viernes, 21 de octubre de 2011

PERFECTO CAPITULO 11

La abuela se levantó, cuidadosamente doblando las blusas que estaba
sosteniendo contra sus brazos, y echó un vistazo hacia la cocina. —Creo que
iré a la cama.rocio, querida, ven conmigo.
—Hola, querida —dijo,
—. ¿Cómo estuvo el trabajo?
—Largo.
—¿Dónde vas a ir esta noche?
—Fuera.
Ella rió. —Querida, fui capaz de entender eso de tu extremadamente confusa
charla al teléfono más temprano.
—Tengo una cita. Con el chico que llamó antes, el que tenía mi zapato.
—Eso suena encantador —dijo, y miré hacia ella. Estaba sonriéndome, y
parecía genuinamente feliz.
—Supongo. Mamá va a estar molesta, creo. No le he dicho nada sobre gaston o
esta noche.
—Querida, no te preocupes sobre eso —dijo la abuela-- Hablaré con ella.
Visiones de pesadilla de mamá volviéndose loca cuando la abuela le
mencionara sobre la noche que había llegado a casa de una manera más o
menos despeinada, sin mencionar la llamada telefónica que hizo bastante
claro con quién me había estado despeinando, bailaron a través de mi
cabeza. —Yo lo haré.
--Hablaré con ella por ti más tarde, ¿está bien?estoy segura de
que ella quiere que tú salgas y pases un buen rato. ¿Qué vas a usar? ¿Qué hay
sobre esas encantadoras botas moradas que te compré?
—Yo, uh, las estoy guardando —dije—. Creo que podrían ser mejores para
más avanzado el año. —O nunca.
Para la hora que yo estaba lista, me había cambiado de ropa cuatro veces.
Bueno, cuatro veces agregando dos más. También, eran las siete de la tarde.
7:02, en realidad.
Fui a la sala de estar y me senté en el sofá, recordándome a mí misma que
nadie aparecía para una cita a la hora. O, al menos, eso es lo que he
escuchado.
—¿Para qué estás tan arreglada? —Dijo vicco, saliendo de la cocina con un
sándwich y sentándose a mi lado—. Espera un minuto… ¿vas a salir? Como,
¿con otra persona?
—¿Por qué estás aquí? ¿No deberías estar trabajando o yendo tras alguna
chica?
—¡Vas a salir! Awww, rocio tiene una cita, qué lindo. ¿Cómo se llama?
—vicco, querido, deja a tu hermana sola
vicco me lanzó una manta, y yo tomando represalias lo pateé y robé el
control remoto. Pronto, nosotros lo estábamos tirando hacia delante y hacia
atrás, cambiando de canales a máxima velocidad y volumen.
—Niños —dijo la abuela, y entonces, cuando la ignoramos, suspiró
dramáticamente y dejó la habitación. vicco y yo nos sonreímos mutuamente
por un segundo antes de comenzar a pelear sobre el control remoto otra vez.
—¿Hay alguien en la puerta? —llamó la abuela un momento después.
—. Creo que
escuché algo.
—Sólo silencio total de la tan-llamada cita de rocio —dijo vicco cuando tiró
con fuerza el control remoto lejos de mí—. Admite que arreglaste todo esto y
te dejaré tener la mitad del sofá antes de que yo salga.
Lo tomé de regreso. —Entonces, ¿le vas a decir a tu cita cómo un cliente hirió
tus pequeños sentimientos?
—No se preocupen niños —dijo la abuela, volviendo a la sala de estar—.
Abriré la puerta.
vicco y yo nos miramos mutuamente e hicimos rodar nuestros ojos. Le bajé a
la televisión, calculando que eso la haría feliz, y le hice una cara a vicco
cuando él tomó el control remoto otra vez.
—Perdedora —dijo, y cuando le saqué la lengua y le pegué con mi codo en el
costado, gaston entró en el cuarto, seguido por la abuela.
Perfecto. Simplemente perfecto.
—Oh, hey, tu cita apareció —dijo vicco, sonriendo ampliamente hacia mí—.
Supongo que no arreglaste toda la cosa después de todo.
Si las miradas mataran, vicco tendría una muerte lenta y espantosa. Pero no
lo hacían, entonces me conformé con aplastar su pie con el mío.
—Bueno, puedo ver que no deberíamos esperar a que rocio nos presente —
dijo la abuela—..
Gracias, abuela. La miré airadamente, pero por supuesto ella no lo vio.
—Hola, soy gaston —dijo gaston—. Creo que hemos hablado antes. Yo llamé…
—Oh, sí —dijo la abuela, radiante—. El joven con el zapato. Sabes, tienes
unos dientes encantadores. No que esté diciendo que no eres atractivo o algo,
tú sabes, aunque yo realmente encuentro los peinados de los jóvenes
bastante extraños estos días.
—Um, gracias —dijo gaston.
—Yo y gaston probablemente deberíamos irnos —dije, pero la abuela sacudió su
cabeza.
—Querida, estamos charlando —dijo, y sonrió hacia gaston—. Dime, ¿tuviste
frenillos?
La miré fijamente. ¿Por qué, oh, por qué, el universo me había dado una
abuela con el poder de hablar? ¿Por qué?
Gaston sacudió su cabeza, pareciendo un poco confundido. vicco me dio una
mirada comprensiva, lo que sólo mostraba cómo de malas estaban las cosas.
—Está bien, nos vamos ahora —dije—. Abuela, ¿puedes decirle a mamá que
me fui?
Y entonces, antes de que ella pudiera decir algo más, agarré el brazo de gaston
y me dirigí a la puerta. No corrí, porque eso se habría visto desesperado.
En cambio sólo caminé realmente, realmente, rápido.
Afuera, dejé caer su brazo, sobre todo porque yo quería seguir reteniéndolo
pero sabía que parecería extraña o desesperada, o quizás ambas cosas. Y
ahora mismo necesitaba aparentar ser normal. O lo más normal que pudiera
después de lo que había ocurrido.
—Perdón por todo esto. Mi abuela... bueno, es como que está su mundo y
después está el mundo real.
—Hey, al menos tu abuela te habla —dijo él, dirigiéndose a un coche
aparcado al final de nuestro camino. Lo seguí, y entonces estaba en el coche
de un chico. ¡Estaba en el coche de gaston!
Normal, me recordé a mí misma. Habla con normalidad. Desmayarte porque
estás en al auto de alguien, no es normal. —¿Tu abuela no te habla?
El sacudió su cabeza. —No. la madre de mi madre murió cuando yo era
pequeño, y la madre de mi padre no ha hablado con nosotros en años.
—Mi madre y mi abuela no se hablaron durante un tiempo cuando mi madre
era joven —le dije—. A veces pienso que ellas deberían haber continuado con
eso del silencio. Las cosas de familia son extrañas, ¿no? Todo el mundo sabe
acerca de mi papá y el asunto de sus vitaminas, pero nadie sabe cómo es mi
abuela de extravagante, y nunca he oído a nadie hablar en la escuela acerca
de tu... —Me callé.
Él me sonrió antes de salir a la calle. —Así que, tú escuchas cuando la gente
habla de mí, ¿eh?
—¡No! Quiero decir, yo escucho cosas a veces, pero es difícil no hacerlo, ya
que te has enrollado con la mitad de las chicas del instituto.
—Yo no me he enrollado con la mitad de chicas del instituto.
—Ok, con un tercio.
Él me miró durante un segundo y volvió a mirar la carretera. —¿Fue tu padre
despedido por intentar vender Perfect You durante una reunión, o porque
vendió a su jefe una botella de vitaminas que le hizo mal?
—¿Qué? Eso no fue lo que ocurrió. Él dejó su trabajo y entonces empezó a
vender todo el material de Perfect You.
—Pero yo oí...
—Escuchaste mal.
—Exactamente —dijo él—. ¿Ves lo que quiero decir?
Ahora yo lo miré a él, pensando en lo que dijo.
—Para que lo sepas, la regla de diez segundos entra en efecto —dijo gaston—.
Un segundo más y oficialmente estarás de acuerdo conmigo.
—Ya te gustaría —le dije—. Y, bien, estás diciendo que la gente inventa cosas
como el número de chicas con las que te has enrollado, pero te olvidas de
que te he visto en los pasillos del instituto.
—¿Con cuántas chicas me has visto este año? —Él me miró sonriendo—. Sé
que lo sabes.
—No lo sé. —Sí lo sabía. Cuatro—. Pero, ¿por qué la gente inventa cosas sobre
ti?
—¿Por qué la gente inventa cosas sobre tu padre? Me imagino que
necesitarán cosas de qué hablar.
—Qué profundo.
—¿Es esa tu forma de decir que estás de acuerdo?
—Esta es mi forma de decir que tú estás lleno de mierda.
Él rió. Y entonces no dijo nada.
—La regla de los diez segundos —le dije.
Él me miró. —Ok —dijo con voz serena—. Me he enrollado con muchas chicas
de primer año, con algunas ocurrió justo antes de comenzar las clases y yo…
no sé. Yo estaba saliendo mucho con pablo por aquel entonces e íbamos a
fiestas en las que todas las chicas querían arrojarse a él, e incluso pablo podía
manejar a varias a la vez, por lo que…
—Déjame adivinar. Tú lo ayudabas.
—Odio cuando me miras como si yo fuera algo que has encontrado en la
suela de tu zapato, rocio. Yo no te estaba mintiendo.
—Tú acabas de decir que te enrollaste con toneladas de chicas, después de
decirme que no.
—Fue el año pasado, y no fueron toneladas, o un tercio del instituto, o la
mitad de eso, ni siquiera algo como eso. Pero la gente habla y tú sabes cómo
es eso.
—Supongo que la próxima me dirás que sólo lo hiciste hasta que te diste
cuenta que en el fondo te odiabas a ti mismo, ya que estar con todas esas
chicas te hizo sentir menos vacío por dentro
—Wow, qué perspicaz —dijo en voz baja pero furiosa—. ¿Sabes lo que no
entiendo de ti? Por qué siempre piensas lo peor de mí, y por qué, a pesar de
eso, aún parece que te gusto. Al menos a veces. —Él encendió la radio,
subiendo el volumen tan alto que no había ningún modo que él pudiera oír
de lo que tenía que decirle.
Pero yo no tenía nada que decir. Me quedé allí sentada, preguntándome si
estaba en lo cierto acerca de mí ¿Yo siempre pienso lo peor de él?
Solía hacerlo, pero gaston era la única persona que me preguntó sobre lo de
mery. Él tampoco había dicho nada malo de mi padre, o incluso reírse de él y
aquel día horrible, cuando todos en la escuela se enteraron de la nueva
profesión de papá, él había sido la única persona que no se había
preocupado acerca de lo que había sucedido. Él sólo había querido saber si
yo me había escapado a llorar y si estaba bien.
Y cuando las cosas con merycomenzaron a cambiar, cuando nosotras
comenzamos a ser amigas de nuevo, él había sido una persona, la única
persona, en la que pensé en contárselo. Y últimamente, cada vez que pasó
algo, fue la primera persona en la que pensé. El primero con el que quería
hablar.
—Yo no pienso siempre lo peor sobre ti —le dije. En realidad tuve que
gritarlo, sólo que lo hice cuando la canción que sonaba era tranquila, así que
terminé sonando como… bueno, yo. Su boca se arqueó brevemente en las
esquinas, y luego se inclinó y apagó la radio. Ok, escuché eso. —Y entonces
no dijo nada más.
—Bien, ¿qué es esto? —dije cuando no pude aguantar más el silencio. Pienso
que duré aproximadamente treinta segundos.
—¿Qué es qué?
—Todo este silencio —Él se encogió de hombros.
—Ok, ¿así que yo soy la que se supone que tengo que olvidar todo lo que
dijiste sobre el año pasado? Quiero decir, tu admitiste que...
—¿Todo lo que dije? ¿Por qué incluso escucharías a un chico que usa a las
chicas para olvidar el vacío que siente?
—Mira, estaba enojada...
—Nunca lo habría imaginado.
—Y ahora tú estás enojado.
—Sólo digamos que tu pequeño discurso no me alegró el día...
—Yo no pienso que tú seas ese tipo de chico, ¿vale? Yo sólo… —Tomé una
respiración profunda. Era extraño, pero realmente no estaba acostumbrada a
hablar con nadie. Realmente hablar, quiero decir—. ¿Qué sucedió el año
pasado? Además de las cosas que ambos ya conocemos, quiero decir. Dijiste
que algo sucedió antes de empezar las clases...
Él estuvo en silencio por un momento.
—Mi padre —dijo finalmente—. Me entere que el hombre que nos había
dejado a mi madre y a mí cuando yo tenía seis años y que jamás se había
tomado la molestia de enviar dinero o incluso llamar, estaba viviendo en
Alaska con una mujer que quizás sea cinco años mayor que yo, y que ellos
habían tenido un niño. Él estaba tan orgulloso de su nuevo hijo que había
hecho una jodida página Web dedicada a él y entonces tuvo el descaro de
localizar el email de mi madre y enviarle un link para hacerle saber que él
había organizado su vida, y si, hey, ¿no estaba ella feliz por él y su nueva
familia?
—Oh.
—Sí, y yo... Mira, eso me hizo sentir mal. No estoy diciendo que esto sea
como una excusa por lo del año pasado porque... Bien, esto suena a algo que
él diría o que me imagino que él diría. Pero realmente apestaba que mi padre
finalmente apareciera en un puto e-mail acerca de su nueva familia, y que ni
siquiera dijera que lo sentía, o incluso preguntara... —Se interrumpió,
sacudiendo la cabeza—. No importa
Yo podría adivinar lo que él no había dicho. —Ni siquiera preguntó por ti.
—Ni una sola pregunta. Ni siquiera un ―dile Hola a gaston. Es como si se olvidó
de que existo, y el año pasado yo fui a la página Web y vi sus fotos y su
nueva familia y ni siquiera lo odio, ¿sabes? Yo quiero decir, bueno, lo hice,
pero más que eso, quería saber por qué nos dejó en primer lugar.
Yo asentí con la cabeza, pensando en cómo me sentí cuando vi por primera
vez a mery saliendo con Eugenia y lo mucho que deseé odiarla pero no lo
conseguí ni siquiera un poco. Sobre todo, quería saber lo que había hecho
para hacer que me olvide y por qué fue tan fácil para ella hacerlo. —Se lo que
quieres decir.
—¿Sí?
—Sí.
Y ahora sabía que había alguien más que entendía lo que era despertar una
mañana y darse cuenta que no le importabas a alguien. Es extraño que, de
toda la gente, fuera gaston.
Disminuimos la marcha y giramos al aparcamiento de la pizzería a la que
todo el mundo iba.
—¿Quieres entrar? —dijo él.
—No lo sé. En cierto modo siento que una conversación casual sobre las
preferencias de pizza y salsa no va a funcionar ahora.
—Sí —dijo él—. Podríamos conseguir una hamburguesa o algo y luego ir al
parque.
—Claro, porque yo no estaba escuchando cuando admitiste que gastaste un
montón de tiempo el año pasado haciendo cosas como ésta.
Su boca se arqueó de nuevo —Nunca he hecho esto.
—¿Qué, hablar antes?
—Qué graciosa —dijo él—. Quiero decir que nunca hice todo el asunto de las
citas y eso...
—Eso tiene sentido.
Él se quedó perplejo. —¿Por qué?
—Como sabías que las cosas iban a terminarse de todos modos, ¿por qué
pretender que funcione cuando no lo hace?
—Esta... no era la reacción que yo estaba esperando.
—¿Qué, quieres un aplauso?
Él rió. —No, Yo pensaba que tú, no sé, gritarías un poco más o algo.
—Pero tienes razón —le dije—. Las cosas en verdad se terminan. Quiero
decir, este año perdí a mi mejor amiga, a pesar que resultó ser sólo por un
rato, y luego mi padre renunció a su trabajo y ahora...
—Espera, ¿estás hablando con mery otra vez? ¿Por qué?
—¿Qué quieres decir con por qué? Ella es mi mayor amiga. ¿Tú odiarías a
pablo si él parara de hablar contigo?
—¿Si pablo no hablara conmigo? Creo que sería un sueño hecho realidad para
nosotros dos —Murmuró.
—Pero vosotros dos os abrazáis todo el tiempo y...
—Lo sé, usaba a pablo como cebo para las chicas.
—Eso no era lo que yo iba a decir.
—¿De verdad?
—Sí, Señorito Yo Creo Que Puedo Leer la Mente Pero No Puedo, lo que iba a
decir era… ¿no son vuestras madres amigas también?
—Ellas lo fueron, antes, cuando mi madre estaba en el catering los fines de
semana para ganar dinero extra y hacer todas las cenas de las fiestas de la
madre de pablo. Ahora ellas son socias comerciales, lo que quiere decir que la
madre de pablo gasta todo su tiempo elaborando los menús para que la gente
mire y mi madre gasta todo su tiempo preocupada sobre cómo va ha hacer
ella misma una cosa con masa de hojaldre para 60. Yo incluso tuve que faltar
a la escuela para echar una mano con algún brunch* porque la mamá de pablo
no puede ser molestada para hacer cualquier trabajo real.
Tenía el presentimiento que ese día fue cuando escuché a una de las
Jennifers especulando que él se había saltado las clases porque tuvo
problemas con una chica.
—Así que, ¿tú estás cabreado con pablo por culpa de su madre?
—No, yo estoy cabreado con pablo porqué él es un imbécil. Yo sólo… supongo
que me di cuenta que me estaba convirtiendo como mi padre en todo lo
relacionado con las chicas… bueno, y yo no quería, ¿sabes? Pero él no lo
entendió. Aún no. Además, él y su padre siguen diciendo que su madre va a
dejar de trabajar con la mía, y si eso ocurre, mi madre seguirá tratando de
mantener su negocio. Y ella no tiene la cantidad de dinero que tienen los
padres de pablo.
—Eso apesta.
—Sí. Ahora pablo me usa como tapadera cuando quiere zafarse de mery y… —
Él se interrumpió.
—Está bien, mery sabe que la engaña.
—Supongo que sería difícil no saberlo —dijo él—. ¿Y no le importa?
—Ella tiene miedo de que si ella dice algo, él la dejará. ¡Eh! ¿Cómo es que me
preguntaste por qué estaba hablando con mery otra vez?
—Debido a lo que ella hizo cuando comenzó la escuela, y porque tú no sueles
aguantar las estupideces de nadie.
—mery no… No es así.
Él me miró. Yo aparté la vista, mirando afuera por el parabrisas y sintiendo lo
que acababa de decir sonando extremadamente hueco dentro de mí, como si
no fuera cierto. Negué con la cabeza y volví a mirarlo de nuevo… —Hablando
de estupideces, te aguanto a ti, ¿no?
—Eso es porque tú quisiste salir conmigo.
—Yo no…
—Mentirosa —dijo él, y entonces me besó y me olvidé de todo por un
momento.
Nosotros acabamos por salir del parking de la pizzería para coger unos tacos
y comerlos en el parque. Aprendí que a gaston no le gustaba el guacamole (―Es
verde y pegajoso… ¿cómo es posible que sea una comida?‖). También supe
que su madre, antes de empezar con el catering, fue secretaria del padre se
pablo (―Probablemente sea otra razón por lo que el padre de pablo sea como un
culo en todo. Mi madre no está cerca para hacer todo su trabajo nunca más‖)
Y también supe por qué él estaba trabajando.
—Sabes lo que realmente apesta —dijo él después de tirar todo el guacamole
de su tercer taco de pollo—, es que se supone que yo tenía que conseguir un
aumento de sueldo después de terminar mi período de formación,
sólo para descubrir que la política de la empresa ha cambiado y ahora tengo
que esperar otros tres meses. Es un asco porque no es como que el alquiler
no se va a poner más barato.
—¿Alquiler? ¿En qué?
—Nuestra casa. Sabes, el lugar donde la gente vive. Tú debería haber
escuchado sobre ello.
Le di un golpe en su brazo. —¿Estás trabajando para ayudar a pagar el
alquiler de vuestra casa?
—Gracias por sonar tan sorprendida. ¿Tú trabajas para ayudar a tu padre,
verdad? ¿Es tan difícil de creer que yo esté trabajando para ayudar a mi
madre?
—No. Yo sólo… no lo sé. Yo siempre pensé que tú eras…
—Sí, ya sé lo que tú piensas de mí.
—¿Tengo permitido terminar la frase?
El sonrió, apoyándose en mí. —No sé. ¿Lo tienes...?
—Yo siempre pensé que eras un idiota, pero no lo eres. No todo el tiempo, de
todos modos —le dije, dándole codazos—. Tú... tú me sorprendiste.
—¿Yo te sorprendí? —El atrapó mi brazo con el suyo, deslizando su mano,
así la enredó con la mía.
—Sí. Tú no eres tan malo, ¿sabías?
—Te gusto —dijo él, sonriendo otra vez.
—Yo no dije eso.
—Bueno, fue algo cercano —dijo él, y me besó otra vez.
Para cuando dejamos el parque, ya eran después de las 11. Nosotros
teníamos que estar de vuelta en casa a las 11:20, y nos estábamos besando
cerca de… bueno, sobre dos segundos después de las 11:20.
—Me tengo que ir —dijo después de unos minutos, y luego me besó de
nuevo.
—Okay —dijo, unos cuantos minutos después de eso—, realmente me tengo
que ir. Se supone que debo estar en casa a las 11:30. Además, tengo que
levantarme temprano para ir a trabajar mañana. ¿Trabajas mañana?
Asentí con la cabeza, aturdida por los besos.
—¿Puedo ir a verte en mi descanso?
—No sé, ¿puedes? —dije, burlándome, y bien, tratando de sonar como si no
era la gran cosa lo que estaba pidiendo, pero por dentro estaba animada.
Se inclinó y rozó sus labios contra mi mejilla, moviéndose lentamente hacia
mi boca. —Eres tan linda cuando intentas se mala. Yo solía andar diciendo
cosas sólo para que me mires como lo haces ahora.
Me aparté de él frunciendo el ceño fruncido. —―Lindo es una de esas
palabras que la gente usa cuando saben que eres lo suficientemente
inteligente como para darte cuenta que ―tienes tanta personalidad, significa
―eres feo.
—Tu capacidad para recibir cumplidos es definitivamente una de las cosas
que más me gusta de ti —dijo sonriendo.
Me obligué a ignorar su sonrisa, pero era difícil. —¿Y qué quieres decir con
que solías decir cosas para que te mirase? ¿Fuiste mi fastidio
apropósito?
—Oh, por favor. Para ti y para mí, era coqueteo. Además, era la única manera
de hacerte hablarme.
—Me estás haciendo sonar como una idiota.
Él se inclinó y puso una mano a cada lado de mi cara y luego movió su boca
tan cerca de la mía que casi se besaban. —No creo que seas idiota —dijo y
luego me besó de nuevo.
—Entonces, ¿qué crees que soy? —le dije cuando nos separamos.
Se echo a reír. —Yo sólo pienso que tú eres tú.
—Eso no responde la pregunta realmente.
—Creo que eres terca, inteligente, un poco mandona y hermosa —dijo.
—No soy terca ni mandona. —¡Él piensa que soy hermosa! ¡YO!
—Tienes razón. Eres obstinada y ocasionalmente dominante.
—No eres gracioso —dije, intentado no reír. Lo hice de todos modos.
—Tienes una risa agradable también —dijo, y luego me besó de nuevo. Esta
vez no nos separamos hasta que su teléfono sonó.
—Perdona —dijo, moviéndose y abriéndolo de un tirón. Sonrió al ver la
pantalla y luego me lo tendió.
Voy a seguir haciendo esto hasta que llames y digas que vas camino a casa.
Mamá.
—Me encanta cómo lo ha firmado, como si no supiera de quién es —dijo.
—No puedo creer que ella escribió cada letra.
—Ella es algo psicótica sobre estas cosas —dijo—. Antes de que mi padre se
fuera, ella estaba trabajando para obtener su título en literatura. Tengo que
ocultar todos mis trabajos de literatura de ella. Oye, ¿esa es tu abuela?
Miré por la ventana y lancé un gemido. Mi abuela nos miraba desde la
ventana de la cocina, tenía una bata de seda color naranja que brillaba más
que la luz de la cocina. —Debo ir antes que ella venga y comience a hablarte
de los dientes.
—Así que, ¿la próxima vez debo presentarme con mis radiografías dentales?
—¿Quién dijo que habrá segunda vez?
—¿Quién dijo que no?
Me quedé en silencio un momento. Me gustaba la idea de salir otra vez. Me
gustaba la idea de tener otra noche como ésta.
—La regla de los diez segundos sigue vigente, ya sabes, así ahora tenemos
otra cita —dijo.
—¿En serio?
—Si quieres —dijo, mirándome con tanta intensidad que no tenía más
remedio que darle otro beso.
Y se lo dí.

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