tan fácil de
olvidar.

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