sábado, 15 de octubre de 2011

DEJANDO EL PARAISO CAPITULO 7

GASTON

He estado en mi habitación, tratando de entender estos pensamientos confusos que he tenido desde el martes, cuando Rocio y yo nos quedamos encerrados en el ático. Nos sentamos allí quizá cuarenta minutos. En ese corto periodo de tiempo, probablemente pude compartir más con ella de lo que lo hago con Eugenia. Siempre.
Estoy en serios problemas.
escucho a mamá dular a NICO en las escaleras. Estoy tan contenta de que hayas llamado a
Gaston.
me acerco. —Vayanse—dice ella—, y pasen un buen rato.
. Los otros chicos no tienen idea de cuánto echaba de menos esto.
Demonios, ni siquiera yo podía darme cuenta de cuánto echaba de menos esto.
Tengo a Eugenia de regreso, a mis amigos. Tengo que olvidar a rocio. Estoy seguro de que estoy pensando tanto en ella porque estamos trabajando juntos. Volví a Paradise con la misión de recuperar mi vida y volver a la normalidad. Recostado en el sofá y viendo el partido me doy cuenta de que esto no es tan malo.
Todos ellos toman un trago. Excepto yo. Me pude haber puesto en peligro de volver a la cárcel cuando me metí en una pelea con Pablo cuando insultó a rocio, pero valió la pena el riesgo. Ni siquiera he estado cerca de alcohol desde la noche del accidente. No voy a ponerme en peligro de volver por una estúpida lata de cerveza.
Nico dice: —Tengo que decirte algo. .
nico se inclina hacia adelante, la expresión de su cara es totalmente seria. —Ella me va a matar por decirte.
. —¿Quién? —le digo, sólo escucho en parte a nico.
—Eugenia.
Eugenia estuvo recientemente en mis brazos y dispuesto a colaborar en mi cama. No fue la reunión más romántica, supongo que esperaba que fuera como en los viejos tiempos. Ha sido todo lo contrario.
—Estuvimos juntos, Gaston. Pensé que deberías saberlo —lo miro, confundido.
—¿De qué demonios estás hablando?
—De mí... y de eugenia.

Siento como si un ladrillo me golpeara en la cabeza a la velocidad del rayo. —¿Tú y eugenia?
—Sí.
Por Dios. La palabra viene de la boca más rápido de lo que mi cerebro puede comprenderlo. —¿Cuándo?
—No quieres saber.
Eso significa que fue antes de que me arrestaran. Rocio no estaba mintiéndome esa noche que la asuste.
Rocio me había dicho la verdad, mientras que Eugenia me miró a los ojos, alimentando mi mente con mentiras. Eugenia me manipulo y yo le creí.
Pero todo tiene sentido ahora, por qué eugenia está desesperada por mantener nuestra relación en secreto. Es el momento perfecto para joder mi cabeza una vez más.
nico me está mirando, midiendo mi reacción. No hay forma en el infierno de que vaya decirle que he estado haciéndolo con eugenia.
En cuestión de segundos, pierdo mi percepción de la demente realidad. No hay forma de que vuelva con eugenia, no puedo salir con los chicos como antes. Mi vida ahora no tiene ningún parecido con la anterior. ¿Cómo podría haber pensado que sería igual?
Tengo que preguntar. —¿Están ustedes, ya sabes...
—Sí.
Cierro los ojos y me inclino hacia atrás en los cojines del sofá. Wow. Mi novia estaba atornillando con los dos y yo no tenía ni idea. Pero Rocio lo sabía y trató de advertirme. Como agradecimiento, la insulté y luego la noche se salió de control, terminando con rocio en el hospital.
Deseo que nico se pudiera callar. —Probablemente estuviste tan feliz de que fuera condenado, por fin podrías tener mi novia sólo para ti —le digo.
—No es así —nico hace una pausa—. Yo la quiero,gaston. Jesús, me casaría con ella ahora mismo si pudiera.
—Maldita sea —murmuro. Me pregunto quién va a estar allí cuando nico vuelva a la tierra y caiga de bruces. eugenia me dijo que no había ningún chico que le importara. ¿O eran mentiras también?
—Ella me hizo prometer que no te diría lo de nosotros. Pero yo creo que es genial si todos estamos enterados, ¿no? Entonces podemos ser una pareja en la escuela de nuevo, en lugar de fingir que no estamos juntos.
Siento, que necesito una cierta distancia. Este es mi mejor amigo de cuando estaba en jardín de infantes.
Yo nunca pensé que nico traicionaría nuestra amistad.
—Eres un gilipollas —le digo abruptamente.
nico se para y coge las llaves de su coche. —Sabía que no lo entenderías. Por eso no te lo dije.
—Amigo, estabas haciéndolo con mi chica a mis espaldas. ¿Cómo crees que iba a reaccionar? Un escalofrío corrió arriba y abajo de mi espina dorsal cuando realmente puse la verdad en palabras.
—Creí que ibas a escuchar. Y tratar de entender sin querer arrancarme la cabeza. Esto es real, gaston.
Tengo una risa cínica. —Te diré a lo que es real. Real es que yo estaba en la cárcel durante el último año, quedándome en conjunto con los distribuidores de drogas y consumiendo una porquería de basura como alimento, que ni siquiera tu perro tocaría.
. Real es que mi vecina de al lado que camina como si estuviera en equilibrio sobre unos zancos, porque la pierna está tan jodido por el accidente. nico, tu percepción de la realidad es totalmente errónea.
nicose dirige a las escaleras, con la espalda rígida. Se detiene cuando está a medio camino. —Cuando quieras perdonarme y seguir adelante, ya sabes dónde estoy.
Mis puños se enlazan con tanta fuerza que van a quedar entumecidos.
Es entonces cuando mamá camina por las escaleras. Ella sonríe y dice todo con una alegre voz, —¿Te divertiste con tus amigos?
---------------------------------------------------------------------------------
invité a nico a encontrarnos en el parque para hacer algunos pases.
--Escucha, respecto a ti y eugenia. ¿Qué tal si lo llamamos una tregua?
—Me parece justo
—¿Sabes que es lo que necesitas? —dice nico mientras se limpia el sudor de la frente.
—¿Un nuevo mejor amigo? —sugiero.
—No. Necesitas una novia. Nombra una chica que pienses que este buena. Solo dame un nombre
—Rocio.
—No, en serio. Nombra una chica.
—Hablo enserio.
—Hombre, eso es enfermizo. Fuiste a la cárcel por culpa de ella.
—Soy bastante consciente de eso.
— ¿Me estás diciendo que estas caliente por rocio? ¿Tu vecina? ¿La chica que camina raro porque le atropellaste la pierna con tu coche?
—nico, estas comenzando a actuar como Pablo.
nicose ve confundido mientras trata de comprender lo que acabo de admitir en frente de él. Luego rompe en risas. No puede detenerse y se cae al suelo en su histeria, cogiéndose el estomago. —¡Eso es… comiquísimo! —grita cuando logra respirar—. Oh Dios mío no puede ser cierto… —dice, luego vuelve a reírse histéricamente. Yo estoy considerando seriamente patearle el trasero justo ahora. Pero este no es pablo, es nico. Tomo el balón y me dirijo a casa, pero no sin antes decirle a nico que se vaya al infierno.
Rocio
En un sobre guardo el número de teléfono de mi papá. Me tiemblan las manos mientras marco su número. —Um... ¿papá?
—Rocio, ¿Eres tú? Dile a tu madre que le envié un cheque la semana pasada. Y que su abogado deje de llamar al mío. Me está costando una fortuna cada vez que llama, como ciento cincuenta por hora —Tengo que tomar otra llamada, cariño. Lo siento, es importante. Te llamaré pronto.--- Hace clic.
Trago saliva y apoyo mi cabeza contra la pared. Por mucho que me diga que no a mí misma, estoy llorando. Me gustaría tirarme en mi cama y sollozar en mi almohada, pero probablemente mi mamá me oiría
Dios, me siento tan sola. No hay nadie en mi vida que remotamente entienda lo que estoy pasando.
Salvo una persona.
Mis dedos marcan el número de Gaston automáticamente antes de que mi cerebro pueda comprender lo que estoy haciendo. —Hola.
Es él… gaston. Ni siquiera sé qué decir. —¿Rochi? Sé que eres tú, tenemos identificador de llamadas.
Me olvidé de eso. —Hola —murmuro.
—¿Qué sucede?
Las lágrimas acuden a mis ojos. —Yo sólo... quería hablar contigo.
—¿Por qué lloras? ¿Estás herida? ¿Te caíste?
No puedo hablar porque no quiero que sepa cuán débil soy... cuánto necesito su amistad en este momento. Dios, todos estos años pensé que iba a morir si no me amaba tanto como yo lo amaba. Pero ahora me doy cuenta de lo estúpida que fui.
—Si no me contestas, iré para allá así esté tu madre allí o no —su voz es fuerte y dominante, y sé lo que eso significa.
—No, no vengas. ¿Puedes encontrarte conmigo en el Parque Paradise en diez minutos?
—Allí estaré —promete.
Uso la manga de mi camisa y me limpio los ojos. —¿Gaston?
—Sí.
—Gracias.
Echo agua sobre mis ojos en el baño, y me dirijo al parque.
Gaston se acerca un minuto después vestido con jeans y una camiseta con una simple camisa abotonada sobre ella. Desacelera su paso cuando me ve y, sin una palabra, me atrae en un abrazo.
Ahora pierdo el control, directamente en su camisa. Me agarro a él cuando los sollozos comienzan y no paran. Lo dejo salir todo… la cita de mi mamá, la conversación con mi padre, mi confusión acerca de todo. Gaston no se ríe, no se aleja, no habla... él sólo me permite ser yo.
Cuando me calmo, me echo hacia atrás y veo el lío que he hecho en su camisa. —Puse tu camisa toda asquerosa —digo entre resuellos.
—Olvida la camisa. ¿Qué está pasando? No pude entender una palabra de las que murmuraste en mi pecho.
Ahora estoy medio riendo y medio llorando. Él baja la mirada hacia mi mano. Lo hago, también. Lentamente extiende su mano y toma mis dedos en los suyos. Dios mío, cómo he soñado con nosotros tomados de las manos desde hace tantos años. Toma mi mano en la suya y nos vamos caminando por la calle juntos. Levanto la vista hacia sus ojos. Generalmente son sombríos y melancólicos, pero ahora veo una calidez que nunca había notado antes. Me lleva al viejo roble. Ambos nos sentamos, luego se recuesta contra el árbol a mi lado y deja ir mi mano. —Muy bien, ahora habla.
Es fácil porque no tengo que mirarlo, sólo tengo que dejar salir todas las cosas que van mal en mi vida. Tomo una respiración profunda. Voy a tratar de decirlo todo sin ponerme histérica otra vez. —Mi mamá tiene una cita, con su jefe e hijo de la Sra. Reynolds. Creo que a mi mamá le gusta, pero no sé si estoy lista para que ella empiece a salir. Sé que es egoísta, pero mi papá prácticamente me ignoró desde el divorcio. Se volvió a casar, ya sabes. Y creo que su esposa quiere un hijo, como si él no tuviera ya una. Para colmo, mi doctor me dijo que debía jugar al tenis de nuevo, y cada vez que pienso en ello mi garganta comienza a estrangularse y tengo que recordar respirar... y luego te llamo porque eres el único con el que siento que puedo hablar. Lo cual es ridículo porque ¡eres tú!
gaston juega con un pedazo de hierba que arrancó del suelo. —¿Crees que tu mamá sería feliz con ese tipo, el jefe? —pregunta.
Vuelvo a pensar en la forma en que mamá se rió en el Festival de otoño y lo nerviosa que estaba esta noche. —Sí, lo creo. Pero esa es la parte que me asusta. Es como poner fin a un capítulo en su vida y empezar de nuevo. Una madre soltera, novios... tantas cosas han cambiado.
—Estás haciendo demasiado hincapié en lo que podría ser. Haz algo para quitar de tu mente pensamientos de lo que nunca podría suceder.
—¿Cómo qué?
—Tomar una raqueta.
—Eso no es gracioso —le digo, ya tensándome y queriendo huir.
—No estoy tratando de ser gracioso, rocio —lo escucho suspirar, una respiración baja que sale lenta—. ¿Puedo ver tus cicatrices?
Oh, Dios mío. —No. Sacudo mi cabeza febrilmente mientras sigo mirando al suelo. Y me doy cuenta que mi respiración acaba de hacerse más pesada.
—Por favor, no enloquezcas.
—No lo hago.
—Lo haces. Fui a la cárcel por algo que te hice y no tengo ni idea de cómo se ve.
Vuelvo mi cabeza y me quedo mirando sus ojos, más oscuros y más intensos de cómo jamás los he visto. —¿Por qué me miras así?
—¿Recuerdas el accidente? —pregunta, totalmente centrado en mi respuesta.
Niego con mi cabeza.
—¿No recuerdas nada? ¿Nuestra conversación antes del accidente, a mí golpeándote con el coche? ¿Nada en absoluto?
—No. Es un gran vacío. Sólo sé lo que la gente me dijo.
Él parpadea, luego mira hacia otro lado. —Peleamos, tú y yo.
—¿Sobre qué?
Él emite una risa breve y cínica. —eugenia
Estoy tratando de respirar de manera uniforme para no darle un indicio de que recuerdo. Cada palabra que él me escupió cuando le dije que lo amaba. Es la única parte de esa noche que está muy clara para mí. El resto se ha quedado atascado en una nube de niebla. —No recuerdo —miento.
—Dijiste que estaba engañándome, que la viste con algún otro chico pero no quisiste decirme quién. Tenías razón, sabes —dice—. Estaba con nicolas antes de que yo entrara a la cárcel —está mirándome otra vez, y esta vez no puedo apartar la mirada—. También dijiste que me amabas.
Trago, todavía hipnotizada por sus ojos. Esos ojos que nunca me dieron más que un vistazo hace un año están ardiendo en los míos. —No recuerdo —susurro.
—Rocio… —toma mi mano entre las suyas y coloca la palma de mi mano contra su mejilla áspera por todo un día de rastrojo. Vuelve su cabeza y besa la parte interna y sensible de mi palma, con sus ojos manteniendo mi mirada—. Debería haber hecho esto hace un año.
Mi corazón enloquece cuando él se inclina y roza sus labios con los míos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario