lunes, 31 de octubre de 2011

QUIZAS AMOR CAPITULO 14

Cuando me visto, veo mi coletero elástico en mi mano, y luego mi pelo. Trato de imaginarme caminando en la escuela con el pelo suelto. Caminaría por el pasillo y vería a Gaston y él...
Él probablemente me preguntaría qué pasaba. Y entonces me sonreiría y diría...
Me sonreiría y diría...
No se. ¿Qué diría?
¿Qué me dirá hoy?
—¡Lo sabía! —cande dice cuando contesta el teléfono y le cuento lo que pasó con pablo y luego con gaston en el trabajo y pido consejo—. Yo sabía que acabarías con gaston.
—¡No lo sabías! Ayer dijiste que sabías que no podía recogerte debido…
—A una persona especial —dice—. Simplemente asumiste que quise decir pablo, pero yo sabía que sería gaston. Es totalmente obvio por la forma en que hablas de él.
—De ninguna manera, no sabes... ¿De verdad sabes?
—Sí —dice ella—. Te gusta gaston.
—Yo... sí, me gusta —digo, y luego le cuento todo lo demás sobre anoche.
—Cuéntame la parte de la piedra de nuevo —dice cuando termino.
—¿La parte de las piedras? Él y yo terminamos atrapados por mi madre, que se comporta completamente como mamá conmigo, y ¿quieres qué te cuente sobre las piedras otra vez?
—¿Sabes cuántas personas tienen a chicos haciéndoles una visita y tirando piedras a su ventana para que puedan hablar sobre cómo se sienten? Una. Tú. Lo eres en todo el
ancho mundo, rocio. Apuesto a que fue mucho más romántico de lo que lo hiciste sonar también.
—Sí, con mi madre comportándose completamente como mamá fue algo ardiente.
—Oh, sólo admítelo ya —ella dice—. Te gusta. Le gustas. Tienes todo un romance sucediendo.
—Muy bien. Vamos a huir y vivir felices para siempre y puedes venir a quedarte con nosotros en nuestro gran castillo de piedra… Oh, espera, Jackson tiene uno de esos y su vida no es un cuento de hadas para nadie en ella excepto él.
—Escúchate —dice ella—. No sabes exactamente qué va a pasar cuando lo veas y te vuelvas loca. Bueno, más loca de lo normal. Sólo vas a tener que confiar en que cuando te dijo que le gustas quiso decir eso y…
—Deja de ser toda... tú —digo, riendo, y luego añado apresuradamente—: ¿Crees que lo dijo en serio?
—Sí —dice—. Así que acércate a él cuando lo veas y sonríe y luego…
—¿Acercarme a él? Yo no me acerco a la gente y empiezo a hablar. Sabes eso.
—Él vino a hablar contigo, ¿verdad? —Cuando no digo nada, ella dice—: Sabes que tengo razón. Así que sigue adelante y finalmente saca todo lo que hay, rocio.
—Está bien, lo haré. Pero tú tienes que encontrar tres escuelas a las que desees ir y empezar a aplicar solicitudes.
—rocio…
—No, voy a hablar con gaston, y luego esta noche me puedes contar sobre las escuelas, y cuando salgas iré de visita y…
—No tengo que hacer eso —dice ella.
—También tienes qué. Aún tienes tu bloc de dibujo y no es como si hubieras olvidado cómo coser. Quiero decir, todavía estás confeccionando ropa, así que…
—No lo entiendes. No va a suceder, ¿de acuerdo? No tengo que hacer eso. No quiero hacerlo. Yo no quiero… no quiero volver a fracasar.
—cande…
—No tengas miedo con respecto a gaston —ella dice—. Aprovecha la oportunidad y trata de ser feliz, ¿de acuerdo? Entonces puedes contarme cómo es.
—Pero…
—Hablare contigo más tarde —dice, y cuelga.
Así no es como las cosas tienen que pasar. cande Se supone que vuelva a la escuela. No se supone que…
No se supone que se asuste tanto. Pero está asustada. Termino recogiendo mi cabello y voy a la escuela.
No hablo con gaston cuando llego allí. De hecho, no hablo con nadie cuando llego. Pasé tanto tiempo hablando con mamá y luego con cande que termino llegando a la escuela después de que la última campanada para el primer período ya ha sonado.
Veo a pablo en el pasillo antes del segundo período, tomado de la mano con una chica mientras un grupo de personas, la mayoría chicas, caminan con ellos. Está llevando su libreta, con su cubierta solamente desgastada lo suficiente para que todos puedan ver que hay un montón de escritos debajo, y está hablando realmente en voz alta acerca de cómo nuestra generación no sabe como sentir las cosas. Me ve, sonríe, y dice:
—Gracias por lo de anoche, rocio. Fue increíble.
La sonrisa de la chica se atenúa y me mira ferozmente. Todas las chicas alrededor de él me están mirando fijamente, la mitad con deseos escritos por todas sus caras, la otra mitad con una mezcla de tristeza y enojo.
pablo es sólo un chico. Y ni siquiera uno muy agradable. No puedo creer que no lo veía. No quería verlo. No pensé que alguna vez se fijaría en mí realmente, y al final, no lo hizo.
¿Y ahora? Bueno, ahora creo… no, sé, que me merezco algo mejor.
—Siento haberme tenido que ir precisamente después de que llegaras pero, bueno, el trabajo es más importante que tú —digo—. Ah, y mi mamá dice que si quieres venir otra vez y hablar sobre cuánto te gusta su viejo programa de televisión y esas cosas, debes llamar primero, porque está realmente muy ocupada. Y también me pidió que te dijera que es agradable que ‘Dream Girl’ sea sobre ella, pero que es la decimosexta o decimoctava canción que ha sido escrita para ella y, por tanto, no está interesada en escucharla.
Las chicas con las caras llenas de deseos se ven sorprendidas. Algunas de las que lucían enojadas sonríen. Su chica parece desconcertada, y luego dice:
—Dijiste que “Dream Girl” era sobre mí.
—Yo… —pablo dice, y yo me alejo. No necesito escuchar lo que tiene que decir. No quiero oírlo. Estoy segura que voy a escuchar todo sobre su versión de esto en el trabajo de todos modos.
Tal vez voy a detenerme en el camino y comprar tapones para los oídos.
Y luego veo a gaston. Está parado afuera de la puerta de mi clase, con las manos en los bolsillos y encogiéndose de hombros ante algo que vicco dice. Cuando lo veo, se da la vuelta y de alguna manera se las arregla para derribar un refresco de la mano del chico parado junto a él.
El refresco aterriza sobre vicco, que pisotea fuertemente más allá de mí, jurando y haciendo una mueca por su camisa empapada. Él también tiene un ojo negro.
Me acerco a gaston.
—Hiciste eso a propósito —digo.
gaston se encoge de hombros.
—vicco fue la única persona que me habló cuando me mudé aquí, y a veces todavía es ese chico, pero otras veces... bueno, otras veces necesita un refresco derramado sobre él.
—¿O que lo metan en un casillero? ¿O conseguir un ojo negro?
—Sí —dice, y me sonríe.
Ojalá hubiera notado cuán dulce era su sonrisa antes. Ojalá lo hubiera visto realmente. Pero al menos lo veo ahora.
—Oye, yo, uh… toma —dice, y saca un pedazo de papel doblado de su bolsillo.
Lo abro. Dice que rocio es propietaria de la Estrella 4356473, y tiene un pequeño mapa de cómo encontrarla en el cielo nocturno.
—¿Me compraste una estrella?
Se sonroja.
—¿Recuerdas cuando dijiste…?
—Lo recuerdo. No pensé que lo hicieras. No pensé que tú… No puedo creer que hayas hecho esto. —Trazo la ubicación de la estrella con un dedo—. Gracias.
Se encoge de hombros, pero todavía está sonrojado.
—Estaba pensando…
Un maestro que pasa al lado dice:
—La asistencia a clase no es opcional, lo saben.
Y gaston dice: —Sí, está bien. —Y se da la vuelta, dispuesto a marcharse.
—Oye —digo, y se detiene y me afronta— Podrías… tal vez en algún momento podríamos buscar mi estrella o algo así.
—¿Sí? —dice, y yo tomo una respiración profunda.
—Me gustaría —le digo, y, al final, no es difícil hablar con alguien que me gusta. No cuando gaston está sonriéndome como ahora.
—Te dije que estábamos destinados —dice, sin dejar de sonreír, aún tan gaston, que siempre estaba aquí pero que simplemente no lo veía, y ahora…
Bueno, ahora lo beso.
Y sólo para que conste, es totalmente digno del pase de retardo que termino recibiendo.
Fin.

QUIZAS AMOR CAPITULO 13

Creo que mamá podría estar enojada. No lo puedo notar. Me mira fijamente y luego a gaston como si no pudiera creer que nos está viendo mientras nos separamos, y parpadea mientras mira a gaston cuando se arregla su camisa, pasa una mano a través de su cabello, y dice:
—Soy gaston. Sólo vine para…
Mi madre le arquea las cejas. Yo no sabía que ella todavía podía hacer eso.
—Hablar —dice él, ruborizándose—. Con rocio. Del trabajo. Y la escuela. Y, um, piedras.
Lo codeo, pero es demasiado tarde.
—¿Piedras? —dice mamá, su voz ligeramente más alta de lo normal.
—No piedras —le digo a ella—. Está tratando de ser gracioso. Y ya se iba.
—Yo…verdad —dice gaston—. Sólo dame un minuto.
Le hecho un vistazo y él me lanza una mirada significativa.
—Oh —digo.
—Voy a hacer queso gratinado —dice mamá, su voz crispada—. Sí, eso es lo que voy a hacer. De hecho, ahora mismo, voy a volver y buscar una sartén, y ustedes dos no van a estar parados uno al lado del otro cuando vuelva.
—Oye, me encanta el queso gratinado —dice gaston, y luego me mira cuando lo codeo otra vez—. ¿Qué?
—Dijiste que necesitabas irte, ¿recuerdas?
—Puedes quedarte por un emparedado, gaston, si quieres —dice mamá, soltando la sartén sobre la estufa que aterriza con un golpe sólido y pesado.
—No puede. Él…
—Me encantaría —dice gaston, y se aleja del alcance de mi codo.
Así que mamá hace emparedados, evitando mirarme a mí o a gaston todo el tiempo. Y yo sigo revisando si gaston la está mirando a ella, pero cada vez que lo hago, él o bien está mirándome a mí o a la foto mía que mamá enmarcó y colgó en la pared del fondo., en ella estoy sentada en los escalones del frente de nuestra casa, jactándome de mis dientes de leche caídos con una gran sonrisa.
—Eres tú, ¿verdad? —me pregunta.
—Sí.
—Linda. Y no es que yo, uh, piense que los niños son lindos. Sino que tú lo eras. Quiero decir, uno puede ver que terminarías siendo tan… oh. Gracias —dice mientras mamá le entrega un emparedado.
Después de un momento, me mira.
—¿Puedo tener un plato?
Corto algunas toallas de papel y se las doy.
—En realidad, no tenemos muchos platos aquí.
—Oh —dice gaston—. ¿Por qué?
—Porque no como mucho —dice mamá, deslizando su propio emparedado sobre una toalla de papel y sentándose en la mesa de la cocina. Hay una pequeña túnica que recubre su camisón de seda, y se la pone y abotona hasta el cuello. Tendría un aspecto de mamá si no fuera de un azul brillante. O si no tuviera plumas alrededor del cuello.
—Toma —dice ella, entregándome dos emparedados, y después me mira y luego a gaston y después nuevamente a mí—. ¿Por qué no se sientan?
gaston lo hace, su emparedado casi desaparecido.
—¿Te vas a comer ambos? —me pregunta.
—Sí —digo, y entonces le doy a gaston medio emparedado de todos modos.
—Entonces, trabajas con rocio —le dice mamá a gaston, quien asiente.
—¿Y vas a la escuela con ella?
gaston asiente otra vez, y termina tragando la mitad del emparedado que le di.
—Desde noveno grado. Que es cuando me mudé aquí. Bueno, no sólo yo. Mi familia y yo. Mi papá consiguió un trabajo enseñando Francés en la Universidad pública, y mi mamá trabaja para el dentista de la 3era calle. Usted no va con él, ¿verdad? No debería, porque él hace a todo el mundo esperar una eternidad. Mi mamá dice que pasa la mayoría del tiempo disculpándose con las personas por tenerlas esperando tanto. —Él se sonroja—. Eso es probablemente más de lo que quería saber. Hablo mucho a veces.
Resoplo. Y él me sonríe, y golpea un pie contra el mío bajo la mesa, sólo que en vez de alejarlo como hace la mayoría de las veces, lo deja ahí.
Se siente bien.
Bueno, mejor que bien. Me hace pensar en lo estábamos haciendo antes de que mamá entrara.
—Bueno, es un gusto conocerte —dice mamá—. rocio no tiene muchos amigos. Pero es tarde, así que probablemente deberías irte a casa.
Está bien, ¿quién es esta mujer? Se parece a mi madre, pero está haciendo comida y diciéndole a las personas que deberían irse a casa de una manera claramente maternal.
—Oh. Cierto —dice gaston—. Sólo estaba esperando para hablar rápido con rocio de…
—Creo que ya han hablado bastante por una noche —dice mamá con brusquedad, en realidad, y luego sonríe—. Quiero decir, es tarde, estoy cansada, y estoy segura que tus padres deben estar preguntándose dónde estás.
—Oh no, siempre están dormidos antes que llegue a casa. Podría quedarme fuera toda la noche si quisiera… um. Voy por mis zapatos —dice gaston, y se levanta.
Camino con él a la puerta del frente, mamá es una silenciosa presencia azul brillante detrás nuestro. Y creo que ella verdaderamente tiene el ceño fruncido.
—Bien, sería mejor que me vaya —dice él, deteniéndose junto a la puerta, y puedo notar que quiero un beso más.
Bueno, en realidad, no lo puedo notar. Sé, sin embargo, que quiero uno más, y digo:
—Te acompañaré a tu…
—No, deberías dejar que gaston vaya a casa —dice mamá—. Estoy seguro que está cansado.
—En realidad, yo… —dice gaston, y se interrumpe cuando mamá da un paso hacia adelante—. Cierto. Estoy bastante cansado, en realidad. —Me mira—. ¿Nos vemos después?
—Seguro. —Odio esa frase porque uno nunca sabe que significa. “Nos vemos después” puede significar todo, o nada, porque ¿quién sabe lo que “después” es en realidad?
—Mañana —dice, como si supiera lo que estoy pensando, y después mira a mamá—. ¿Puedo hablarle por un segundo?
Mamá parpadea, y luego los dos salen al porche. Él me sonríe, y después cierra la puerta firmemente.
No puedo escuchar nada (y me estoy esforzando por escuchar tanto como puedo) pero cuando mamá vuelve a entrar parece… no lo sé. Triste, y perdida, y un poco como si fuera a llorar.
—¿Mamá?—digo—. ¿Estás bien?
Ella asiente.
—¿Qué estaban haciendo ahí fuera?
—Hablando.
Grrr. Esto es como sacarse los dientes.
—¿De qué?
Me mira como si yo estuviera loca.
—De ti, rocio.
—Oh —digo, y cuando ella no responde, agrego—: ¿Y?
—Bueno, yo…bien —dice mamá—. Empezó a decir algo, pero le dije que quería saber por qué pensaba que era aceptable entrar en la casa de alguien y liarse con la hija de diecisiete años de edad de alguien cuando no hay nadie más en la casa.
—Estás bromeando, ¿verdad? —digo mientras ella se dirige a la sala de estar—. ¿Estás… qué tienes? ¿Estás enojada? ¿Triste? No lo entiendo. Ya hemos tenido la charla del sexo y… bueno, enfrentémoslo, he visto cosas.
—Esta noche ha sido… rocio, trajiste a un chico por primera vez esta tarde, y luego te vas, y lo dejas aquí. Luego me voy a trabajar, para alejarme de ese chico, añadiría yo, y vengo a casa y te encuentro con otro chico. ¿Puedes ver cómo esto podría ser un poco confuso para mí? No has mencionado a nadie que te gustara alguna vez, y de repente estás trayendo a un chico a casa y jugando competencia de lenguas.
—¿Competencia de lenguas?
Ella suspira.
—No sé lo que se supone que debo decir, rocio. Siempre pensé que cuando estuvieras interesada en el sexo, no me molestaría. Pero tú eres tan… eres tan joven, cariño. Y si no hubiera venido a casa cuando vine, pienso que tú y gaston quizás habrían…
—Oh, así que hiciste todo para llegar a esto —digo—. ¿No crees que puedo ser responsable? ¿De verdad? Por favor.
—Creo que tú eres responsable, pero también pienso… —dice mamá y luego se sienta en el sofá—. Sólo… ¿Qué hay sobre el chico de antes?
—¿Te refieres a pablo, al que le gustabas? ¿De eso se trata? ¿Estás enfadada porque gaston no te miró cuando estaba aquí?
—No —dice mamá, sonando conmocionada y herida—. Yo no… tú sabes cómo me visto para…
—Sí, sé que es para el trabajo. Pero no es como si te estuvieras poniéndote capas de ropa cuando sales. Pero entonces, supongo que eso es un anuncio gratuito, ¿verdad?
—Entonces, tú estás enfadada —dice ella—. rocio, siento que pablo fuera… bueno, no sé qué pensabas que era. Pero te juro que yo no lo animé y si todo lo de gaston fue por eso, quiero que pienses realmente en lo que pasó, porque si intentas vengarte por…
—Espera, ¿piensas que lo que sucedió con gaston es sobre ti? —digo—. Oh, lo entiendo.
—No dije…
—Mamá, detente. No estoy enfadada contigo acerca de pablo. Ni siquiera estoy enfadada por pablo. Y lo que pasó con gaston no tiene nada que ver con pablo. O incluso, sé que esto será una gran sorpresa, contigo. Sólo… sucedió.
—El sexo no sólo pasa —dice mamá—. Y la gente que dice eso…
—Primero, no tuvimos sexo y segundo, ¿te has escuchado hablar a ti misma sobre cuando conociste a Jackson? —digo, y luego la imito—. Lo vi y me arrastró…
—Eso no es lo mismo.
—¿Y qué es eso?
Ella levanta las manos en el aire.
—De acuerdo, bien. He hecho algunas cosas estúpidas en mi época. Muchas de ellas. Y no quiero…. Quiero lo mejor para ti, y todo lo que ha pasado en estos últimos días ha sido tan difícil que temo que puedas tomar una decisión que lamentarás. Hice cosas como esas en el pasado y…
—Sí, pero aquí esta la cosa —digo—. No soy tú. Yo no… hice lo de pablo, tienes razón. Pero no lo conocía. Sólo lo había visto en el trabajo y en la escuela y pensaba… pensaba que era el chico perfecto. El opuesto de Jackson. Pero no lo era. Y cuando me di cuenta, lo dejé. No tendría que haberte ligado a él, pero lo hice. Y lo siento por eso. Pero no lamento nada más.
—rocio…
—Espera —digo—. No lo he hecho. No soy tú y tampoco Jackson. Puedo finalmente… puedo finalmente verlo ahora. Ya sabes, cande dijo que estoy asustada y sigo diciéndole que no lo estoy, pero tal vez…
—Espera, ¿cande dice que estás asustada? ¿De qué?
—De mí —digo, sentándome en el sillón a su lado—. De gaston. De la idea de estar con alguien que es real, que realmente conozco. Que me conoce. —Y tan pronto como lo digo, se siente correcto. No, más que eso. Se siente verdadero.
—No parecías asustada cuando vine a casa y los encontré en la cocina. Y tal vez deberías estarlo. No quiero que termines…
—¿Sentada en mi ropa interior actuando como si personas que nunca he conocido fueran más interesantes y atractivas de lo que son?
—No —dice mamá, su voz muy suave—. Me gusta mi trabajo. Sé que no lo entiendes, pero yo sí. Lo que quiero decir es que no quiero que tú… no quiero que tú termines sola. No me arrepiento de haberte tenido, y espero que lo sepas. Pero, más que nada, lamento haber…
—Lo sé, conocido a Jackson.
—No —dice ella—. José.
—¿José? —digo, sorprendida—. Pero tú y él… los dos…
—Sí —dice ella—. Nos amamos. Jackson amaba el concepto de mí, pero José… —Ella mira hacia el piso—. José realmente me vio a mí. Realmente me vio. Realmente me amó. Y yo lo amé a él.
Ella me mira.
—Lo amé, e íbamos a estar juntos para siempre. Y luego él se fue y yo… —Ella juega con la parte inferior de su vestido—. Heridas de amor. Eso es… el amor no es maravilloso ni mágico o cualquiera de esas cosas. Es como perder una parte de ti misma y nunca poder… —Ella parpadea una vez, dos veces, y luego muerde su labio tan duro que puedo ver las marcas dejadas por sus dientes—. No la puedes recuperar. José se ha ido hace años y todavía estoy… todavía no estoy entera. Él se llevó una parte de mí con él, y no quiero eso para ti.
Ella se mueve cerca, tan cerca que puedo ver que incluso con todas las inyecciones cosméticas que se aplica no ha podido borrar completamente las pequeñas líneas alrededor de sus ojos, los tristes pliegues de su boca.
—Quiero que mantengas tu corazón a salvo. Tú siempre eres… tú siempre has sido tan lista en cosas como esta. Siempre has sido tan fuerte y quiero que permanezcas así. Quiero que estés segura.
—Entonces, no es el sexo lo que te molesta —digo—. Entonces… ¿tú no quieres que me guste alguien?
—No, no —dice ella—. Enamórate, rocio. Sólo no… sólo ten cuidado. No olvides que eso puede ser el final. —Su boca está temblando y entiendo lo que ella está diciendo.
Siempre lo he creído. Nunca he querido ser como mamá, nunca he querido ser el juguete de un hombre rico, o peor, preocuparme suficiente por un chico para perder lo que es importante para mí.
Pero ahora que ella ha dicho esto en voz alta, parece tan… parece tan triste. Tan solitaria.
Tan asustada.
Tomo una respiración profunda.
—¿Realmente lo lamentas?
—¿A ti? rocio, no. Nunca me he sentido mal por haberte ten…
—No —digo—. Por José. ¿Realmente lamentas haberlo conocido? ¿Haberlo amado?
Ella permanece en silencio por largo tiempo.
—No —dice finalmente, su voz tan suave, apenas un susurro y luego pronuncia más alto, con sorpresa en su voz—. No, no lamento haber conocido a José. No siento haberme enamorado de él y habernos casado. Sé que terminamos aquí por ello, pero no cambiaría nada porque yo…
—Porque tú lo amabas —digo.
—Lo amo —dice—. No en tiempo pasado. No se ha ido. Nunca podré amar a alguien más. Oh, sé que no es como se supone que funcionen las cosas. Sé que nosotros estuvimos juntos pocos años, pero sé cómo me siento. Cómo me sentiré siempre. —Ella sacude la cabeza—. Escúchame. Aquí estoy y tú me estás haciendo sentir mejor cuando se supone que yo debo estar hablándote sobre tu vida amorosa…
—Mamá, no la llames así, por favor.
Ella juega con su vestido otra vez.
—gaston me dijo algo antes. Él… bien, dijo que necesitas mantener vigilado el motor de tu camioneta, que suena como si algo mal estuviera sucediendo con sus engranajes o algo.
—Las bandas —digo—. Él me dijo también.
—Y él… él dijo que le gustas —ella dice, apoyándose contra mí—. Fue muy dulce, realmente. Él es…
—Lo sé —digo—. Él es real.

QUIZAS AMOR CAPITULO 12

Mamá no está en casa cuando llego allí, pero deja una nota en mi vestidor.
Tuve que deshacerme de pablo, así que le dije que hago el show en otro sitio y sólo digo que estoy en casa. Estoy en el sitio de respaldo en caso de que me necesites.”
Vaya. Mamá odia el sitio de respaldo porque es pequeño y huele como a chicos de computadora. pablo debe haberla estado volviendo realmente loca.
Bien.
El teléfono suena. No me molesto en contestarlo, pero sí reviso y veo si hay algún mensaje después.
Sí lo hay. Es de pablo.
—Sólo quiero agradecerte por hablar conmigo, —dice él—. Pasé un rato excelente, y mi hermano va a amar el libro autografiado. También quería dejarte saber que me he sentido inspirado para escribir tres nuevas canciones esta noche y es todo gracias a ti. Oh, y dile a rocio que no puedo esperar para verla en la escuela.
Que imbécil. “Dile a rocio que no puedo esperar para verla en la escuela,” incluso suena como si lo dijera de verdad. Creo que no puedo haber escogido a un tipo peor para ser mi alma gemela. Ni siquiera puedo creer que haya pensado que él era mi alma gemela. Quiero decir, es encantador y él sabe cómo hacerte sentir especial, pero sólo está interesado en lo que él quiere, justo como Jackson.
Huh.
Y ewww.
Me voy a la cama, pero, por supuesto, no puedo dormir. Me acuesto ahí pensando en pablo. Y mamá. Y Jackson. Y cómo todo se ha vuelto tan loco que apenas lo creo…
Está bien. No estoy realmente pensando en ninguno de ellos. Estoy pensando en gaston. Sobre sus pecas, sus ojos, su boca. Sobre cómo me siento cuando él me mira.
Sobre besarlo.
Eso es lo que estoy pensando, y a pesar de mis esfuerzos para pensar en cualquier otra cosa, mi cerebro no escuchará. Sólo sigue volviendo al beso.
Y de pronto, suena como si alguien le estuviera aventando piedrecillas a mi ventana.
pablo.
Sólo pablo haría algo tan estúpidamente “romántico” como arrojar piedras a mi ventana. Un millón de dólares a que piensa que éste es el cuarto de mamá.
Salgo de la cama,
. Pienso que sería bueno que pablo escribiera una canción y la llamara “Rock of Love” (Roca de Amor) justo antes de que lo golpee en la cabeza.
Me inclino al exterior, con la geoda lista, y una piedrecilla me golpea en la frente.
—Ow —digo hacia la oscuridad—. ¿Debería salir para que puedas arrojarme piedras más grandes?
—¿Te golpeé?
—¿gaston?
¿Qué está haciendo él aquí?
—Sí —dice él, dando un paso para que la luz que yo dejé encendida en la cocina alcance a su rostro—. ¿Realmente te golpeé?
—No, sólo dije “Ow” por la diversión de hacerlo. Por supuesto que me golpeaste. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Quería hablar contigo. Espera, ¿qué estás sujetando?
—Una geoda
—¿Por qué?
—Pensé que eras pablo.
—¿Pensaste que yo era pablo?
—Bueno, arrojar piedras a la ventana parece algo… bien, parece una cosa algo cliché para realizarla. Así que asumí que era él.
—¿Y tú ibas a arrojarle eso a él? Genial —dice gaston.
—Podría arrojártelo a ti.
—Podrías, pero prefiero hablar contigo.
Oh. Él quiere hablar conmigo. Eso es muy… no lo sé.
A pesar de eso, todo mi interior está agitándose.
—De acuerdo —digo, mi voz tiembla un poco, y espero.
Él no dice nada. Espero un poco más.
—Me doy cuenta que no estás hablando —digo finalmente.
—Bueno, por mucho que esté seguro de que a tus vecinos, quienes están fingiendo que no me están mirando, les gustaría escuchar lo que tengo que decir, preferiría decírtelo sólo a ti.
—Oh —digo, y asomo mi cabeza fuera de la ventana. Tiene razón, El Sr. y la Sra. Howard están mirándonos desde una de sus ventanas. Cuando me ven, rápidamente fingen estar mirando el camino y cierran su ventana.
—Está bien, supongo que puedes entrar.
—Um, rocio, vas a tener que, tú sabes, abrir la puerta delantera para que yo pueda entrar en realidad.
—Pensé que ibas a… estás parado bajo mi ventana. ¿No se supone que tienes que escalar hasta aquí o algo así?
—Mi escalera de mano está en casa. Además, ¿No fuiste tú quién llamó al hecho de arrojar piedras a tu ventana un cliché?
—Cielos gaston, sólo déjame correr abajo y te dejo entrar justo ahora.
—Vamos, rocio —dice él—. Lamento lo de antes, ¿está bien? Y realmente quiero hablar. Disculparme o lo que sea. Así que, ¿podrías por favor dejarme entrar?
Meto mi geoda bajo un brazo. Él lo lamenta. Lamenta que nos hayamos besado.
Quiere disculparse por eso. Eso es algo bueno, ¿verdad?
No puedo creer que él lo lamente.
Yo no.
—¿rocio?
—Muy bien, ya voy —digo, y bajo las escaleras para dejarle entrar.
Cuando abro la puerta, gaston está allí de pie con las manos metidas en los bolsillos. Una vez que me ve, su cara empieza a ponerse roja lentamente.
¡Oh estupendo!
—Hola —dice finalmente.
—Hola —digo, y entonces estamos ahí de pie un rato.
—Pensaba que querías pasar —digo finalmente.
—Quiero —dice—. Es sólo… Bueno, ¿puedo entrar lo suficiente para que puedas cerrar la puerta? Tus vecinos nos están mirando otra vez.
Miro a su alrededor y veo a la señora Howard mirándonos desde otra ventana. Me muevo a un lado y él entra, saludando a la señora Howard mientras cierro la puerta. Ella no responde el saludo.
—Vecinos —le digo—. Cinco años aquí, y nunca me han dicho nada a parte de: “Dile a tu madre que compre mejores persianas” y “¿Tienen que aparcar su carro tan cerca de nuestra entrada de coches?”
—Veo que esta noche te las has arreglado para encerrar sus coches muy bien —dice, sonriendo, y yo me encojo de hombros—. Eres astuta —dice—. Me gusta. —Y luego se vuelve a sonrojar.
—¿Por qué estás haciendo eso?
—¿Haciendo qué? —dice, poniéndose aún más rojo.
Yo cambio la geoda de debajo de mi brazo a mi mano, cansada de cómo está clavándose en mi piel.
—Mira, si vienes aquí para explicarme que la… cosa que paso hace un rato fue un error o lo que sea, está bien. Lo entiendo. Estoy de acuerdo.
—Yo no creo… ¿Crees que fue un error?
—Bueno, no es como que me hubiese dicho a mi misma: “Caramba, ¿Por qué no voy al trabajo y me revuelco por el suelo con gaston?”
Él me sonríe, su rubor desaparece un poco.
—¿Cómo? ¿Me estás diciendo que no has estado planeando esto desde hace semanas? Pensaba que finalmente te habías dado cuenta de que estábamos destinados y…
—gaston, es tarde, estoy cansada, he tenido un par de días jodidos. Sólo di lo que sea que tengas que decir y luego vete para que pueda dormir.
—Oh —dice—. Está bien. No quería decir… Yo sólo… sólo quería… —Suspira—. ¿Podrías tal vez dejar la piedra?
—gaston...
—En serio —dice, mirándome directamente—. Yo… Yo no suelo ir por ahí tirando piedras a las ventanas de la gente. O diciendo que he querido besarte desde tu primer día de trabajo, cuando querías saber por qué teníamos tres códigos para los sándwiches de queso cuando sólo vendíamos una clase.
—¿Cómo? —digo, aturdida, y dejo caer la geoda—. Esta cae en el pie de gaston. Él respira hondo, hace una cara y entonces deja salir una larga, larga lista de palabrotas.
—¿Ves? —dice—. Esto no es… Quería que esto fuese diferente. Mejor. Había pensado en besarte siempre y realmente no quería besarte y tener a la de la terminal c entrando y chantajeándonos para hacer trabajo extra. No quería que tú estuvieses pensando en
pablo. Ni siquiera quería que te gustase. Pero te gusta, y yo realmente… Espera un momento. Creo que me he roto un dedo del pie.
—¿Has pensado en besarme?
—Sí —dice, y se vuelve a poner rojo—. Y bien, estoy totalmente seguro de que me he roto un dedo del pie. ¿Ves sangre? ¿Está saliendo de mi zapato?
—Apenas te golpeé el pie. Y no me gusta pablo.
—Claro, ahora.
—No sabía que fuese… Pensaba que era diferente —digo—. Especial.
—Sí, lo sé. Bebe un montón de café. Escribe canciones. Él…
—Sin embargo, estaba equivocada —digo—. Cuando estaba por aquí, incluso cuando él no estaba babeando sobre mi madre, yo no… Es como que me gustaba la idea de él, no él. Y cuando tú y yo…
gaston me mira y su expresión es tan intensa que siento un pequeño escalofrío, una especie de agradable escalofrío, ese tipo de escalofrío, pulsando a través de mi.
—Tú y yo, ¿qué?
—Nada.
Camina hacia mí. Yo me muevo hacia atrás, chocando con la barandilla en la parte de abajo de las escaleras.
—Ibas a decir algo —dice.
—No iba.
—Ibas.
—No iba.
—rocio —dice, y estamos otra vez muy cerca, tan cerca que puedo ver sus pecas y alcanzar a tocar su pelo. Lo hago y él cierra los ojos y tiembla, realmente tiembla, y la forma en que me siento cuando me mira vuelve ahora cien veces más fuerte.
—Me gustó besarte —le digo, y abre los ojos.
—¿Te gustó?
Asiento con la cabeza. Sus ojos se abren como platos y ahora siento un rubor encendiéndose en mi propia cara.
Empieza a decir algo.
—No —digo, y pongo una mano encima de su boca. Sus labios son suaves y calientes debajo de mi piel, y empuño mi mano lejos, y la vuelvo a poner en su sitio.
—Pero estabas pensando en pablo…
—¿Ahora puedes leer la mente?
—¿No lo estabas?
—¿Se supone que debo? —digo.
—Así que, ¿realmente querías besarme?
—Ya he te lo he dicho, ¿no?
—No dijiste nada después, sin embargo.
—Tu tampoco. Y normalmente, nada puede callarte
—No eres normal —dice—. Quiero decir… Bueno, no lo eres, pero lo que quiero decir es que yo… Oh, demonios.
Y entonces, me besa otra vez. Terminamos en la cocina, donde se quita los zapatos y determinamos que ninguno de sus dedos del pie está roto entre besos.
—Esta ha sido la noche más extraña de mi vida —dice, su aliento caliente contra mi oído, y se me pone la piel de gallina.
—La mía también —digo, y me vuelvo hacia él para otro beso.
—Realmente me gusta tu cocina —dice con ironía un poco más tarde. Me estoy apoyando contra el mostrador, los brazos alrededor de él cuando se apoya en mí, su boca en mi cuello—. Quiero decir, realmente, realmente me gusta…
—A veces hablas demasiado —digo, un fabuloso, explosivo latido golpeteando dentro de mí. Las manos de gaston son calientes y cautelosas en mi piel, como si fuese algo precioso.
—No todo el tiempo —murmura a través de un beso, y luego captura mi risa con su boca, tirando de mí aún más cerca. Él alisa mi pelo con la mano, con los ojos cerrados mientras empujo mis caderas contra las suyas.
—rocio —dice, muy suavemente, muy dulcemente, un suave contrapunto ante el aturdido “¿rocio?” que oigo al otro lado de la habitación. Cosa que es extraña porque no había oído nada excepto a nosotros, pero ahora…
—Yo… um. Hola —dice gaston, y yo abro los ojos para ver a mi madre, vestida con un camisón azul brillante, mirándonos.

QUIZAS AMOR CAPITULO 11

pablo no entra para nada, probablemente ni siquiera se da cuenta de que he dejado mi propia casa, y cuando llamo a casa para decirle a Mamá dónde estoy en caso de que esté preocupada, susurra:
—¿Por qué te fuiste? No puedo conseguir que este chico vaya a casa y es…
—¿Un idiota?
—Bueno… sí. Pero pensaba que querías que te visitara.
—Bueno, ahora no.
—¿Te fuiste porque él… am, porque él…?
—Sí, sé que piensa que estás buena, mamá. Está bien. Me lo imaginé alrededor de dos segundos después de que apareciera.
—Juro que no intenté…
—Lo sé.
—Y rocio, eres tan maravillosa, y sé…
—Me tengo que ir —digo, y cuelgo antes de que pueda decir nada más. Sé que mamá ni le dio ni le da esperanzas a pablo, pero ahora mismo no necesito oírla decir lo “maravillosa” que piensa que soy después de tener que ver al chico que era tan tonta para gustarme ,babear sobre ella.
—No —le digo a gaston, quien me está mirando.
—¿Qué?
—No digas nada.
—Bien —dice gaston—. Siente lastima de ti misma por el hinky perdedor que escribe malas canciones.
—¿Hinky?
—Es una palabra —dice gaston—. Más o menos.
—Bueno, le pega. Y no siento lástima por mí misma. Es sólo que no me di cuenta de que pablo es…
—¿Un enorme cabrón pretencioso?
—Sí —digo—. Eso.
gaston me sonríe.
—Bueno, ahora ya lo sabes. ¿Quieres tomarte un descanso?
—¿Qué, ahora?
—Bueno, sé que has estado locamente ocupada —dice, y señala a nuestra terminal, la cual se ha puesto en blanco debido a la inactividad.
—¿Por qué va tan lento, de todos modos?
—Yo… bueno, después de que pablo llamara, lo configuré para que las entradas de pedidos fueran a la sala C empezando desde hace 5 minutos.
—¿Por qué…? ¡Te ibas a ir pronto!
—Oh, esto de la chica que llamó para decir que estaba enferma para salir con… —La voz de gaston se desvanece—. De todos modos, vayamos a comprar a las maquinas expendedoras. Me muero de hambre, y pasarán al menos otros 30 minutos hasta que alguien en el C se de cuenta de lo que pasa.
—¿Qué ibas a hacer cuando se dieran cuenta de que no estabas aquí?
—No lo sé. Hacer que me echen, supongo.
—¿Por qué harías eso?
Se encoge de hombros.
—He visto patatas fritas de sal y vinagre ahí afuera. Ya sabes, normalmente se acaban en un día, así que…
Así que gaston y yo vamos y compramos comida. En realidad, él termina comprando porque salí de casa con mis llaves y ochenta centavos en mis jeans.
—De acuerdo, es suficiente —digo mientras me pasa una tercera barra de chocolate—. No puedo comer todo esto.
—Pues guarda algunas para después —dice, y nos dirigimos de vuelta al trabajo.
Cuando me siento, automáticamente miro hacia la terminal de pablo.
—¿Todavía pensando en él? —dice gaston—. ¿Por qué?
Me encojo de hombros.
—Yo sólo… ¿Por qué no te adelantas y vas a casa, de acuerdo? Puedo encargarme de todo. —Para mi horror, mi voz se quiebra un poco en las últimas palabras.
—rocio —dice gaston, y viene hacia mí, poniendo sus brazos en cada lado de mi silla—. Pablo es un idiota, ¿de acuerdo? Y tú… ¿sabes lo que eres?
—¿Estúpida?
—Hermosa —dice, su cara sonrojándose, y es sólo gaston estando aquí, sólo gaston, pero no puedo respirar; no hay suficiente aire en la habitación, dentro de mí, y no puedo dejar de mirarlo, observando su cara y sus ojos y su boca y su pequeña cicatriz en su ojo izquierdo y las pecas en sus mejillas, y él está mirándome directamente a mí, no como si estuviera mirando a alguien más, sino como si estuviera bien con lo que ve.
—Yo… —digo, y me besa.
No es nada como besar a pablo. Eso es lo primero que pienso.
Es lo único que pienso.
No puedo pensar en nada más. No puedo pensar en absoluto. Es toda una sensación, ¿y esas emociones de las que estaba preocupada de tener, pero entonces me di cuenta de que no las tenía después de besar a pablo?
Las tengo.
Tengo un montón de ellas.
Las tengo, y gaston y yo terminamos en el suelo, mantenidos contra la estación del terminal, con el metal clavándose en mi espalda. gaston está presionado contra mi parte delantera y he enganchado mis piernas alrededor de las suyas, empujándonos más cerca, y no es suficiente. Quiero más, quiero su piel tocando la mía, mi piel tocando la suya y…
—Oh, así que estoy devolviéndote tus llamadas.
Miro hacia arriba, y a través de la cortina de mi pelo, (¿Cuándo se salió de su cola? ¿Por qué está una de mis manos bajo la camisa de gaston? ¿Por qué están las dos suyas bajo la mía?), veo una mujer de la sala de llamadas C mirándonos.
—Esto no es lo que parece, —dice gaston, moviéndose un poco, y golpeándose la cabeza contra la parte de abajo del terminal—. ¡Ow!
—Oh, por favor —dice—. Tengo 35. Me acuerdo del sexo, más o menos. Te estoy enviando tus llamadas de vuelta ahora, más las mías, porque acabo de acordarme de que tengo una emergencia familiar exactamente como dijiste que tenías.
—No dije una emergencia familiar —dice gaston—. Dije que había algún asunto familiar y tenía que ir a la sala de emergencia.
—Sí, bueno, tengo algún asunto familiar que me implica a mí y una margarita —dice ella—. Tienes alrededor de 30 segundos antes de que los pedidos empiecen a llegar.
Me siento entonces, y también gaston. ella vuelve a la sala C, efectivamente, nuestros terminales empiezan a parpadear. Y luego pasa por delante, con el bolso y las llaves del coche en la mano.
gaston me mira. Yo lo miro. Para mi sorpresa, su cara se vuelve de un profundo color rojo brillante, la mayor vergüenza que le he visto.
—Yo… —dice, y luego para. Y luego tan sólo nos sentamos ahí. Él, ruborizado, y yo dándome cuenta de que la camisa número uno, la holgada que me he puesto después del desastre con pablo, está empujada alrededor de mis hombros.
Es tan silencioso. Y probablemente no haya pasado demasiado desde que la chico entró, pero se siente como una eternidad y es horrible porque claramente está avergonzado por lo que ha pasado, ¿pero es por lo que ha pasado? ¿O porque alguien nos vio? ¿O…?
No lo sé.
Sé que no puedo creer lo que acaba de pasar, pero pasó, y con gaston.
gaston. Yo sólo… no pienso en él así.
Excepto que claramente lo hago.
Me fuerzo a mí misma a levantarme, sentarme en mi silla y decir “Hola, bienvenido a BurguerTown, casa de la Mejor Burguer, ¿puedo anotar su pedido?” No lo miro. No puedo.
En realidad, puedo, pero no quiero que me vea mirándolo. Echo un vistazo de todos modos. Su cara está todavía roja. ¿Qué está pensando?
—¿Hola? ¡Hola! ¿Tienes mi pedido? —un cliente dice.
—Por supuesto —digo, e intento prestar atención y no pensar en gaston. O lo que acaba de pasar. O lo genial que se sintió.
O lo mucho que deseo que esa chica d la terminal c  no hubiera entrado.
Afortunadamente, se pone ocupado, el tipo de ocupado que normalmente odio, con gente queriendo pedidos especiales y detalles sobre los ingredientes, y no tengo oportunidad de pensar en gaston o lo que pasó.
No tanta oportunidad, de todos modos, y cuando la gente del turno de noche entra, todavía estamos tomando pedidos. Envuelvo el mío primero y me retiro hacia el aparcamiento. Creo que oigo a gaston decir algo mientras dejo la sala, pero no me quedo a escuchar.