GASTON:
Algunas personas son malditamente afortunadas. Desafortunadamente, nunca he sido una de esas personas. De hecho, creo que soy uno de esos chicos destinados a siempre quedar atrapado en medio del tiroteo. Mientras me siento en la parte de atrás de un coche patrulla con esposas clavándose en mis muñecas, vuelvo a pensar en la primera vez que me arrestaron, hace casi dos años.
Había estado bebiendo.
Estaba drogado.
Y fui arrestado por un delito que no cometí.
Esta vez estoy siendo arrestado por drogas. Excepto que yo no fumé, inhalé, ingerí, esnifé, me pinché, o compré la mierda. De acuerdo, admito que estaba viviendo en una casa de drogas. Era o tener un techo sobre mi cabeza e ignorar las cosas ilegales a mí alrededor, o vivir en la calle.
Elegí el techo. Nada es peor que ser encerrado como un animal enjaulado y renunciar a controlar tu propia vida. Que te digan cuando ducharte, afeitarte, comer, y dormir no es mi idea del paraíso. Pero entonces, Paradise, donde crecí, tampoco era un paraíso. Me pregunto si el paraíso es sólo una palabra en el diccionario con la definición: esto no existe
No tengo dinero, amigos de verdad, y mi familia… bueno, no he tenido ningún contacto con ellos desde que dejé Paradise hace ocho meses.
—¿Familia? ¿Amigos? —sugiere.
Niego con la cabeza. —No tengo ninguno.
MI CONSEJERO CAMILO LLEGA
—¿Me has mentido en el pasado?
Asiento.
—¿Sobre qué?
Cierro los ojos y niego con la cabeza. No puedo decirle que no fui quien atropelló a ROCIO. Le dije a MERY que me llevaría ese secreto a la tumba. No puedo traicionar a mi propia hermana. No ahora, y no nunca—. Olvídalo.
No tengo opción —dejo salir un largo y lento suspiro y decido igualarme con él. Sobre ciertas cosas, de todos modos—. Descubrí que mi madre era adicta a las medicinas. Creía que estar en casa lo ponía peor. Ella seguía esperando que fingiera que todo estaba bien. Mi familia entera estaba de acuerdo con la mierda. Yo no podía. rocio era la única que me mantenía cuerdo, pero no podía verla sin recibir regaños de los policías, mis padres, su madre, e incluso tú. Tú una vez dijiste que debería salir de Paradise en lugar de acercarme a rocio. Así que ahora estoy aquí.
Mi ex consejero de transición tiene una mirada severa en su cara. —Te vas a unir a Re-Comenzar.
—¿Qué es eso?
—Es un grupo de chicos cuyas vidas han sido afectadas por conducción adolescente temeraria. Viajaremos un mes juntos, y cada participante comparte su historia con varios grupos de chicos. Estaremos sin comodidades, así que no te esperes hoteles de fantasía o tratamiento real. Estaremos quedándonos en habitaciones y campings.. Es un resultado directo de tu accidente en Paradise. Únete al programa y ayuda a otros. Si no aceptas venir conmigo, estoy fuera de esto. Si me voy, no tengo ninguna duda de que te encerrarán para bien y tirarán la llave. Tienes dieciocho ahora. Si pensabas que el reformatorio era horrible, te garantizo que la cárcel de adultos será cien veces peor.
camilo para en el centro comunitario, donde una gran furgoneta blanca nos está esperando. Le llaman de dentro del edificio y me dice que espere en la furgoneta y me presente al resto del grupo. Hay otros dos chicos y tres chicas de pie ahí esperando con su equipaje.
Cuando una de las chicas se aparta y entreveo a la persona que estaba tapando, mi cuerpo entero se adormece. rocio
ROCIO:
Miro mi barra de proteína caer en el asfalto en cámara lenta, y la mordida en mi boca sabe a polvo. ¿Qué está haciendo GASTON aquí? ¿Dónde ha estado los últimos ocho meses? Él dejó la ciudad sin dejar rastro después de nuestra breve y loca relación.
¿Por qué no trató de buscarme, o al menos darme una señal de que estaba vivo?
Tiene los mismos ojos verdes, el mismo rostro cincelado, y los mismos músculos magros asomándose de su camiseta.
Él es real, y vivo, y camina directo hacia mí.
No puedo mirar hacia otro lado, a pesar de que ansío hacerlo.
Deja escapar un suspiro lento y dice: —Esto es un poco incómodo, huh — su voz suena familiar pero diferente. Tiene algo que no estaba allí la última vez que nos vimos
—Sí — me las arreglo para dejar salir un chillido—. Uhm…
—¿Cómo has estado?
No puedo responder a esa pregunta. Es demasiado falso. Si a él le importara cómo he estado, habría encontrado una manera de verme o hablar conmigo. Me dejó antes de Navidad, antes de Año Nuevo, antes del día de San Valentín, antes de mi cumpleaños, antes del baile de último curso y antes de la graduación. Antes de que me dieran la noticia de que tendría una cojera permanente por el resto de mi vida sin ninguna esperanza de una completa recuperación.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Se encoge de hombros. —Me estaba preguntando eso mismo esta mañana.
Uno de los otros chicos se para al lado de nosotros se echa un gas. Lo peor es que hace un gran show de gemir y empujar hacia afuera, como un niño pequeño.
—Hombre, ¿te importa? —pregunta gaston.
—¿Qué? —dice el chico, impávido—. Tenía que dejarlo salir.
—Pues déjalo salir cuando estés solo, hombre. No seas un maldito imbécil.
—¿Quién eres, el poli de la flatulencia? —dice el chico, dando un paso hacia gaston. gaston se alza en lo alto, como si hubiera estado en muchas peleas y no tiene miedo de añadir otra a su cuenta.
Esto es irreal. No puedo sentir los dedos de mis pies porque estoy en shock, y gaston y este chico van a empezar una pelea por… ¿gases?
—Tranquilos, chicos —brama una voz áspera. Un tipo negro y alto con un portapapeles apuntándome—. rocio, ¿Puedo hablar contigo un momento? En privado —él señala a gaston—. Contigo también, gaston.Ahora.
Sigo al tipo fuera de la furgoneta, consciente de que gaston está siguiéndome muy de cerca. Estoy tentada en dar la vuelta y exigirle saber dónde ha estado, pero ni siquiera sé si podría pronunciar las palabras.
El tipo se detiene en una mesa de picnic y deja caer su portapapeles sobre ésta.
—Obviamente, ustedes dos no pueden estar en este viaje juntos. rocio, no tenía idea de que mi ayudante te pondría como reemplazo
—Yo lo abandonaré —ofrece gaston con entusiasmo.
—El infierno si lo harás, gaston. No tienes más remedio que hacer esto.
Eso significa que espera que yo lo abandone. Si fuera la vieja rocio, la que tenía miedo del menor conflicto o confrontación, lo abandonaría en un santiamén. Pero soy más fuerte ahora, y no doy marcha atrás por nada. Incluso gaston.
Me giro con determinación. —No lo dejaré.
—rocio, lo siento pero no va a funcionar con ustedes dos…
—No me voy —interrumpo.
¿Qué puedo decir para convencerlo de que no tengo que dejar el viaje solo porque gaston pasa a ser parte de él? La verdad es que estar con gaston será un reto—uno grande que no había esperado. Pero decido que voy a probarme a mí misma y a él que he seguido adelante.
No dejo que el pasado dicte mi vida nunca más. Los dos tenemos dieciocho ahora, ambos somos considerados adultos a los ojos de la ley.
—Esta es una mala idea —repica—. Una mala idea de verdad.
—¿Puedo hablar con gaston a solas? —le pregunto.
mira de mí a gaston. —Bien. Tienes cinco minutos.
Cuando se aleja, trago con fuerza y me fuerzo a hacerle frente a gaston. Se ve cansado, pero al mismo tiempo una fuerza feroz irradia de él.
Yo solía pensar que él era todo lo que quería y necesitaba. Si tuviera a gaston a mi lado, mi vida estaría bien.
Y así fue, por un tiempo al menos.
—Han pasado ocho meses —digo en voz baja. Pensando en lo mucho que lo había extrañado estuve a punto de llorar. Parpadeo y rezo porque mis lágrimas no caigan. No ahora, cuando tengo que permanecer fuerte. Digo algo, cualquier cosa, así no las dejo caer—. Te perdiste la graduación.
—Me perdí de muchas cosas —dice, luego lentamente comienza a extender las manos antes de meterlas en los bolsillos.
Sé que probablemente luzco patética. Me siento patética. Pero estoy harta de sentir lástima de mí misma. He tenido que superarlo. Me he vuelto más fuerte cada día. No puedo ser absorbida de nuevo en la telenovela de la vida de Gaston. No voy a dejar que eso suceda.
Miro a la enorme furgoneta blanca que se supone que nos llevará a un viaje de cuatro semanas juntos. Vamos a compartir nuestras historias públicamente, con la esperanza de prevenir que otros sufran lo que nos pasó. Me muerdo el labio por la ironía. ¿Cómo podemos hacer eso, cuando la verdad de Gaston y el accidente todavía están enterrados?
Pateo algunos guijarros sueltos de alquitrán en el asfalto. —Él dijo que no tenías más remedio que ir en este viaje. ¿Por qué?
Con los brazos cruzados, gaston se apoya contra la mesa de picnic y suspira. —Bien, este es el asunto. Gran sorpresa: me metí en problemas otra vez. Es este programa, o voy a la cárcel. La pelota está en tu tejado, rocio. Quieres que me marche, lo haré. Asumiré las consecuencias.
Lo último que quiero es que Gaston esté de nuevo en la cárcel. Tengo miedo de preguntar por los detalles sobre cómo se metió en problemas, así que no lo hago. Si él quiere decirme, lo hará. Pero sé que no lo hará porque no sabe cómo confiar en alguien, menos en mí. Yo podría haber sido una parte de su vida una vez, pero ahora no lo soy. Soy una extraña para él, y él es un extraño para mí.
—Son solo cuatro semanas —le digo—. Creo que podemos manejarlo.
—Cuatro semanas atrapados en una furgoneta juntos, y entonces nunca tendrás que verme de nuevo.
Cierro mis ojos cuando él dice eso. No debería desaparecer de nuevo. Su hermana lo necesita, y su madre lucha todos los días contra su adicción a las drogas prescritas. —Después del viaje, deberías volver a Paradise.
—No va a pasar, así que mantén ese pensamiento fuera de tu cabeza.
Olvidando mi tristeza y mi acopio de coraje, me quedo de pie mirándolo a los ojos. —¿Sabes lo que pienso?
—¿Qué?
—Creo que el duro y estoico gaston toma el camino más fácil —ahí está, lo dije.
—Mi vida es un montón de cosas, rocio, pero fácil no es una de ellas —dice. Se aclara la garganta—. Y si piensas que estás viendo ahora mismo todo fácil por mí, supongo que otra vez… —su voz se apaga.
—Tal vez este fue el destino que nos da una segunda oportunidad para decir adiós. Ya sabes, antes de que ambos vayamos por caminos separados de nuevo.
—Eso debe ser —dice con sarcasmo—. ¿Así que estás absolutamente tranquila con que suceda este viaje juntos?
Me aclaro la garganta y miro hacia la furgoneta.
—Estoy bien con eso, siempre y cuando tú lo estés.
Se levanta de la mesa, se aleja de mí y se dirige a camilo. Hablan por un segundo, luego gaston lanza su mochila en la parte posterior de la furgoneta y se sube en el interior.
—gaston dijo que lo resolviste todo —me dijo camilo cuando subo a la furgoneta.
—Son solo cuatro semanas. Estará bien.
camilo parece tan convencido como me siento, pero le aseguro que el pasado está detrás de nosotros y vamos a ir más allá de él. Realmente espero no estar mintiéndome a mí misma.
En la furgoneta, las dos chicas que conocí esta mañana están sentadas en el asiento delantero. La chica llamada daniela tiene un piercing en la nariz y en los labios y tatuajes subiendo y bajando sobre su brazo desnudo. Está leyendo un libro mientras se apoya contra la ventana.
La otra chica, luna,. Tiene maquillaje oscuro en los ojos y lleva lápiz labial de color rosa claro. Se ve bien en ella. A propósito incluso evito mirar la silla trasera, no voy a buscar dónde está sentado, así que me deslizo al lado de vicco en la silla central. Conozco a vicco de terapia física, ya que sus citas usualmente son después de las mías en las noches de miércoles. no estoy segura de qué le sucedió exactamente. Estoy segura de que voy a averiguarlo al compartir nuestras historias.
vicco me da una sonrisa amable pero reservada. —No sabía que estarías aquí —dice.
—Fue algo de último minuto —le digo, mirando a luna y a daniela en el asiento delante de nosotros y preguntándome si gaston decidirá abandonar el viaje en el último segundo. Parte de mí quiere que se vaya, pero la otra quiere que se quede y así puedo probarme a mí misma que verdaderamente estoy sobre él, que el dolor que quedó después de que se fue se ha ido.
Mi pulso se acelera cuando escucho a gaston moverse en su asiento detrás de nosotros. No es una buena señal que esté híper-consciente de cada uno de sus movimientos. Probablemente cuatro semanas sean una verdadera tortura—quizás incluso peor que el año de terapia física después del accidente.
No importa cómo me sentí cuando gaston me abandonó. En las semanas y los meses después de haber dejado la ciudad, recé porque volviera. Solía dejar mi luz encendida en la noche, así si volvía, él la vería como una señal de que lo estaba esperando.
Vivía al lado, así que me quedaba mirando por la ventana durante horas y horas, esperando ver encendida la luz de su habitación. Mi fantasía era que él me diría que había cometido un gran error por dejar Paradise.
Pero nunca lo hizo.
Y al final, me di cuenta de que había confiado demasiado en él.
Pero ahora mismo, tomemos un segundo para que se presenten entre ustedes.
—Soy luna —dijo con un borde en su voz, que implica ―no hablar de mí a menos que yo quiera‖.
daniela no levanta la vista de su libro mientras dice en voz baja. —Soy daniela
vicco se aclara la garganta. —Soy vicco.
—Soy rocio —digo, incapaz de resistir mirar a gaston.
Luce como si prefiriera ir a bucear en aguas infestadas de tiburones o pirañas que estar en esta furgoneta. Se queda mirando el piso alfombrado. —Soy gaston.
—Y yo soy jaime —el chico del gas dice, casi saltando en la furgoneta y deslizándose en el lugar al lado de gaston.
gaston se estremece. —Hombre, si te echas otro voy a patearte el trasero.
—gaston, no amenaces a los otros miembros del grupo —ordena camilo desde el asiento delantero—.Ahogo una risita nerviosa.
, oigo a jaime decir a Caleb —. ¿Quieres tirar de mi dedo?
Tengo que mirar. En lugar de apartar los dedos de jaime de su cara, o mejor aún, ignorarlo, gaston agarra el dedo de jaime y lo dobla hacia atrás.
—Basta —le digo a gaston mientras jaime hace una mueca de dolor y trata de arrebatar su mano libre—. ¡Le estás haciendo daño!
¿Qué sucedía con gaston para hacerlo arremeter con tanta rapidez?
gaston suelta el dedo de jaime. Éste le lanza a gaston una mirada que dice que va a tomar represalias después, luego se pasa hasta el otro lado del asiento.
—Tú te lo buscaste —dice gaston con aire de suficiencia mientras jaime examina su dedo magullado.
—Te voy a demandar si tengo un esguince —jaime le advierte—. Toco la guitarra, hombre.
gaston sonríe, entonces me mira meneando la cabeza. —¿Qué?
—Nada —digo.
Me giro de nuevo. No voy a mirar a gaston otra vez. No hasta que tenga que hacerlo, por lo menos.
A mi lado, vicco saca su móvil y empieza a enviar mensajes de texto Me inclino hacia adelante, pongo mis manos en el asiento delantero. Haré una pequeña conversación con luna y daniela. Cualquier cosa es mejor que preguntar sobre gaston, y porque vamos a estar viviendo en lugares cerrados por el mes que viene, tengo que hacer migas con estas chicas. Pero me doy cuenta, muy rápido, que no quieren charlar. Vuelvo a caer en mi asiento y miro por la ventana. Los campos de maíz y las granjas que esboza el paisaje
—Tú, vicco —dice gaston
—¿Si?
—Cambia de asiento conmigo.

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