lunes, 17 de octubre de 2011

RETORNANDO AL PARAISO CAPITULO 3



ROCIO:

Me detuve mientras que gaston retrocedía en la oscuridad, la luz de la fogata parpadeando contra su camisa oscura. Quería que él escuchara mi historia. El accidente cambió mi vida para siempre y si alguien necesitaba escuchar mi lado de ella, era Gaston. Él me debía el escuchar. El hecho de que se hubiera levantado y caminado lejos era como un bofetón en mi cara. Significaba que a él no le importaba… sobre mí, sobre lo que me ocurrió, y sobre nuestra relación que él afirmó era real.
Sentimientos de rabia y traición se instalaron en mí. Tomé una profunda respiración y mire alrededor las caras de los jóvenes que me observaban, esperando que explicara cómo la conducción adolescente irresponsable afectó mi vida.
—Aún tengo cicatrices… —dije, con mi voz apagándose. Dejé salir una lenta respiración mientras pensaba en la realdad de eso—. En el interior y en el exterior. Un chico fue condenado por golpearme y fue a la cárcel por ello. La parte triste es, que el accidente no solo nos afectó a nosotros dos, sino que también afectó a nuestras familias…y mayormente a toda nuestra ciudad también. Ninguno de nosotros ha sido el mismo desde entonces.
Una pequeña chica rubia con trenzas a la francesa levantó su delgada mano. —¿Qué hay sobre el chico? —preguntó ella—. ¿Qué ocurrió con él?
Miré hacia camilo, recostado contra un árbol en el fondo. Él piensa que gaston es quien me golpeó. —No lo sé. Creo que él me culpa de ser la razón por la que fue a la cárcel.
—Eso es estúpido —murmuró la chica.
—Si cometes un error, tienes que pagar el precio —dijo una de las consejeras.
La mujer no tenía idea de la verdad… que gaston no había cometido ningún error pero había pagado el precio de todas formas.

Cuando alcanzamos la cabaña, la voz de camilo estalló al interior. —¡Oye gaston! —gritó en una voz profunda que yo juré podía asustar hasta a la persona más dura. Las chicas asustadas y los chicos prácticamente de pie poniendo atención—. ¡Levántate maldita sea!
gaston está acostado en su litera, sus brazos descansando tras su cabeza. Él está usando pantalones sueltos y no lleva camisa. Se sienta, viéndose imperturbable. —¿Cuál es tu problema?
 camina directamente hasta la litera. —Ven aquí abajo, imbécil.
—Bonito lenguaje,—gaston descendió en un movimiento y lo enfrentó directamente. Ambos andaban alrededor de la misma altura, pero gaston es delgado y musculoso comparado con el grueso camilo.
—Sí, bueno, digo lo que veo. Discúlpate con rocio por haberte ido —demandó camilo gesticulando en mi dirección—. Fue completamente irrespetuoso y rudo.
—Lo siento —murmura gaston no muy sinceramente.
Furiosa, le doy un codazo a camilo hacia un lado y me paro de frente a Caleb con los dedos de nuestros pies tocándose. Es tan malo que esté híper consciente de las ondas en su pecho desnudo sólo a unas pulgadas de distancia. —¿Por qué estás tan empeñado en actuar como un idiota?
Gaston  me dio una sonora risa. —Porque soy uno.
—¿Por qué estás haciendo esto? —este no es el gaston real, el gaston con el que crecí. Esta es un endurecida, falsa representación de él, y la odio.
—No estoy haciendo nada. Éste soy yo dulzura, tómalo o déjalo.
—¿Qué está ocurriendo entre ustedes? —preguntó luna
—Nada —le dije a ella—. Nada está ocurriendo, ¿verdad gaston?
Yo cojeo fuera de la cabaña, los tablones sueltos crujiendo bajo mis zapatillas mientras entablo la distancia que necesito entre yo y cualquier otra persona. Cuando camino al cálido aire nocturno, me siento mejor. Mientras me aferro a la barandilla y maniobro dificultosamente para bajar los tres escalones hasta la hierba, siento la presencia de gaston tras de mí.
Lo ignoro, incluso cuando mi estómago se está retorciendo por el conocimiento. Tengo mucho que decir que estoy reteniendo.
—rochi —la voz de gaston se hace eco a través del aire nocturno.
Continué caminando. Cuando él me alcanza, me vuelvo sobre mis talones y cojeo lejos de él. —Déjame sola —le digo por sobre mi hombro.
—Qué querías que hiciera, que te escuchara hablar sobre cómo te golpeé con mi auto, y luego te dejé muriendo tirada en la calle, luego sobre cómo fui enviado a la cárcel, y como después de salir nosotros comenzamos… comenzamos… —él hace una mueca y presiona las palmas de sus manos en sus ojos, como si poner la historia en palabras lo hiciera insoportablemente real.
—¿Una relación? —pregunté, imperturbable.
—Como sea que lo quieras llamar. Nunca hubiera funcionado.
—Ni siquiera nos diste una oportunidad.
—Tu madre me odia. Mis padres se volverían locos si nos vieran juntos. Demonios rocio,  incluso camilo me advirtió que me alejara de ti. Deberías estar agradecida de que me fui, pero es obvio que aun estás aferrada a algo que ocurrió entre nosotros.
Camine hacia gaston de forma tan cercana que casi podía sentir la energía que irradiaba de él. —Tú necesitas superarte a ti mismo. Lo que tuvimos fue una corta aventura. Tanto lo he superado que ya ni siquiera es divertido.
—Vamos rocio, Admite que aún hay una parte de ti que me quiere, incluso aunque sigas actuando como si me hubieras expulsado de tu sistema. Protestas demasiado.
—Yo no siento nada por ti.
Justo cuando estoy a punto de caminar lejos y regresar a la cabaña, gaston se extiende y envuelve sus dedos alrededor de mi muñeca. —¿En serio? —dice él.
Yo trago duramente. Esos dedos en mi muñeca están llenos de imprudente energía… conozco esos dedos demasiado bien. Me enojo conmigo por estar recordando cómo se sentía tener esa energía enfocada en mí… esos dedos acariciaron ligeramente mi piel hace un tiempo atrás. Todo en lo que debería estar
pensando es en cómo ponerlo a él en su lugar, en lugar de sentir una conexión. Pero cuando miro hacia él, me olvido de todo debido a esos intensos, ojos color azul hielo que son, oh, tan únicos que gaston me esté absorbiendo.
Tuerzo mi muñeca para liberarme de su agarre, determinada a romper cualquier hechizo en que él me tuviera de una vez por todas.
Estoy caminando de vuelta a la cabaña cuando escucho a gaston reírse detrás de mí.
Mi detengo y me vuelvo. —¿Qué es tan gracioso? —demando yo. Espero que no tenga papel higiénico en mi zapato o goma de mascar en la parte trasera de mis jeans.
La risa de gaston se transformó en una sonrisa arrogante. —Me lo imaginaba.
—¿Qué te imaginabas?
—Porqué eres tan inflexible en dejarme saber que todo está terminado entre nosotros —él cruza sus brazos en su pecho—. Es porque estás intentando convencerte a ti misma que se ha terminado. Pero ambos, tú y yo sabemos que aún hay algo que pasa entre nosotros.
—Estás delirando. La única cosa que hay entre nosotros es odio y resentimiento. Y no estoy sólo hablando de mí aquí. Tú estás tan resentido conmigo como yo lo estoy contigo.
Cuando él da un paso hacia adelante, yo doy un paso hacia atrás. —¿Segura? —pregunta él, con una expresión incluso más arrogante.
—Sí. Segura —le digo—. Ciento cincuenta por ciento segura.
—Entonces pruébalo.
Levanté mis cejas hacia él preguntándome qué estaba tramando. —¿Cómo?
—Bésame rocio,. Justo aquí, justo ahora.

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