Cada mañana me levanto y me digo esto: Es sólo un día, un periodo de veinticuatro horas para superarte a ti mismo. No sé exactamente cuando empecé dándome esta frase de ánimo, o porqué. Suena como un mantra de doce pasos y no estoy en ―Lo-que-sea Anónimos‖1, aunque leyendo algo de la mierda que ellos escriben sobre mí, creerían que debería estarlo. Tengo un tipo de vida por el que probablemente mucha gente vendería un riñón sólo por experimentar un poco. Pero aún así, encuentro la necesidad de recordarme a mí mismo la temporalidad de un día, de garantizarme a mí mismo que me superé ayer, que me superaré hoy.
, tengo una entrevista en el almuerzo con algún reportero. Estos dos eventos son algo parecido a los sujeta libros en los que mi vida se ha convertido: hacer música, lo cual me gusta, y hablar sobre hacer música, lo cual detesto. Pero son dos caras de la misma moneda.
tomo la botella de prescripción de la mesa junto a mí. Es algo contra la ansiedad que debo tomar cuando me siento nervioso.
Nervioso es como me siento normalmente. A estar nervioso es a lo que me he acostumbrado. Pero desde que se inició nuestro tour con tres conciertos en el Madison Square Garden, lo he sentido un poco más. Como si estuviera a punto de ser absorbido por algo potente y doloroso. Como un vórtice.
—¿Eso es siquiera una palabra? —me pregunto—. Estás hablando contigo mismo, así que ¿a quién diablos le importa? —me respondo, cogiendo un par de pastillas.
En Los Ángeles, donde vivo ahora, casi nunca llueve. Y el calor, es de nunca acabar.
Pero en Nueva York es un calor húmedo; Saco un cigarrillo de mi bolsillo y mi mano tiembla mientras lo enciendo. He tenido un ligero temblor durante, más o menos, los últimos años. Después de extensas revisiones médicas, los doctores declararon que no es más que nervios y aconsejaron que practicara yoga.
Cuando llego al estudio, teo está esperando fuera bajo el toldo. Me mira, luego a mi cigarrillo y regresa a mi cara.
. —Sólo queremos una pista de guitarra, únicamente para darle algo adicional con el fin de que los aficionados lo vuelvan a comprar. —Se ríe, negando con la cabeza gracias a lo que se ha convertido el negocio—. Luego tienes almuerzo y tenemos una sesión de fotos Sólo sonríe y no digas mucho. Después de esto estás en soledad hasta Londres.
¿En soledad? ¿Cómo opuesto a estar en el seno cálido de la familia cuando estamos todos juntos? Digo. Sólo lo digo para mis adentros. Últimamente me parece cada vez más y más que la mayoría de mis conversaciones son conmigo mismo. Teniendo en cuenta la mitad de las cosas que pienso, eso es probablemente algo bueno. Pero esta vez será realmente por mí mismo. teo y el resto de la banda están volando a Inglaterra esta noche. Suponía que estaría en el mismo vuelo hasta que me di cuenta de que hoy era viernes trece y estoy en la actitud de ―¡de ninguna manera!‖ Estoy teniendo bastante con la gira, así que no lo voy a arruinar más marchándome el día oficial de mala suerte. Así que me había reservado a teo para un día más tarde. Grabamos un vídeo en Londres para luego hacer una rueda de prensa antes de comenzar la etapa europea de nuestro tour, Cuando empecemos a grabar, voy a hacer lo que él me diga.
Yo solo en una cabina insonorizada. No pienses demasiado, me digo a mí mismo. Así es como grabo en un estudio tecnológicamente avanzado. El único problema es que me sentía de la misma forma en que me sentía hace unas noches en el Garden. En el escenario, frente a dieciocho mil aficionados, junto a las personas que, una vez en otro tiempo, eran parte de mi familia, me sentí tan solo como lo hago en este stand.
Sin embargo, podría ser peor. Me pongo a tocar y mis dedos se mueven ágiles, a continuación me bajo del taburete y aporreo y rasgo contra mi guitarra, la aporreo hasta que chilla y grita de la forma que deseo. O casi de la forma en que quiero que lo haga. Hay probablemente unos cien mil dólares en guitarras en esta sala, pero ninguna de ellas suena tan bien como mi vieja Les Paul Junior2, la guitarra que había tenido durante muchos años, con la que había grabado nuestros primeros discos, la que, en un arrebato de estupidez o de arrogancia o lo que sea, me había permitido que fuera subastada con fines benéficos. La brillante y cara sustituta nunca ha sonado o nunca se ha sentido del todo bien. Sin embargo, cuando la rasgo a todo volumen, me las arreglo para perderme por un segundo o dos.
Pero terminó muy pronto los publicistas de nuestro sello discográfico han decidido que es un buen lugar para la entrevista.
Entonces, como si fuera en el momento justo, aparece un fotógrafo. No puedes estar delante de un hotel de alta gama por más de tres minutos antes de que eso ocurra. —¡gaston! ¿Está daniela dentro?
Una foto de mí y de daniela vale cuatro veces más que una de mí solo. Sin embargo, después de que el primer flash se apaga, teo mete una mano en la parte frontal del objetivo del tipo y otro frente a mi cara.
A medida que me hace pasar, me prepara. —La periodista se llama valentina.. Es joven. No más joven que tú, pero de veinte años, creo. Solía escribir en un blog.
Ahí está, mesa de la esquina, la rubia con mechas —dice teo—. Es una cosa pequeña y dulce. No es que tengas escasez de cosas pequeñas y dulces. Mierda, no le digas a Daniela que he dicho eso. Bueno, olvídalo. Voy a estar aquí en el bar.
Valentina es linda. O tal vez caliente es un término más preciso. No importa. Puedo decir por la forma en que se lame los labios y mueve su pelo hacia atrás, que ella lo sabe y eso arruina más el efecto. Un tatuaje de una serpiente se extiende hasta su muñeca
—Hey, gaston —dice Vanessa, mirándome con complicidad, como si fuéramos viejos amigos—. ¿Puedo decirte que soy una fan? Teen angels me acompañó a través de una devastadora ruptura en el último año de universidad. Así que, gracias. —Me sonríe.
—Uh, de nada.
—Y ahora me gustaría devolverte el favor escribiéndote el mejor perfil de una maldita estrella fugaz que jamás haya golpeado una página. Entonces, ¿qué tal si vamos al grano, y sacamos esto directamente fuera del agua?
¿Ir al grano? ¿La gente siquiera entiende la mitad de la basura que sale de sus bocas? Valentina puede tratar de ser descarada o fresca o está tratando
de ganarme con candor o me muestra qué tan real es, pero lo que sea que me está vendiendo, no lo voy a comprar.
—Claro. —Es todo lo que digo.
—Sé que se supone que debemos estar hablando de el disco… —comienza.
Inmediatamente, frunzo el ceño. Eso es exactamente de lo que se supone que deberíamos estar hablando. Es por eso que estoy aquí. No para ser amigos. No para intercambiar secretos, sino porque es parte de mi trabajo promover los álbumes de teen angels
Valentina enciende su sirena. —He estado escuchándolo durante semanas y soy una chica inconstante y difícil de complacer. —Se ríe. A lo lejos, escucho a teo aclararse la garganta. Lo miro. Lleva una enorme sonrisa falsa y me da un pulgar hacia arriba. Se ve ridículo. Me dirijo a Valentina y me obligo a sonreír de nuevo—. Pero ahora que su segundo álbum de discográfica ha salido y su sonido es más duro, creo que todos podemos estar de acuerdo, establecido, estoy queriendo escribir un estudio definitivo. Para trazar su evolución a partir de la banda emo-core a los descendientes del agita-rock.
¿Descendientes del agita-rock? Esta masturbación auto-importante deconstruccionista6 de mierda era algo que realmente me tiró desde el principio. En lo que a mí respecta, he escrito canciones: acordes y ritmos y letras de canciones, versos y puentes y ganchos. Pero mientras nosotros lo hacíamos más grande, la gente comenzaba a diseccionar las canciones, como una rana de la clase de biología hasta que ya no quedaba nada, salvo las tripas, las partes pequeñas, mucho menos que la suma.
Ruedo mis ojos un poco, pero Valentina se centra en sus notas. —Estuve escuchando algunas copias piratas de sus trabajos realmente antiguos. Es tan poppy7, casi dulce comparativamente. Y he estado leyendo todo lo escrito sobre ustedes, cada entrada de blog, todos los artículos de revistas. Y casi todo el mundo se refiere a teen angels llamándola ―agujero negro‖, pero nadie nunca lo comprende. Tienes una versión un poco indie, lo haces bien, estás preparado para las grandes ligas, pero luego esto se retrasa. Se rumorea que terminaste con todo. Y entonces viene “abre tus ojos”
Y ¡pow! —Valentina imita una explosión que viene de sus puños cerrados.
Es un gesto dramático, pero no del todo fuera de lugar. Abre tus ojos se produjo hace dos años y al mes de su lanzamiento, el single pensando en vos había ingresado a las listas nacionales y se había vuelto vírico. Solíamos bromear con que no se podía escuchar la radio por más de una hora sin oírlo. A continuación, el espejo se catapultó fuera de los gráficos y poco después el álbum fue subiendo al número uno en iTunes, lo que hizo que cada WalMart en el país lo vendiera y pronto estaba peleando con Lady Gaga por el número uno en las listas de Billboard. Durante un tiempo parecía que el álbum estaba cargado en el iPod de todas las personas de todas las edades entre doce y veinticuatro. En cuestión de meses, nuestra medio olvidada banda de Oregon fue portada de la revista Time que nos promocionó como ―Los Nirvana del Milenio‖.
Pero nada de esto es noticia. Todo ha sido documentado, una y otra vez,. No estoy seguro de a dónde quiere ir con eso Valentina.
—Ya sabes, todo el mundo puede atribuir el sonido más duro al hecho de que aGus produzca abre tus ojos.
—Cierto —le digo—. A aGus le gusta el rock.
—Pero aGus no escribió las letras, que son la base de todo ese atractivo. Lo hiciste tú. Todo lo que le da la energía y la emoción. Es como que abre tus ojos es el álbum más furioso de la década.
—Y pensar que íbamos por el más feliz.
Valentina me mira y entrecierra los ojos.
—Lo dije como un cumplido. Fue muy purificador para una gran cantidad de personas, incluyéndome. Y ese es mi punto. Todo el mundo sabe que algo se vino abajo durante su ―agujero negro‖. Va a ser revelado con el tiempo, así que ¿por qué no controlar el mensaje? ¿A quién se refieren con “abre tus ojos”? —pregunta, haciendo citas en el aire—. ¿Qué pasó con ustedes, chicos? ¿Contigo?
no respondo a su pregunta. No digo nada, sólo mantengo mi mirada fija hacia abajo.
la banda es tan grande, que nuestros publicistas emiten una lista de temas que no deben mencionar los periodistas: la relación la mía y la de daniela, los antiguos problemas con las drogas de nico y el ―agujero negro‖ de teen angels
Pero aparentemente Valentina no recibió el memo.—El título se refiere a la guerra —digo—. Hemos explicado eso antes.
—Cierto —dice ella, rodando los ojos—. Porque sus letras son tan políticas.
Valentina me mira fijamente con esos enormes ojos azules de bebé. Esta es la técnica de un periodista: crear un incómodo silencio y esperar a que el sujeto lo llene con balbuceos. Sin embargo, no funcionará conmigo. Puedo devolverle esa mirada a cualquiera.
De repente los ojos de Valentina se vuelven fríos y severos. Abruptamente pone su despreocupada y coqueta personalidad en segundo plano y me mira con firme ambición. Luce hambrienta, pero es una mejoría, porque al menos está siendo ella misma.
—¿Qué pasó, gaston? Sé que hay una historia ahí, la historia de teen angels y seré la única en contarla. ¿Qué convirtió a esta banda de pop independiente en un fenómeno de rock original?
Siento un puño duro y frío en mi estómago.
—La vida pasó. Y nos tomó un tiempo para escribir el nuevo material…
—Te tomó un tiempo —interrumpe Valentina—. Tú escribiste los dos álbumes más recientes.
Yo sólo me encojo de hombros.
—¡Vamos, gaston! Abre tus ojos es tu disco. Es una obra maestra. Deberías estar orgulloso de eso. Y sólo sé que la historia detrás de él, detrás de tu banda, es tu historia también. Un gran cambio como este, , se debe a ti. Me refiero a que sólo tú recibiste el premio Grammy a la Mejor Canción. ¿Qué sentiste?
Como la mierda.
—En caso de que lo hayas olvidado, toda la banda ganó el premio a Nuevo Mejor Artista. Y eso fue hace más de un año.
Ella asiente con la cabeza.
—Mira, no estoy tratando de ofender a nadie o reabrir las heridas. Sólo estoy tratando de entender el cambio. En el sonido. En las letras. En la dinámica de la banda. —Me da una mirada de complicidad—. Todas las señales apuntan a que tú eres el catalizador.
—No hay ningún catalizador. Simplemente jugamos con nuestro sonido. Sucede todo el tiempo.. Pero la gente tiende a enloquecer cuando algo se aparta de sus expectativas.
—Sólo sé que hay algo más en eso. —Valentina continúa, inclinándose hacia adelante contra la mesa con tanta fuerza que empuja mi estómago y tengo que empujarla físicamente hacia atrás.
—Bueno, obviamente tienes tu teoría, así que no dejes que la verdad se meta en el camino.
Sus ojos brillan por un rápido segundo y creo que la he hecho enojar, pero luego pone las manos en alto. Sus uñas están mordidas.
—En realidad ¿Quieres saber mi teoría? —Arrastra las palabras.
No particularmente.
—Muéstramela.
—He hablado con algunas personas con las que fuiste a la preparatoria.
Siento mi cuerpo entero congelarse, alguna materia blanda endurecerse como plomo. Requiero de una extrema concentración para llevar el vaso a mis labios y pretender que tomo un sorbo.
—No me había dado cuenta que fuiste a la misma preparatoria que rocio —dice a la ligera—. ¿La conoces? ¿La violoncelista? Está comenzando a hacer un montón de ruido en ese mundo. O a lo que sea que equivalga el ruido en la música clásica. Tal vez un murmullo.
El vaso tiembla en mi mano. Tengo que usar mi otra mano para ayudar a bajarlo a la mesa y evitar derramarlo sobre mí. Todas las personas que realmente saben lo que en verdad sucedió en ese entonces no están hablando, me recuerdo a mí mismo. Los rumores, incluso los verdaderos, son como las llamas: sofocan el oxígeno, chisporrotean y mueren.
—Nuestra preparatoria tenía un buen programa de artes. Era una especie de tierra de cultivo para músicos —le explico.
—Eso tiene sentido —dice, asintiendo con la cabeza—. Hay un vago rumor de que tú y rocio eran pareja en la preparatoria. Lo que fue
gracioso porque nunca había leído sobre eso en ningún lugar y ciertamente parece digno de mencionarlo.
Una imagen de rocio parpadea ante mis ojos. De diecisiete años de edad, esos ojos miel llenos de amor, intensidad, miedo, música, sexo, magia y dolor. Sus manos frías. Mis propias manos frías, ahora sosteniendo el vaso de agua helada.
—Sería digno de mencionarlo si fuera cierto —le digo, obligando mi voz a un tono más uniforme. Tomo otro trago de agua y señalo hacia el camarero por otra cerveza. Es la tercera, es el postre de mi líquido almuerzo.
—¿Así que no lo es? —Ella suena escéptica.
—Ilusiones —respondo—. Nos conocimos por casualidad en la escuela.
—Sí, no pude conseguir a nadie que realmente supiera de ustedes dos para corroborarlo. Pero entonces obtuve un viejo anuario y hay una dulce foto de ustedes dos. Lucen bastante como una pareja. La cosa es, que no hay nombre con la foto, sólo un título. Así que al menos que sepas cómo luce rocio, podrías perderla.
Gracias, mery: mejor amiga de rocio, reina del anuario, paparazzi. No queríamos que la foto fuera utilizada, pero mery la colocó sin enlistar nuestros nombres en ella, sólo ese estúpido apodo.
—¿El ―Genial‖ y la ―rara? —preguntó Valentina—. Incluso tienen un título.
—¿Estás usando los anuarios de la preparatoria como tu fuente? ¿Y ahora qué? ¿Wikipedia?
—Eres difícilmente una fuente confiable. Dijiste que se conocieron ―por casualidad‖.
—Mira, la verdad es que tal vez conectamos por un par de semanas, justo cuando esas fotos fueron tomadas. Pero, oye, salí con un montón de chicas en la preparatoria. —Le doy mi mejor sonrisa de chico fácil.
—¿Así que entonces no la has visto desde la escuela?
—No desde que se fue a la Universidad —le digo. Esa parte, al menos es cierta.
—Así que, ¿cómo es que cuando entrevisté al resto de tus compañeros de banda, no hicieron ningún comentario cuando les pregunté acerca de ella? —pregunta, mirándome intensamente.
Porque aunque cualquier otra cosa haya ido mal con nosotros, seguimos siendo leales. Acerca de eso. Me obligo a hablar en voz alta:
—Es porque no hay nada que decir. Creo que a las personas como tú les gusta el aspecto de la comedia de la situación, ya sabes, dos reconocidos músicos de la misma escuela preparatoria siendo una pareja.
—¿Personas como yo? —pregunta Valentina.
Buitres. Chupasangres. Ladrones de almas. —Reporteros —le digo—. Eres una aficionada a los cuentos de hadas.
—Bueno, ¿quién no lo es? —dice Valentina—. Aunque la vida de esa mujer ha sido cualquier cosa menos un cuento de hadas. Perdió a su familia entera en un accidente de auto.
Valentina se estremece con burla de la manera en que haces cuando hablas de las desgracias de alguien que no tiene nada que ver contigo, eso no te afecta, y nunca lo hará.
Nunca he golpeado a una mujer en mi vida, pero por un minuto quiero golpearla en el rostro, darle una idea del dolor que ella está describiendo tan a la ligera. Pero me contengo y ella sigue, sin idea.
—Hablando de cuentos de hadas, ¿tú y daniela tendrán un bebé? Sigo viéndola en todos los tabloides de revistas ocultando una protuberancia en su vientre.
—No —le respondo—. No que yo sepa.
Estoy tan malditamente seguro que Valentinaa sabe que daniela está fuera de los límites, pero si hablar acerca del supuesto embarazo de daniela la distraerá, entonces lo haré.
—¿No que tu sepas? Ustedes siguen juntos ¿cierto?
Dios, el hambre en sus ojos. Por todo lo que habla de escribir sus definitivas encuestas, por todas sus habilidades de investigación, ella no es diferente a todos los mercenarios periodistas y fotógrafos acosadores, muriendo por ser la primera en ofrecer una gran primicia, ya sea de un nacimiento: ―¿Serán mellizos para Daniela y gaston?‖ O de muerte: ―daniela le dice a su Hombre Salvaje: ¡Se acaba!‖ Ninguna de esas historias es verdad, pero en algunas semanas las veo a ambas dando guerra en las cubiertas de diferentes revistas de chismes al mismo tiempo.
Pienso en la casa de Los Ángeles que daniela y yo compartimos. O cohabitamos. No puedo recordar la última vez que estuvimos juntos al mismo tiempo por más de una semana. Ella hace dos o tres películas al año, y acaba de comenzar su propia compañía de producción. Así que, entre el rodaje y la promoción de sus películas y perseguir los derechos
para producirlas, y yo estando en el estudio o de gira, parecemos estar en horarios opuestos.
—Sip. Daniela y yo seguimos juntos —le digo a Valentinaa—. Y no está embarazada. Sólo usa esas camisas de campesino estos días, así que todo el mundo asume que es para ocultar un vientre. No lo es.
A decir verdad, a veces me pregunto si daniela usa esas camisas a propósito, para atraer las miradas a su vientre como una forma de tentar al destino. Ella en serio quiere un bebé.
A pesar de que públicamente, daniela tiene veinticuatro, en realidad, tiene veintiocho años y afirma que su reloj está en marcha y todo eso. Pero tengo veintiuno y daniela y yo sólo hemos estado juntos por un año. Y no me importa si daniela dice que tengo un alma vieja y ya lo he sido a través de toda la vida. Incluso si tuviera cuarenta y un años, y daniela y yo acabáramos de celebrar veinte años juntos, no me gustaría tener un niño con ella.
—¿Se unirá a ustedes en la gira?
Con la sola mención de la gira, siento mi garganta comenzar a cerrarse. La gira es de sesenta y siete largas noches. Sesenta y siete. Mentalmente toco mi frasco de pastillas, calmándome sabiendo que está ahí, pero soy más inteligente como para buscarlo a hurtadillas en frente de Valentina.
—¿Huh? —pregunto.
—¿daniela se reunirá contigo en la gira?
Me imagino a daniela en la gira, con sus estilistas, instructores de Pilates, sus más recientes comidas crudas para su dieta. —Tal vez.
Ya no leo entrevistas sobre mí, pero cuando lo hacía, palabras como ―inescrutable‖ eran usadas a menudo. Y ―arrogante‖. ¿Es así como las personas me ven realmente?
Por fortuna, nuestra hora asignada se ha terminado. Ella cierra su cuaderno y pide la cuenta. Atrapo la mirada aliviada de teo para hacerle saber que hemos terminando.
—Fue un placer conocerte, gaston —dice ella.
—Sí, para mí también. —Le miento.
—Tengo que decir, que eres un enigma. —Ella sonríe y sus dientes brillan con un blanco inusual—. Pero me gustan los enigmas. Al igual que tus letras, todas esas imágenes en abre tus ojos. Y las letras en el nuevo disco, también son muy crípticas. Sabes, algunos críticos se preguntan si podrán igualar la intensidad de abre tus ojos…
Sé lo que viene. He escuchado esto antes. Es esta cosa que los periodistas hacen. Referirse a las opiniones de otros críticos como una forma de revés para exponer su propia opinión. Y sé lo que realmente está preguntando, incluso si no lo hace: ¿Cómo se siente que la única cosa valiosa que has creado provenga de la peor clase de pérdida?
De pronto, todo es demasiado. Daniela ocultando su estómago. Valentina con mi anuario de la escuela. La idea de que nada es sagrado. Todo es comida para basura. El que mi vida pertenezca a cualquiera menos a mí. Sesenta y siete noches. Sesenta y siete, sesenta y siete. Me levanto de la mesa con tal fuerza que los vasos de agua y cerveza se precipitan sobre su regazo.
—¿Qué demo…?
—Esta entrevista ha terminado —gruño.
—Ya lo sé. ¿Por qué te estás desquitando conmigo?
—¡Porque no eres nada más que un buitre! Esto no ha tenido que ver ni un carajo con la música. Se trataba de recoger todo lo que puedas.
Los ojos de Valentina bailan mientras busca a tientas por su grabadora. Antes de que tenga la oportunidad de volver a encenderla, la recojo y la golpeo contra la mesa, rompiéndola y luego la lanzo dentro de un vaso de agua como buena medida. Mi mano está temblando y mi corazón late con fuerza y siento los comienzos de un ataque de pánico, del tipo que me asegura que estoy a punto de morir.
—¿Qué acabas de hacer? —grita—. No tengo una copia de seguridad.
—Bien.
—¿Cómo se supone que escribiré mi artículo ahora?
—¿Le llamas a eso un artículo?
—Sí. Algunos de nosotros tenemos que trabajar para vivir, tú, remilgado y temperamental imbécil…
—¡gaston! —teo está junto a mí, dejando tres billetes de cien dólares sobre la mesa—. Para una grabadora nueva —le dice a Valentina, antes de acompañarme fuera del restaurante e irnos en un taxi. Le lanza otro billete de cien dólares al conductor después de que se niega a dejarme encender un cigarrillo. teo llega a mi bolsillo y saca el frasco de mi prescripción, agita una pastilla a su mano, y dice, —Ábrela. —Como si fuera alguna huraña madre.
Espera hasta que estamos a pocas cuadras de mi hotel, hasta que haya terminado dos cigarrillos en una inhalación continua y meto en mi boca otra pastilla para la ansiedad.
—¿Qué pasó ahí?
Le cuento. Sus preguntas acerca del ―agujero negro‖. Sobre daniela. Sobre rocio.
—No te preocupes. Podemos llamar. Amenazarlos con retirar la exclusiva si no ponen a un periodista diferente a cargo. Y tal vez esto llegue a los tabloides o provoque chismes por unos días, pero no es una gran historia. Pasará al olvido.
—No puedo, teo. . No puedo hacerlo. Nada de eso.
—Sólo has conseguido un agotamiento antes del tour. Le pasa a los mejores —asegura—. Una vez que estés en camino, delante de la multitud, y comiences a sentir el amor, la adrenalina y la música, te sentirás recargado. Quiero decir, demonios, estarás frito seguramente, pero felizmente frito. Y en noviembre, cuando esto haya terminado, puedes ir a vegetar en una isla en algún lugar donde nadie sepa quién eres, donde a nadie le importe una mierda acerca de teen angels. O del salvaje gaston
¿Noviembre? Estamos en Agosto. Esos son tres meses. Y la gira es de sesenta y siete noches. Sesenta y siete noches. Lo repito en mi cabeza como un mantra, excepto que hace lo contrario a lo que un mantra se supone tiene que hacer. Me hace querer tomar puñados de mi cabello y tirar de él.
¿Y cómo le digo a teo, cómo le digo a cualquiera de ellos, que la música, la adrenalina, el amor y todas las cosas que mitigan lo difícil que esto se ha vuelto, se han ido? Todo lo que queda es este vórtice. Y estoy justo en el borde de él.
Mi cuerpo entero está temblando. Lo estoy perdiendo. Un día podría ser sólo de veinticuatro horas, pero a veces sobrevivir a través de uno sólo parece tan imposible como escalar el Everest.

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