lunes, 31 de octubre de 2011

QUIZAS AMOR CAPITULO 13

Creo que mamá podría estar enojada. No lo puedo notar. Me mira fijamente y luego a gaston como si no pudiera creer que nos está viendo mientras nos separamos, y parpadea mientras mira a gaston cuando se arregla su camisa, pasa una mano a través de su cabello, y dice:
—Soy gaston. Sólo vine para…
Mi madre le arquea las cejas. Yo no sabía que ella todavía podía hacer eso.
—Hablar —dice él, ruborizándose—. Con rocio. Del trabajo. Y la escuela. Y, um, piedras.
Lo codeo, pero es demasiado tarde.
—¿Piedras? —dice mamá, su voz ligeramente más alta de lo normal.
—No piedras —le digo a ella—. Está tratando de ser gracioso. Y ya se iba.
—Yo…verdad —dice gaston—. Sólo dame un minuto.
Le hecho un vistazo y él me lanza una mirada significativa.
—Oh —digo.
—Voy a hacer queso gratinado —dice mamá, su voz crispada—. Sí, eso es lo que voy a hacer. De hecho, ahora mismo, voy a volver y buscar una sartén, y ustedes dos no van a estar parados uno al lado del otro cuando vuelva.
—Oye, me encanta el queso gratinado —dice gaston, y luego me mira cuando lo codeo otra vez—. ¿Qué?
—Dijiste que necesitabas irte, ¿recuerdas?
—Puedes quedarte por un emparedado, gaston, si quieres —dice mamá, soltando la sartén sobre la estufa que aterriza con un golpe sólido y pesado.
—No puede. Él…
—Me encantaría —dice gaston, y se aleja del alcance de mi codo.
Así que mamá hace emparedados, evitando mirarme a mí o a gaston todo el tiempo. Y yo sigo revisando si gaston la está mirando a ella, pero cada vez que lo hago, él o bien está mirándome a mí o a la foto mía que mamá enmarcó y colgó en la pared del fondo., en ella estoy sentada en los escalones del frente de nuestra casa, jactándome de mis dientes de leche caídos con una gran sonrisa.
—Eres tú, ¿verdad? —me pregunta.
—Sí.
—Linda. Y no es que yo, uh, piense que los niños son lindos. Sino que tú lo eras. Quiero decir, uno puede ver que terminarías siendo tan… oh. Gracias —dice mientras mamá le entrega un emparedado.
Después de un momento, me mira.
—¿Puedo tener un plato?
Corto algunas toallas de papel y se las doy.
—En realidad, no tenemos muchos platos aquí.
—Oh —dice gaston—. ¿Por qué?
—Porque no como mucho —dice mamá, deslizando su propio emparedado sobre una toalla de papel y sentándose en la mesa de la cocina. Hay una pequeña túnica que recubre su camisón de seda, y se la pone y abotona hasta el cuello. Tendría un aspecto de mamá si no fuera de un azul brillante. O si no tuviera plumas alrededor del cuello.
—Toma —dice ella, entregándome dos emparedados, y después me mira y luego a gaston y después nuevamente a mí—. ¿Por qué no se sientan?
gaston lo hace, su emparedado casi desaparecido.
—¿Te vas a comer ambos? —me pregunta.
—Sí —digo, y entonces le doy a gaston medio emparedado de todos modos.
—Entonces, trabajas con rocio —le dice mamá a gaston, quien asiente.
—¿Y vas a la escuela con ella?
gaston asiente otra vez, y termina tragando la mitad del emparedado que le di.
—Desde noveno grado. Que es cuando me mudé aquí. Bueno, no sólo yo. Mi familia y yo. Mi papá consiguió un trabajo enseñando Francés en la Universidad pública, y mi mamá trabaja para el dentista de la 3era calle. Usted no va con él, ¿verdad? No debería, porque él hace a todo el mundo esperar una eternidad. Mi mamá dice que pasa la mayoría del tiempo disculpándose con las personas por tenerlas esperando tanto. —Él se sonroja—. Eso es probablemente más de lo que quería saber. Hablo mucho a veces.
Resoplo. Y él me sonríe, y golpea un pie contra el mío bajo la mesa, sólo que en vez de alejarlo como hace la mayoría de las veces, lo deja ahí.
Se siente bien.
Bueno, mejor que bien. Me hace pensar en lo estábamos haciendo antes de que mamá entrara.
—Bueno, es un gusto conocerte —dice mamá—. rocio no tiene muchos amigos. Pero es tarde, así que probablemente deberías irte a casa.
Está bien, ¿quién es esta mujer? Se parece a mi madre, pero está haciendo comida y diciéndole a las personas que deberían irse a casa de una manera claramente maternal.
—Oh. Cierto —dice gaston—. Sólo estaba esperando para hablar rápido con rocio de…
—Creo que ya han hablado bastante por una noche —dice mamá con brusquedad, en realidad, y luego sonríe—. Quiero decir, es tarde, estoy cansada, y estoy segura que tus padres deben estar preguntándose dónde estás.
—Oh no, siempre están dormidos antes que llegue a casa. Podría quedarme fuera toda la noche si quisiera… um. Voy por mis zapatos —dice gaston, y se levanta.
Camino con él a la puerta del frente, mamá es una silenciosa presencia azul brillante detrás nuestro. Y creo que ella verdaderamente tiene el ceño fruncido.
—Bien, sería mejor que me vaya —dice él, deteniéndose junto a la puerta, y puedo notar que quiero un beso más.
Bueno, en realidad, no lo puedo notar. Sé, sin embargo, que quiero uno más, y digo:
—Te acompañaré a tu…
—No, deberías dejar que gaston vaya a casa —dice mamá—. Estoy seguro que está cansado.
—En realidad, yo… —dice gaston, y se interrumpe cuando mamá da un paso hacia adelante—. Cierto. Estoy bastante cansado, en realidad. —Me mira—. ¿Nos vemos después?
—Seguro. —Odio esa frase porque uno nunca sabe que significa. “Nos vemos después” puede significar todo, o nada, porque ¿quién sabe lo que “después” es en realidad?
—Mañana —dice, como si supiera lo que estoy pensando, y después mira a mamá—. ¿Puedo hablarle por un segundo?
Mamá parpadea, y luego los dos salen al porche. Él me sonríe, y después cierra la puerta firmemente.
No puedo escuchar nada (y me estoy esforzando por escuchar tanto como puedo) pero cuando mamá vuelve a entrar parece… no lo sé. Triste, y perdida, y un poco como si fuera a llorar.
—¿Mamá?—digo—. ¿Estás bien?
Ella asiente.
—¿Qué estaban haciendo ahí fuera?
—Hablando.
Grrr. Esto es como sacarse los dientes.
—¿De qué?
Me mira como si yo estuviera loca.
—De ti, rocio.
—Oh —digo, y cuando ella no responde, agrego—: ¿Y?
—Bueno, yo…bien —dice mamá—. Empezó a decir algo, pero le dije que quería saber por qué pensaba que era aceptable entrar en la casa de alguien y liarse con la hija de diecisiete años de edad de alguien cuando no hay nadie más en la casa.
—Estás bromeando, ¿verdad? —digo mientras ella se dirige a la sala de estar—. ¿Estás… qué tienes? ¿Estás enojada? ¿Triste? No lo entiendo. Ya hemos tenido la charla del sexo y… bueno, enfrentémoslo, he visto cosas.
—Esta noche ha sido… rocio, trajiste a un chico por primera vez esta tarde, y luego te vas, y lo dejas aquí. Luego me voy a trabajar, para alejarme de ese chico, añadiría yo, y vengo a casa y te encuentro con otro chico. ¿Puedes ver cómo esto podría ser un poco confuso para mí? No has mencionado a nadie que te gustara alguna vez, y de repente estás trayendo a un chico a casa y jugando competencia de lenguas.
—¿Competencia de lenguas?
Ella suspira.
—No sé lo que se supone que debo decir, rocio. Siempre pensé que cuando estuvieras interesada en el sexo, no me molestaría. Pero tú eres tan… eres tan joven, cariño. Y si no hubiera venido a casa cuando vine, pienso que tú y gaston quizás habrían…
—Oh, así que hiciste todo para llegar a esto —digo—. ¿No crees que puedo ser responsable? ¿De verdad? Por favor.
—Creo que tú eres responsable, pero también pienso… —dice mamá y luego se sienta en el sofá—. Sólo… ¿Qué hay sobre el chico de antes?
—¿Te refieres a pablo, al que le gustabas? ¿De eso se trata? ¿Estás enfadada porque gaston no te miró cuando estaba aquí?
—No —dice mamá, sonando conmocionada y herida—. Yo no… tú sabes cómo me visto para…
—Sí, sé que es para el trabajo. Pero no es como si te estuvieras poniéndote capas de ropa cuando sales. Pero entonces, supongo que eso es un anuncio gratuito, ¿verdad?
—Entonces, tú estás enfadada —dice ella—. rocio, siento que pablo fuera… bueno, no sé qué pensabas que era. Pero te juro que yo no lo animé y si todo lo de gaston fue por eso, quiero que pienses realmente en lo que pasó, porque si intentas vengarte por…
—Espera, ¿piensas que lo que sucedió con gaston es sobre ti? —digo—. Oh, lo entiendo.
—No dije…
—Mamá, detente. No estoy enfadada contigo acerca de pablo. Ni siquiera estoy enfadada por pablo. Y lo que pasó con gaston no tiene nada que ver con pablo. O incluso, sé que esto será una gran sorpresa, contigo. Sólo… sucedió.
—El sexo no sólo pasa —dice mamá—. Y la gente que dice eso…
—Primero, no tuvimos sexo y segundo, ¿te has escuchado hablar a ti misma sobre cuando conociste a Jackson? —digo, y luego la imito—. Lo vi y me arrastró…
—Eso no es lo mismo.
—¿Y qué es eso?
Ella levanta las manos en el aire.
—De acuerdo, bien. He hecho algunas cosas estúpidas en mi época. Muchas de ellas. Y no quiero…. Quiero lo mejor para ti, y todo lo que ha pasado en estos últimos días ha sido tan difícil que temo que puedas tomar una decisión que lamentarás. Hice cosas como esas en el pasado y…
—Sí, pero aquí esta la cosa —digo—. No soy tú. Yo no… hice lo de pablo, tienes razón. Pero no lo conocía. Sólo lo había visto en el trabajo y en la escuela y pensaba… pensaba que era el chico perfecto. El opuesto de Jackson. Pero no lo era. Y cuando me di cuenta, lo dejé. No tendría que haberte ligado a él, pero lo hice. Y lo siento por eso. Pero no lamento nada más.
—rocio…
—Espera —digo—. No lo he hecho. No soy tú y tampoco Jackson. Puedo finalmente… puedo finalmente verlo ahora. Ya sabes, cande dijo que estoy asustada y sigo diciéndole que no lo estoy, pero tal vez…
—Espera, ¿cande dice que estás asustada? ¿De qué?
—De mí —digo, sentándome en el sillón a su lado—. De gaston. De la idea de estar con alguien que es real, que realmente conozco. Que me conoce. —Y tan pronto como lo digo, se siente correcto. No, más que eso. Se siente verdadero.
—No parecías asustada cuando vine a casa y los encontré en la cocina. Y tal vez deberías estarlo. No quiero que termines…
—¿Sentada en mi ropa interior actuando como si personas que nunca he conocido fueran más interesantes y atractivas de lo que son?
—No —dice mamá, su voz muy suave—. Me gusta mi trabajo. Sé que no lo entiendes, pero yo sí. Lo que quiero decir es que no quiero que tú… no quiero que tú termines sola. No me arrepiento de haberte tenido, y espero que lo sepas. Pero, más que nada, lamento haber…
—Lo sé, conocido a Jackson.
—No —dice ella—. José.
—¿José? —digo, sorprendida—. Pero tú y él… los dos…
—Sí —dice ella—. Nos amamos. Jackson amaba el concepto de mí, pero José… —Ella mira hacia el piso—. José realmente me vio a mí. Realmente me vio. Realmente me amó. Y yo lo amé a él.
Ella me mira.
—Lo amé, e íbamos a estar juntos para siempre. Y luego él se fue y yo… —Ella juega con la parte inferior de su vestido—. Heridas de amor. Eso es… el amor no es maravilloso ni mágico o cualquiera de esas cosas. Es como perder una parte de ti misma y nunca poder… —Ella parpadea una vez, dos veces, y luego muerde su labio tan duro que puedo ver las marcas dejadas por sus dientes—. No la puedes recuperar. José se ha ido hace años y todavía estoy… todavía no estoy entera. Él se llevó una parte de mí con él, y no quiero eso para ti.
Ella se mueve cerca, tan cerca que puedo ver que incluso con todas las inyecciones cosméticas que se aplica no ha podido borrar completamente las pequeñas líneas alrededor de sus ojos, los tristes pliegues de su boca.
—Quiero que mantengas tu corazón a salvo. Tú siempre eres… tú siempre has sido tan lista en cosas como esta. Siempre has sido tan fuerte y quiero que permanezcas así. Quiero que estés segura.
—Entonces, no es el sexo lo que te molesta —digo—. Entonces… ¿tú no quieres que me guste alguien?
—No, no —dice ella—. Enamórate, rocio. Sólo no… sólo ten cuidado. No olvides que eso puede ser el final. —Su boca está temblando y entiendo lo que ella está diciendo.
Siempre lo he creído. Nunca he querido ser como mamá, nunca he querido ser el juguete de un hombre rico, o peor, preocuparme suficiente por un chico para perder lo que es importante para mí.
Pero ahora que ella ha dicho esto en voz alta, parece tan… parece tan triste. Tan solitaria.
Tan asustada.
Tomo una respiración profunda.
—¿Realmente lo lamentas?
—¿A ti? rocio, no. Nunca me he sentido mal por haberte ten…
—No —digo—. Por José. ¿Realmente lamentas haberlo conocido? ¿Haberlo amado?
Ella permanece en silencio por largo tiempo.
—No —dice finalmente, su voz tan suave, apenas un susurro y luego pronuncia más alto, con sorpresa en su voz—. No, no lamento haber conocido a José. No siento haberme enamorado de él y habernos casado. Sé que terminamos aquí por ello, pero no cambiaría nada porque yo…
—Porque tú lo amabas —digo.
—Lo amo —dice—. No en tiempo pasado. No se ha ido. Nunca podré amar a alguien más. Oh, sé que no es como se supone que funcionen las cosas. Sé que nosotros estuvimos juntos pocos años, pero sé cómo me siento. Cómo me sentiré siempre. —Ella sacude la cabeza—. Escúchame. Aquí estoy y tú me estás haciendo sentir mejor cuando se supone que yo debo estar hablándote sobre tu vida amorosa…
—Mamá, no la llames así, por favor.
Ella juega con su vestido otra vez.
—gaston me dijo algo antes. Él… bien, dijo que necesitas mantener vigilado el motor de tu camioneta, que suena como si algo mal estuviera sucediendo con sus engranajes o algo.
—Las bandas —digo—. Él me dijo también.
—Y él… él dijo que le gustas —ella dice, apoyándose contra mí—. Fue muy dulce, realmente. Él es…
—Lo sé —digo—. Él es real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario